El hecho de encontrarnos ahora rumbo al
segundo de los “Bicentenarios Patrios”, nos hace pensar y reflexionar que, de
lo que era en aquellos tiempos “el interior bonaerense”, escasos o muy escasos
fueron los representantes de las entonces poblaciones pioneras, que aportaron ‘mentes
ilustradas’ para juntas y congresos; en la otra cuestión en la que sí aportaron
“gente de pata al piso”, fue en la integración de los bisoños ejércitos que
comenzarían las duras y largas luchas de la independencia, poblada la gesta de
‘soldados anónimos’.
Parroquia de Magdealena |
Este lugar desde el que estoy
escribiendo esta pretensión de nota, la Ciudad de La Plata, era entonces
inexistente, y al sitio se lo conocía como “las lomas de la Ensenada”, en
virtud que a corta distancia y sobre la costa del Plata, se encontraba la
población de dicho nombre, el Fuerte y también el puerto, y podría decirse que
todo quedaba inserto dentro de lo que, casi desde los tiempos de Garay, se
nominaba “Pago de la Magdalena”, ya para entonces, a más de 220 años de las
andanzas de aquel vasco conquistador, “el viejo” Pago de la Magdalena.
Para buscar un orden cronológico,
citaremos primero al Presbítero Dr. Manuel Maximiliano Alberti.
Hijo de Doña Juana Agustina Marín y D.
Antonio Alberti, había nacido en Buenos Aires el 28/05/1763, habiendo estudiado
en el Real Colegio de San Carlos, del que pasó a la Universidad de Córdoba,
donde en 1785 se recibe de doctor en Teología, siendo ordenado sacerdote al año
siguiente y destinado a la Parroquia de la Concepción de Buenos Aires. Cuatro
años después, al quedar vacante el curato de la Magdalena, es designado cura
vicario interino para la parroquia de Santa María Magdalena, a la que llega en 09/1790
y permanece un año, renunciando (presumiblemente por problemas de salud, según
su biógrafo Guillermo Durán), el 26/10/1791, pero… curiosamente retorna por
otro año, desde el 1/03/1793 al 21/02/1794.
Más allá de atender el oficio religioso,
se abocó a la reconstrucción y ampliación del templo parroquial.
Frente al actual edificio, alguna vez
cavilamos que quizás, durante los sermones dominicales, solapadamente -o no-
pudo haber transmitido a sus súbditos los nuevos idearios que se expondrían en
los días de mayo.
Justamente al sucederse estos -cuando
era párroco de la Iglesia de San Nicolás-, interviene activamente de las
reuniones, por cuya actuación finalmente es elegido “vocal” al constituirse la
Primera Junta de Gobierno, aclamado por el pueblo que exigía un lugar para él, siendo el único sacerdote que la integra;
continuando en su cargo al conformarse la Junta Grande, pero los fuertes
intercambios políticos, las acaloradas discusiones no pintaban la situación
color de rosa, y tras arduos debates del día 28/01/1811, fallece tres días más
tardes, posiblemente a consecuencia de un síncope cardíaco, siendo el primer
miembro del gobierno patrio en fallecer, triste privilegio en el que prontamente
lo seguiría Mariano Moreno.
Presbítero Dr. Manuel Maximiliano Alberti |
Con este compartió la labor en “La
Gazeta”, de la que fue redactor y su primer director.
A su pedido, sus restos fueron
sepultados en la Iglesia de San Nicolás, sitio en el que actualmente está
emplazado el Obelisco porteño, motivo por el cual se desconoce el destino de
los mismos.
Otro
sacerdote con algunos vínculos con “el viejo pago”, es Dámaso Fonseca, quien
había nacido en Buenos Aires el 18/12/1763, en el hogar de Doña Micaela Veguío
y Don Juan Gómez de Fonseca. Tras los estudios básicos en la “gran aldea”, sus
padres lo envían a Córdoba, donde cursa en su Universidad y en 07/1785 egresa
-antes de cumplir 23 años-, como Doctor en Teología.
