lunes, 2 de febrero de 2015

El "Adentrismo" de MARTÍN BENTANCOR

En la vida siempre hay una cosa segura, y es lo que ignoramos, a pesar de pretender vivir aprendiendo, conociendo, queriendo saber.

La primera vez que oí de Martín Bentancor, fue a través de “El Gauchoguacho”, o lo que es lo mismo, Luis Hardoy. Fue Hardoy quien me dijo que Bentancor era un periodista uruguayo, que también administraba un sitio digital.
Un largo tiempo después, con motivo de una evocación mía a Don Pancho Gandola, fue que “nos conocimos” con Bentancor, y como es de rigor, intercambiamos material literario, porque Martín, a más de periodista, es escritor y poeta (aunque él prefiere no serlo).
Valga decir que el conocimiento y el saludo ha sido epistolar, o como se acostumbra ahora, cibernético: por medio de internet.
Tuvo la gentileza de remitirme dos de sus últimos trabajos: “Procesión – cuentos”, de 2009, y la novela “Muerte y Vida del Sargento Poeta”, de 2013.
Y allí tuve la grata sorpresa de descubrir a un esmerado e inspirado escritor, dueño de un muy particular estilo, con algo de ese “mágico” decir, que se ha hecho popular en la literatura latinoamericana.

¿Qué nos lleva a ocuparnos de él? Pues, porque siendo un hombre que transita por distintos y variados senderos literarios, conserva bien plantados los pies sobre la tierra rural del Canelones que actualmente habita, pago que él define como “la Tercera Sección”.
Y sabe y gusta y aprecia a los payadores y su canto repentista: gusta de Juan Torora, Florentino Callejas, Juan Pedro López y Yamandú Rodríguez, y aprecia y destaca a ese Wenceslao Varela que es para nosotros (los de la otra banda del Plata, la “occidental”), el más grande de los poetas gauchos orientales; y porque él mismo -Martín Bentancor, digo-, transita con lo suyo por ese trillo del sentir paisano, al que suele “agiornar” con modernos artificios literarios, pero sin perder de vista la realidad campera que está trenzada a los yuyos del campo, que circula por anónimos y humildes arroyuelos, que se entrelaza a la copa de espinudos talas, y que se hace voz sonora en la clarinada alerta de los teros.
Dice lo suyo en pro de la Patria Vieja, como antes lo hicieran la prosa de Javier de Viana, Eduardo Amorín y Carlos Reyles (para nosotros el Lynch de aquellos lares) y el mismo Wenceslao desde “Nazarenas de Hierro” y “Albardones”, aunque… con otro empaque, otro tono… pero con el mismo sentimiento y muy parecido orgullo.
Como hombre del tradicionalismo y de la expresión de “la gauchesca”, por ahí no estamos capacitados para valorar toda la obra de Martín, dado que hay aspectos de la misma que andan y desandan otros caminos que para nuestra modestia pueden convertirse en un carcagüesal, pero nos basta conocer las dos obras antes mencionadas, para saber que el criollismo, el apego al pago, y el respeto por el decir de los mayores, laten presentes en su consciente e inconsciente.
Puedo decir que compartimos esos sentimientos, pues aunque “platense”, mi apego al “viejo pago de la Magdalena”, el de mis mayores que pisé y transité de niño y adolescente, y el conversar con mis mayores y con viejos vecinos, prestando suma atención (sin participar) a las conversas que entre ellos mantenían, son en grado cierto un sostén importante en mi trabajo a más de un manual de conocimiento empírico.

Bentancor es un autor multipremiado, a nivel departamental y nacional, y si esto lo relacionamos a su juventud (35 años), vemos que estamos ante un hombre de un inmenso futuro literario,
Nativo y residente en la Tercera Sección del Dpto. de Canelones, ejerce la docencia y el periodismo, estando graduado en Ciencias de la Comunicación.
En nuestro país, dentro del movimiento literario denominado “generación del 40”, existió una corriente llamada “adentrismo”, que englobaba a aquellos escritores que en su literatura tenían siempre presente el espíritu y el paisaje de su “pago”, permaneciendo ligados a él, aún en aquellos casos de haberse trasladado a otros “pagos” e incluso a “la gran ciudad”.
Salvando las distancias, creemos que Martín Bentancor es hoy por hoy y en su Uruguay, una expresión del “adentrismo”.
La Plata, 2/02/2015