lunes, 5 de febrero de 2024

EL CANTAR DE LA LLANURA

 Intentaremos en la ocasión hacer un paseo por la música y el canto que se consideran propios de la región pampeana, esa que habitualmente llamamos expresión “surera”.

Tomando algunas referencias para fundamentar nuestro decir, nos respaldaremos en las investigaciones de Ventura Lynch, Carlos Vega, Lázaro Flury, Domingo Lombardi, Ñusta de Piorno y Joaquín López Flores, todos ya hace años fallecidos, por lo que sus estudios los podemos ubicar por las últimas décadas del 1800 y las cuatro primeras del siglo pasado, cuando aún podían encontrar gente del pueblo -no artistas-, que interpretaban viejas melodías, habidas a su vez de padres o abuelos, por lo que con ellas se iban bastante entrado el siglo 19, o sea la centuria del 1800.

Vale reafirmar que toda la música popular de la región siempre es cantada, ya sean interpretaciones de fogón, como la de las danzas criollas, y en esto nos afirmamos en los decires de Flury, quien también afirmó que son propias de la región: la huella, la chacarera, la firmeza, la media caña, el marote, el malambo -a las que podemos agregar la cifra, el estilo y la milonga-, y que estas se dispersaron desde Buenos Aires hacia el norte, el este y oeste, llegando inclusive a los valles patagónicos.

Hoy por hoy, hay un trípode en el que se sustenta el canto surero: Milonga-Estilo-Cifra, pero la historia es más larga, vamos por ella.

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Orden del desarrollo:



1)   Cifra

2)   Huella

3)   Triste

4)   Triunfo

5)   Mazurca

6)   Habanera

7)   Vals

8)   Estilo

9)   Gato

10)   Milonga


 

1 - CIFRA

 Es por excelencia un canto macho. Fue la expresión más difundida entre 1850 y 1900, y fue también el arma preferida en las tenidas payadoriles.

Carlos Vega supone que su nombre, “cifra”, “se relaciona con técnicas históricas de notación” musical, ya que el “bajo cifrado” “consistía en la colación de números sobre las notas fundamentales -en una partitura- para indicar las notas que debían completar los acordes”, y en España se usaban los sietes primeros números (del 1 al 7) para indicar las sietes notas, o sea que ‘do’ era igual a 1, ‘re’ era 2, ‘mi’ el 3, y así hasta terminar la escala. Tal es así que hasta no hace mucho se vendían cuadernillos para aprender a tocar la guitarra por el “método de cifra”.

Lo que no se sabe es por qué extraño motivo se bautizó a esta especie musical como “cifra”.

Si se cree con alguna certeza, que la especie musical tiene marcadas coincidencias rítmicas con la “seguidilla española”, pero -aclara Flury- “es evidente que el gaucho (…) estableció una modalidad propia y la hizo rigurosamente silábica…”, dicho en otros términos más comunes: como a muchas otras cosas, la virtud del gaucho fue acriollarlas.

En cuanto a la poesía, en origen se interpretaba por cuartetas, pero andando el tiempo predominó el uso de las octavillas y décimas, y así es como ha llegado hasta nosotros.

2 - HUELLA

 Es otra de las expresiones musicales consideras propia de la región de la llanura.

La leyenda popular tiende a verla nacer en las tropas de carretas, en sus largas marchas del Plata al lejano norte, o del Plata a Cuyo… abriendo huellas.

Ese también habría sido el modo de dispersión, pues si bien es representativa inconfundible del ámbito pampeano, cierto es también que ha andado por todas las regiones como que ninguna la rechazó y en todas se ha bailado.

El ya varias veces citado Ventura Lynch, nos relata: “…entre los lindos bailes del gaucho tenemos la Hueya. Su música es un quejido y un grito de alegría, un suspiro y una sonrisa, una lágrima y una carcajada”.

Si bien se sabe que es una expresión antigua pues se han recogido textos de los años posteriores a las Guerras de la Independencia, no hay una historia que refleje su existir.

Poéticamente, la letra se escribe en cuartetas quebradas, ya que el 1er. y 3er. verso, son octosílabos, y el 2do. y el 4to. pentasílabo, o sea de cinco sílabas.

En aquellos años de la Patria Vieja, es casi un hecho que la Huella se tocaba y cantaba para que las parejas la bailaran, actualmente, donde está muy presente en el repertorio de los cantores sureros y es muy abordada por los poetas gauchescos, se ha transformado en una valiosa expresión cantada.

