domingo, 31 de julio de 2016

PONCHO DE CUERO

Cuando en abril de 2015 nos acercamos a visitar el “10° Encuentro de Sogueros y Guasqueros” en Cañuelas, no solo vivimos una hermosa jornada de cultura criolla, sino que tuvimos la oportunidad de ver algunas curiosidades y rarezas.
Allí, en el puesto que la artesana talabartera de Talar de Pacheco, Graciela Roso compartía con su compañero, el muy paisano y buen soguero de Navarro, Abel González, pudimos observar un magnífico “poncho de cuero”, réplica en medidas y peso -según ambos nos refirieran-, del que poseyera D. Justo José de Urquiza. ¡Nos quedamos maravillados! ante la calidad y delicadeza del trabajo.
Esta referencia nos puso a trabajar hurgando en la memoria, y si bien alguna vez pudimos haber leído algo, la primera noticia que se nos presentaba, era un verso escrito por el payador Aldo Crubellier, con el que obtuviera un premio en 1988; también se nos cruzaba un trabajo del poeta Roque Bonafina, pero éste había escrito sobre la confección de “ponchos encerados”.
Decía Crubellier que el gaucho “Antes que el poncho araucano…” tuvo la necesidad “de usar un poncho de cuero.”. Y entonces lo confeccionaba y procedía del siguiente modo: “Tras de matar desollaba / y luego de estar oreado / prolijamente sobado / como gamuza quedaba. En el recado lo usaba / sirviendo como bajera, / en invierno o primavera / fue choza, fue cobertizo, / su poncho de yeguarizo / aquí como en la frontera”.
Entendemos que allí hay una síntesis completa de su existencia y uso.
Poncho de Cuero que perteneció a Justo José de Urquiza 

Aún hoy se suele decir entre nuestros paisanos cuando tienen que cuerear un caballo, que “le van a sacar el poncho”; cuando en años ya lejanos escuché esa expresión, no se me dio por asociarla a la tan característica pilcha criolla, pero ahora recapacito y pienso, que implica una tradición oral, aunque se haya perdido la conciencia de su práctica usual.
Habiendo sido el nuestro un país de innegable conformación ecuestre, habiéndose logrado la existencia del gaucho como un notable pastor ecuestre, y habiéndose vivido por lo tanto una etapa socio-cultural bien definida como “edad del cuero”, no es de extrañar entonces, que el cuero le brindase la materia prima para cantidad de pilchas; y del mismo modo que se confeccionó el calzado con el cuero del yeguarizo -las mentadas botas de potro-, cuando por algún motivo no dispuso de éste supo utilizar en su reemplazo el cuero de vaca (aunque no por esto se le cambió el nombre); del mismo modo supo utilizar este cuero también para confeccionar su poncho.
Y así lo ha sabido relatar ese gran conocedor de la vida de la campaña que fue don Aron Esevich, cuando en su libro “Campos de Afuera”, en el cuento “Don Miguel Torres”, nos sitúa en una “esquina” ubicada por Capilla del Señor, y nos presenta a un resero al que apoda “Paraguay”, y lo presenta diciendo: “…gastaba poncho de cuero de vaca yaguané, por lo que aparecía listado, alegre”. Si mal no interpreto, por lo que refiere, el cuero estaba sin lonjear, conservando el pelo.
Y agrega de la confección haciendo participar al personaje del título: “A caballo y emponchado, el resero se semejaba más a un toldo pampa que a cosa ninguna. Sus piernas, al asomar debajo de la panza del caballo, acompañaban el tranco alegre del pingo lidiado con maestría. Miguelito ayudó a descarnar y macetear aquel poncho, hasta darle textura liviana y suave.”
Ahora bien, el poncho, muchas veces considerado como una creación propiamente nuestra, ha sido mi entender una prenda universal, que sí puede haber tomado en América y entre nosotros aspectos particulares, pero este caso del “poncho de cuero”, bien puede considerárselo “criollo”.
Del poncho se refiere que ya es citado por el poeta Virgilio, cuando pone a la reina Dido, enamorada, tejiendo un poncho que será la prenda que vestirá Eneas con posterioridad al incendio de Troya, y lo describe: “…un paño rectangular de unos dos metros de largo por más o menos uno de ancho, con un orificio en medio para pasar la cabeza”.
Pero volviendo nosotros al que nos ocupa, nos referenciamos en ese sabio español conocido como Diego Abad de Santillán, refugiado en nuestra Patria durante el gobierno del Generalísimo Franco, a la que como agradecimiento le legó una cantidad de obras de carácter nacional, como su “Diccionario de Argentinimos (de ayer y hoy)”, donde deja constancia al escribir: “poncho hecho de un cuero de potro, sobado, que se usó en la campaña bonaerense hasta que se lo reemplazó por el poncho pampa, introducido por indios pampas y araucanos”.
Algo similar ya había aportado anteriormente Alfredo Taullard cuando en su “Tejidos y Ponchos Indígenas de América”, había agregado: “Este poncho lo fabricaban los mismos gauchos con el cuero de potro cuidadosamente sobado, hasta dejarlo flexible como una gamuza…”; y dice de la forma de portarlo: “se llevaba de bajera en el recado, para tenerlo a mano cuando las circunstancias lo requirieran”.
Si bien se habla de la región bonaerense, en “El Poncho - Arte y Tradición”, de Eguiguren/Vega, se agrega que “En el Uruguay su uso rural se extendió hasta bien entrado el Siglo XX”.
Graciela Roso, creadora de la replica del histórico poncho de cuero

Ahora, como nuestra búsqueda comenzó por la magnífica prenda confeccionada por Graciela Roso, siguiendo sus referencias, encontramos en nuestra biblioteca una publicación del Museo Histórico Nacional (Defensa 1600), Boletín N° 3 – 06/2000, y en ella, con la firma de Juan José Cresto, un artículo titulado “El poncho en nuestra vida y en nuestra historia”, y en él, al referirse a los veintiséis (26) ponchos históricos que atesora el Museo, entre los que fueron propiedad de Urquiza, describe un “poncho de gamuza blanca. Sus puntas son redondeadas y sus dimensiones no son demasiado grandes: 1.47 x 1.89 m”. Acá se nos plantea la duda porque dice “gamuza” y no “cuero de potro”, pero ya vimos al principio, que bien sobado el cuero, “como gamuza quedaba”.
Agrega Cresto la ficha inventario del Museo donde figura registrado como: “Objeto N° 2964: De gamuza blanca, circundado por cinta de seda granate y un fleco del mismo color. La abertura central está rodeada por una cinta granate y una cinta idéntica cruza la pieza de extremo a extremo en ambos lados… Perteneció al general Justo José de Urquiza. Donación de la familia de Urquiza, 29-VIII-1904”.
Para nuestra, el ya citado libro de Eguiguren/Vega, traía una foto de la aludida prenda histórica, de donde la tomamos prestada para ofrecerla a la observación de los lectores, junto a otra por nosotros tomada en el encuentro de Cañuelas.
El Poncho de Cuero: una prenda prácticamente olvidada que ha sido recuperada por la artesana Graciela Roso.
                                          La Plata, 31 de octubre de 2015

(Publicado en El Tradicional N° 139)

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