Salvando una deuda – Ni cuando hice el micro radial de 200 emisiones titulado “Poetas criollos y… otras yerbas”, en la audición “Canto en Azul y Blanco” de Oscar Lanusse, por Radio Universidad Nacional de La Plata; ni cuando a la mayoría de esos trabajos los compilé con forma de libro en “150 Semblanzas de Poetas Criollos Bonaerenses” en 2023, incluí al poeta Omar Italiano. