martes, 11 de febrero de 2025

Del Anecdotario: Eustaquio Tolosa

 Me motiva escribir estos renglones, la circunstancia de que en estos últimos meses fueron publicados dos artículos, por dos autores distintos –donde se me menciona y se referencia mi libro, cosa que agradezco-, en los que se da a entender que el célebre caballo doradillo colorado del cuerpo de Granaderos a Caballos llamado “Decano”, fue animal de la silla del General San Martín, lo cual es inexacto, ya que ninguno de los libros de memorias de camaradas suyo, lo citan, ni tampoco los historiadores, empezando por Mitre y los López, lo dicen.

Se novela la realidad y se la idealiza; el caballo ni nació a la sombra protectora de un ombú cercano a la casa de la estancia, ni fue criado por quien después sería el Tnte. Cnel. Miguel de los Santos Cajaraville (hasta entonces este era solo “un niño” porteño).

Hay que tener idea de la vida de la antigua estancia criolla. Entonces no existían las cabañas criadoras de yeguarizos; no había animales de raza, y todos los montados respondía al caballo que después se dio en llamar “raza criolla” y entonces se distinguía como “el caballo del país”. Las estancias tenían manadas en estado natural y estas, por lo general, se aquerenciaban en las peores partes del campo, como pueden ser los bajos y bañados. La doma, sin vuelta de hoja era a la criolla, y sabían salir caballos como este que se ganó en la historia.

De esa manada y ya hechos caballos, fue que Don Andrés Cajaraville eligió dos para que su hijo pudiese cumplir el sueño de integrar los granaderos.

Concluida la Campaña de Chile y enfermo el soldado, éste pidió la baja, y tras volver a la Patria fue a recluirse en la Estancia paterna ubicada geográfícamente en la zona rural de lo que HOY es el pueblo de Bavio.

Allí no había galpones. Solo un rancho a dos aguas, con paredes de ladrillos (fabricados estos en un puesto de la estancia que tenía horno), bastante largo, techado con tejas de ripia (de madera, estas). Según el historiador de Atalaya, Don Raúl Afranchino, el soldado transformó en box la habitación del extremo sud de esa construcción para brindar cobijo a su animal, que vivió allí desde (aproximadamente) la primavera de 1820 hasta 1825, dato este que nos sirve para cerrar diciendo que este año se cumplen 200 años de la muerte de tan noble pingo.

¡Valga tu recuerdo, valeroso “Decano”!

La Plata, 04/febrero/2025

Carlos Raúl Risso E.-



DECANO - el caballo que NO FUE de la silla de San Martín

 Me motiva escribir estos renglones, la circunstancia de que en estos últimos meses fueron publicados dos artículos, por dos autores distintos –donde se me menciona y se referencia mi libro, cosa que agradezco-, en los que se da a entender que el célebre caballo doradillo colorado del cuerpo de Granaderos a Caballos llamado “Decano”, fue animal de la silla del General San Martín, lo cual es inexacto, ya que ninguno de los libros de memorias de camaradas suyo, lo citan, ni tampoco los historiadores, empezando por Mitre y los López, lo dicen.

Se novela la realidad y se la idealiza; el caballo ni nació a la sombra protectora de un ombú cercano a la casa de la estancia, ni fue criado por quien después sería el Tnte. Cnel. Miguel de los Santos Cajaraville (hasta entonces este era solo “un niño” porteño).

Hay que tener idea de la vida de la antigua estancia criolla. Entonces no existían las cabañas criadoras de yeguarizos; no había animales de raza, y todos los montados respondía al caballo que después se dio en llamar “raza criolla” y entonces se distinguía como “el caballo del país”. Las estancias tenían manadas en estado natural y estas, por lo general, se aquerenciaban en las peores partes del campo, como pueden ser los bajos y bañados. La doma, sin vuelta de hoja era a la criolla, y sabían salir caballos como este que se ganó en la historia.

De esa manada y ya hechos caballos, fue que Don Andrés Cajaraville eligió dos para que su hijo pudiese cumplir el sueño de integrar los granaderos.

Concluida la Campaña de Chile y enfermo el soldado, éste pidió la baja, y tras volver a la Patria fue a recluirse en la Estancia paterna ubicada geográfícamente en la zona rural de lo que HOY es el pueblo de Bavio.

Allí no había galpones. Solo un rancho a dos aguas, con paredes de ladrillos (fabricados estos en un puesto de la estancia que tenía horno), bastante largo, techado con tejas de ripia (de madera, estas). Según el historiador de Atalaya, Don Raúl Afranchino, el soldado transformó en box la habitación del extremo sud de esa construcción para brindar cobijo a su animal, que vivió allí desde (aproximadamente) la primavera de 1820 hasta 1825, dato este que nos sirve para cerrar diciendo que este año se cumplen 200 años de la muerte de tan noble pingo.

¡Valga tu recuerdo, valeroso “Decano”!

La Plata, 04/febrero/2025

Carlos Raúl Risso E.-

domingo, 12 de enero de 2025

OMAR ITALIANO - Poeta Ayacuchero

Salvando una deuda – Ni cuando hice el micro radial de 200 emisiones titulado “Poetas criollos y… otras yerbas”, en la audición “Canto en Azul y Blanco” de Oscar Lanusse, por Radio Universidad Nacional de La Plata; ni cuando a la mayoría de esos trabajos los compilé con forma de libro en “150 Semblanzas de Poetas Criollos Bonaerenses” en 2023, incluí al poeta Omar Italiano. Fue una desgraciada omisión que no tiene explicación alguna, y más lo lamento porque no creo que vuelva a realizar una edición ampliada de ese libro. En parte me ayudará a salvar dicha falta, esta publicación a través de sitios de Internet.

 ITALIANO, Omar Alfredo – El poeta y cuentista de Ayacucho, nació en el hogar conformado por María Angélica Fiorita y Hermenegildo Luis Italiano, en el año 1924. Su padre fue escritor y periodista.

Tuvo tres hermanos pero desconocemos los nombres. Esto se certifica porque en carta que en 1972 cursara al escritor/historiador ayacuchense, Ángel H. Azeves, le dice: “…he hablado con mis hermanos…”.

Escribió desde la infancia, y explicó: “…he tenido intuitivamente, necesidad de manifestar mis ideas y sentimientos en prosa o poesía, sin forzar mi voluntad para hacerlo así, casi como un impulso natural y placentero siempre para mi intina complacencia y sin interesarme que trascendiera a los demás”.

Fue extremadamente severo en juzgar sus creaciones, lo que lo llevaba a guardarlas sin compartir, salvo un grupo íntimo. Y fueron esos pocos (familiares e íntimos amigos) los que lo indujeron a darlos a conocer en las páginas de un libro.

Éste se tituló “Imaginando Realidades – poemas y cuentos”, y apareció en 4/1998 impreso en Talleres de Gráfica Linares, de Tandil, edición que corrió a cargo de la Municipalidad de Ayacucho. Libro divido en dos partes, l primera con 24 poesías y la segunda con 12 cuentos.

Sus versos criollos llegaron a la Capital de la provincia y sus alrededores de la mano del payador y cantor Rodolfo Lemble, cuando éste se afincara por estas latitudes. Oportunamente le grabaría: “Te debo aquel poema”, con melodía de vals, y las milongas “Con la mejor intención”, “Siempre se aprende”, “Mirando al sur” y “Ni en la loma ni el pozo” ésta como milonga corralera.

Casado con Isabel Nobleza (“Isabelita”), conformaron un hogar que se prolongó en dos gajos: Héctor Omar y Lis Estela. En su vida de todos los día y laboral, fue martillero público.

De sus creaciones aclaró: “Eso sí, estos hijos literarios son auténticamente míos, sin copias ni imitaciones voluntarias, sin intenciones subrepticias, totalmente sin mala fe y por eso asumen íntegramente errores y aciertos si los hubiere”.

Falleció el poeta en su ciudad de radicación, a los 95 años de edad, el 25/09/2019, procediéndose a la cremación de sus restos en la ciudad de Dolores.

Del Anecdotario

En dos oportunidades estuve y compartí palabras con Italiano.

La primera fue el 20/06/1983. En esa década del 80 La Plata vivía un efervescente fervor tradicionalista, encabezado por la Comisión Permanente de la Tradición en La Plata.

En dicha jornada se rendía homenaje a la enseña Patria, en el Monumento a la Bandera de Plaza Belgrano (Avda. 13 e/39 y 34). Se me había designado para el uso de la palabra, cosa que se había vuelto habitual a pesar de que era yo un mozo de 30 años. Mucho público congregaba el homenaje (hoy no sería ni parecido). Concluido el acto, con mucha gente formando corrillos de conversación, se me acerca un señor, sesentón quizás, más vale bajo, que me saluda cortésmente, me felicita por lo dicho, pero… me hace una observación: “Le recomiendo que la próxima vez que hable, no lea, improvise, hágalo sin papel”. Le respondí algo así como que “eso era imposible”. Pero su dicho había calado profundamente en mí. Y ocurrió que para el próximo discurso, ni lo estudié de memoria ni llevé algo escrito, ni siquiera apuntes. Y así fue de ahí en más. Gracias al aporte de este hombre.

La segunda ocurrió el 24 o 25/09/1999, tres lustros y yapa después. En la ocasión viajamos a Ayacucho con Manuel Rodríguez para asistir a la presentación del libro “Del Chiripá al Pantalón” de Abel Gari. Tras el acto, éste nos invitó a su casa a compartir unas empanadas y un vaso de vino, y allí departimos y compartimos con Omar, tratando de recordar viejos versos a dos voces, como fue el caso de “El Despido”, hasta pasadas las 3.30 de la noche.

En un momento dado después de medianoche Omar se retiró y volvió al rato con un ejemplar de su reciente libro, con una dedicatoria estampada: “Para Carlos R. Risso materializando la permanencia de mi vínculo que aunque signado por largas ausencias nunca fue negado ni olvidado; dejo en tus manos cuatro emociones que en letras se hacen realidad”. Algo de lo que dice tiene que ver con que no gustaba responder la correspondencia que se le enviaba… y yo le escribía.

                                                                                                       La Plata, 12/01/2025

Carlos Raúl Risso E.-