Ya de retorno en su ciudad de nacimiento
fue ordenado sacerdote en 8/1788 por el Obispo Azamor y Ramírez, y apenas un
año después, el 26/09/1789 asume como “cura y vicario” en la Iglesia de
Magdalena, donde cumple un breve interinato, a raíz del cual Andrés Calcagno
opinó: “En ese curato apartado de la capital halló el doctor Fonseca ancho
campo donde ejercer su celo, edificando a sus feligreses con su conducta y con
su constante aplicación al estudio…”.
Ejercía su sacerdocio en la Parroquia de
la Concepción, cuando el 21/05/1810 recibe la invitación para participar del
Cabildo del día siguiente, en el que vota a favor de constituir una forma de
gobierno que reemplace el poder del Virrey, donde “no quede duda de que el
pueblo es el que confiere la autoridad y el mando”.
Decididamente identificado con los
nuevos idearios, en representación de la Ciudad de Maldonado, fue nombrado
Diputado a la Asamblea de 1813.
Andando el tiempo, el 10/07/1815. El
Director Supremo Álvarez Thomas, en atención a la constitución del congreso que
se avecinaba, invita a la población a designar “electores” para integrar la
Junta que debería elegir los diputados que la representarían en Tucumán. Se
procedió entonces a la división del territorio en nueve secciones que debían
contar con un mínimo de 5000 habitantes cada una. Fueron: San Nicolás de los
Arroyos, Pilar, Arrecifes, Luján, San Isidro, San José de Flores, Magdalena y
San Vicente; de todas, solamente Magdalena y Arrecifes tuvieron dos
representantes en la Junta, que en este caso fueron el Presbítero Domingo
González Gorostizu y el vecino Don León Ortiz de Rozas.
Este sacerdote fue párroco en Santa
María de Magdalena desde 1798 hasta el 15/1/1829, siendo el primer sacerdote de
larga permanencia en el lugar. Tenía un hermano menor también religioso, Ramón,
quien fue su permanente colaborador a partir de 1806.
Don León Ortiz de Rozas |
Por su parte, Don León Ortiz de Rozas,
destacado y prominente vecino, fue administrador de los bienes de la corona por
un espacio de casi diez años, hasta que en 1806 comienza a administrar las
propiedades rurales que su esposa Agustina López Osornio heredara de su padre
en tierras del “viejo pago”, convirtiéndose en hacendado. Su sobrino Lucio V.
Mansilla lo describió y definió: “…bondadoso y paciente (…) La memoria que dejó
entre los suyos y todos los que le conocieron fue la de un hombre sin reproches”.
Volviendo a la Junta porteña, González
Gorostizu apoyó con su voto, la elección de los Dres. Sola, Zavaleta, Leiva y
Gascón, y de los sacerdotes Perdriel, Guerra y Grela; mientras que Ortiz de
Rosas votó por los doctores Paso, Gascón, Zavaleta, Maza y Sáenz, el religioso
Rodríguez, y el Mayor Gral. Cruz.
Finalmente, los representantes por
Buenos Aires en el Congreso de Tucumán, que abrió sus sesiones el 24/03/1816,
fueron: los doctores Juan José Paso (fue el Secretario), Pedro Medrano, Esteban
Agustín Gascón, Tomas Manuel de Anchorena, y el también sacerdote Antonio
Sáenz, a los que hay que sumar a Fray Cayetano J. Rodríguez, que fue el
encargado de redactar el acta de la independencia, al mismo tiempo que fue
director y redactor del diario de sesiones del benemérito Congreso.
A grandes rasgos y casi ya a 200 años de
aquellos sucesos, esta es la reseña del pequeño aporte magdalenense, a las
gestas iniciales de la Patria.
La Plata, 30/01/2016
Bibliografía
Básica
Calcagno,
Andrés – “Apuntaciones Históricas sobre Magdalena”
Carranza
Mármol, Ángel G. – “Cartilla Biográfica de los Diputados que Firmaron el Acta
de la
Independencia”
Citterio,
Diego (Lic.) – “Parroquia de Magdalena a Fines del S. XVIII”
Roncoroni,
Atilio (Dr.) – “Los Abogados en el Congreso de Tucumán”(Publicado en la página web de El Tradicional, con fecha 10/08/2016)
Excelente reseña. Muchas gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias por el elogio. Y gracias por visitar el sitio
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