 

3 - TRISTE

“Ninguna canción sudamericana tuvo jamás la originalidad, la belleza, la difusión y la aceptación del Triste. Apareció en Perú a fines del S. 18 (aprox.1790) animando un verdadero movimiento de canto y trovas (…) y a poco andar toda Sudamérica canto el Triste.” (C. Vega)

En esos inicios, el Triste corre apareado al Yaraví, y hay un momento donde se mezclan estas canciones llamándoselas indistintamente “yaraví” o “triste”.

Lo de “triste” le viene de aquello de cantar, dolores, frustraciones, pesares, por ejemplo la muerte de alguien, la pérdida de un amor, el abandono de una querencia, etc.

El momento del auge de esta expresión es entre 1800 y 1850 aproximadamente, y su popularidad en la llamada región de los ríos y la llanura es muy grande y considerada música propia del gaucho. Dijo Ernesto Quesada en 1902: “Hay tristes que hacen vibrar dolorosamente el alma.”, y para no quedarse atrás Flury sentenció: “Los trovadores de la llanura, entre ellos Santos Vega -aventura-, hicieron del triste la canción preferida.”

Pareciera ser que en origen, la forma poética no se ajustaba a patrón alguno, habiendo versos de métricas irregulares, con repeticiones fijas, p. ej. “Desde el día en que mis ojos / sí, ay, ay, ay, / en los tuyos se fijaron / paso los días gimiendo / sí, ay, ay, ay / y las noches suspirando”, pero ya entre nosotros y al tomar los modos del gaucho, se lo canta por octavillas o décimas, estrofas muy populares en los cantares de la llanura. Mantiene del origen esa estructura del tema doliente, aunque puede también apartarse.

 4 - TRIUNFO

 Ñusta de Piorno supone que se originó con posterioridad “a la Revolución de Mayo, y que en los primeros tiempos debió ser simplemente un canto épico al que luego se le agregó la danza”. Y Carlos Vega cree que los triunfos militares fueron los que le dieron el nombre, y que fue danza del país, ya que no encontró antecedentes de que se haya bailado en países vecinos.

El santafesino Don Lázaro Flury supone con firmeza que nació en el noroeste argentino ya que en documentos de Tucumán es donde encontró las referencias más antiguas, aunque recién fue popular en la época de la gesta libertadora. Y curiosamente sostiene que los primeros Triunfos solo eran cantados en forma de décima. Y ahora nos preguntamos ¿sería el mismo triunfo que conocemos?, pues esa estrofa no se ajusta a la música.

Ahora, como el folclore no es una ciencia exacta, don Joaquín López Flores, cree que el gauchaje rioplatense soñando con “mejores días de soberanía, creo una danza que perpetuara nuestras ansias de ser libre, y nació el triunfo”.

Lo cierto es que fue música nacional como que al igual que la huella anduvo los cuatro rumbos de la Patria naciente.

Poéticamente, sus letras están constituidas en estrofas de tres versos (tercetos) quebrados, como que el 1ro. y el 3ro. tienen siete silabas, y el 2do. cinco.

Hoy, hablando de cantos de la llanura, no puede estar ausente el triunfo.

5 - MAZURCA

 A mediados del Siglo 19 (aprox. 1851), llegan al Río de la Plata varias danzas de origen europeo, que se afincan y se acriollan, pero… manteniendo su nombre de origen: chotis, vals, polka y mazurca. También por la misma época llegó la habanera.

Ésta última que es la que ahora nos interesa, provenía de la zona rural de Mazovia, en Polonia, donde había nacido y era muy popular.

Ya entre nosotros, en el vecino Uruguay se la pasó a llamar “ranchera” o “mazurca”, indistintamente.

Ventura Robustiano Lynch, refiriéndose a la provincia de Buenos Aires en un folleto de 1883, en base a lo que en años anteriores había comprobado, escribió: “Hoy, la gran cantidad de organitos que explota nuestra campaña ha introducido entre el gauchaje el vals, la cuadrilla, la polka, la mazurca, la habanera y el chotis”.

Por supuesto que como pasó con todo lo foráneo, se incorporó al repertorio popular pero acriollándose, tomando de nuestra gente su estilo y modos. Todo lo que el criollo tomó, lo acomodó a su antojo.

Si bien la mazurca era una danza, también en nuestros fogones se divulgó solo como una expresión musical cantada: “Che hermano… cantate aquella mazurca…”.

 6 - HABANERA

 Al hablar de la mazurca ya dijimos que por la misma época llegó a nuestras costas la habanera. Este es un género musical propio de Cuba donde en el año 1842 se registra la primera habanera documentada, pero sin autor, publicada en un periódico de La Habana.

Normalmente es música con letra para ser cantada, lo que no quita que ocasionalmente sea solo instrumental.

Puede decirse que es un canto romántico, aunque también, de acuerdo a las necesidades expresivas ha sabido adquirir un carácter más impetuoso y rebelde.

Entre nosotros y actualmente, cuando los payadores improvisan en versos mayores, es común que suelan hacerlo por ritmo de habanera.

 7 - VALS

 La Real Academia Española define al Vals como un baile de origen alemán, que ejecutan las parejas con agiles giros, mientras se trasladan por la pista de baile.

La palabra Vals deriva de la voz de Galicia “valses”, que a su vez proviene de la alemana “walzen” que significa “girar, rodar” que es justo lo que figura la danza. Y tal expresión -Vals-se estima que nació en la centuria del 1700, aunque la danza aparenta ser mucho más antigua.

Entre nosotros posiblemente el Vals se bailó en los salones de la clase acomodada en época de la Revolución de Mayo, pero se popularizó en la campaña, simplificado en su baile, muchos años después.

Parecería ser que la inmigración polaca, alemana, suiza, que se asentó en el litoral, llevó a las reuniones populares la música y el baile del chotis, la mazurca, la polca y el Vals, ritmos que fueron muy bien recibidos por el pueblo en general, y todos fueron recibiendo, al ser interpretados por músicos locales, sin estudios, orejeros los más, una impronta criolla, que los alejó del señorío europeo, acriollándolos. Por ej. el Vals se convirtió en una danza más rápida que la original, y con un ritmo más vivo, naciendo así, a finales de la centuria del 1800 “el valsesito criollo”, tan utilizado por los cantores nacionales o criollos, sea Betinotti, Corsini como Gardel.

Se podría pensar que la aceptación de aquellas “danzas de agarre” (polca, mazurca, vals), contribuyó al lento abandono de los bailes criollos o “de a dos” como se los llamaba, donde más allá de tocarse las manos, otro contacto no había entre los bailarines. En cambio, en estos de pareja unida, el acercamiento era, si se quiere, más íntimo; de allí su éxito.

Lo cierto es que al Vals no solo se lo bailaba, sino que también se lo escuchaba, y hubo valsesitos criollos que se hicieron famosos: Caserón de tejas, Eche Otra Vuelta…

 8 - ESTILO (o Décima)

 Cómo habrá sido de importante la estrofa en décima en los cantares de la centuria del 1800, que a veces el solo decir “cántesé una décima” era lo mismo que decir “cántesé un estilo”, o sea que “Estilo” y “Décima” eran una misma cosa. Por eso es que Don Lázaro Flury expresa: “Los estilos que emplean exclusivamente la décima toman este apelativo”.

El Estilo es la expresión más dulce del cancionero criollo de la llanura, y más de una vez, el ideal para tratar temas de amor.

Podemos decir que pertenece a la familia del Triste, y por éste está emparentado con el Yaraví peruano.

Según Vega el Estilo recobra su auge allá por 1890, sobre el final del Siglo 19, pues en la obra en pantomima “Juan Morerira”, había solo dos temas musicales cantados: un gato, y el Estilo que canta precisamente el personaje principal: Moreira. Y dicha interpretación era de una sola décima, en este caso una del poema “Lázaro” de Ricardo Gutiérrez. Y parece ser que muchos Estilos contaban de una sola décima, lo que reafirmaría el asunto de que ‘interpretar una décima era cantar un estilo’.

Dice Vega que a raíz de lo anteriormente explicado, el Estilo se desparrama vigoroso por todas las regiones del país, y siempre ha estado presente en “El Cantar de la Llanura”.

 9 - GATO

 Al igual que la Huella y el Triunfo, el Gato fue una de las danzas criollas que más aceptación tuvo en nuestra campaña

Don Lázaro Flury, que la cataloga entre las danzas vivaces, ubica su origen en el noroeste del país, pero como también fue de las danzas que anduvieron todos los rumbos, supo aquerenciarse en nuestra zona bonaerense, donde -acota Don Domingo Lombardi-, fue de las últimas danzas que se mantuvieron vigente hasta el despertar del Siglo 20, provincia donde, argumenta, se lo bailó íntegramente acompañado por el canto de viva voz. Ahora bien, como las discrepancias existen, Don López Flores lo considera en esencia, pampeano.

Fue tan popular, que lo hizo asegurar a Ventura Lynch “…no hay gaucho que no sepa rascar un gato”, y esta popularidad debe haber sido tal, ya que hay referencia que tanto se lo bailó en los salones porteños, como en los fogones o reuniones criollas.

En esta región se lo bailaba, la mayoría de las veces, sin relaciones aunque a pedido de un bastonero se podían agregar, y afirma Althaparro, que dentro de los bailes, “fue el gato el preferido”.

La conservación de las antiguas especies, originadas en el Siglo 20, han traído hasta nuestros días al Gato, ya como danza, ya solo como interpretación en canto y guitarra.

 10 – MILONGA

 Afirma Carlos Vega que la Milonga “es una especie lírica platense”, con lo que refiere a la región del Río de la Plata, no a la ciudad, por lo que podemos afirmar: ¡bien de nuestra campaña! Agrega que la palabra es, sin duda, de origen africano, y estima que su nacimiento musical se da por 1860/1870, pues si bien empieza a ser citada en escritos y documentos a partir de 1880, es que ya existía antes de esa fecha.

Los papeles antiguos que traen citada la palabra Milonga se prestan a veces a confusión, pues cuando refieren que “había una milonga” o “se armó una milonga”, están diciendo que “había un baile” o “se armó un baile”, y es que una de las definiciones de dicha palabra era “bullicio, algarabía, fiesta, baile”, y eso nada tiene que ver con el empaque paisano, serio y reflexivo de nuestra Milonga de campo.

Ventura Robustiano Lynch, que es -por 1883- prácticamente el primeros que la cita como elemento musical, dice que en la Milonga, el gaucho “hace gala de todo su ingenio, su talento, su agudeza y malicia”.

Si bien de origen platense, su gran aceptación en la gente de la campaña, hizo que rápidamente se difundiera por todo el país. A tal punto, que cuando en 1921 los Maestros de las Escuelas Láinez hicieron un relevamiento de cultura popular entre el alumnado y sus familias, hasta en Jujuy se tomaron referencias de la Milonga, pero… sin que esta pierda su origen, y si no veamos la cuarteta tomada: “Señores voy a cantar / como cantan los porteños / no sé si a los presentes agrada / lo que les canta un jujeño”. Vale aquí aclarar, que en los viejos tiempos, la palabra porteño no solo distinguía a los de la ciudad de Buenos Aires, sino que también comprendía a todos los de la campaña, de allí la nominación de “gaucho porteño”.

Ya en el pasado siglo aparecen subespecies de la Milonga, y esta puede ser campera, corralera, galponera, etc., marcando más que nada, las variaciones en la velocidad del ritmo, no su esencia.

Actualmente decir Milonga, es nombrar la expresión surera por antonomasia.

 Una Yapa: EL CIELITO

Este, que tanto es danza como canción, nace en nuestra región allá por fines del Siglo 18 y cobra muchísima importancia durante las guerras de la independencia, tal es así que es llevado en sus dos versiones a Uruguay, Chile y Bolivia. En lo coreográfico se lo considera derivado de la contradanza europea que se bailaba en los salones porteños durante el Virreynato, y ya “acriollada” ganó amplia difusión en el pueblo de la campaña, al punto que el pintor Carlo E. Pellegrini hizo un cuadro donde retrata la danza titulándolo “El Cielito”, y el mismo Sarmiento relató que era una danza muy  apreciada por el "gaucho".

En la versión cantada era allá por 1820 tan difundido como lo es hoy la milonga, y lo siguió siendo durante las luchas intestinas, o sea la época de los caudillos, ya cantando a los unitarios, ya loando a los federales.

Su estrofa es normalmente una cuarte simple o cuarte doble, donde por lo general la palabra cielo o cielito, tiene repetición. P. ej.: “Cielito, viva mi cielo, / insigne en obras grandiosas; / vivan, en bien de la Patria: / Quiroga, López y Rosas.” de 1834; o este otro doble:

“Murió la unidad / sin decir Jesús, / y el jefe ha corrido / como un avestruz. / Cielito, cielo que sí, / cielito del desconsuelo: / en ocasión unitarios, / que hagáis vosotros, el duelo.” También de época parecida al anterior.

Ahora, más allá de estos temas políticos-militares, también se cantó por “cielito” a cuestiones de la vida cotidiana.

                                                                                                            La Plata, 07/09/2018)

 (*) Coordinando -de alguna manera-, el ciclo de Charlas de Cultura Criolla que organizaba la Agrupación Tradicionalista y Cultural “Rinconada Criolla”, en el Rotary Club “Los Hornos” (Ciudad de La Plata), Claudio Agrelo me ofreció la posibilidad de contar con su presencia y su canto; pero viendo que lo que hacíamos no eran espectáculos musicales, le propuse que interpretara una variedad de ritmos sureros, previo explicar o historiar el por qué de cada uno, a lo que me respondió algo así como: “Eso hacelo vos, yo los canto”. Entonces hice una lista de ritmos y se los comuniqué para que en su repertorio buscara el tema apropiado y así lo presentamos, bajo el título “El Cantar de la Llanura”, en el anochecer del viernes 21/09/2018 a sola completa. Cinco años después me gratifica recordar que terminamos con el público aplaudiendo de pie.

Gracias amigo Claudio por permitirme participar a tu lado.

La Plata, 5/02/2024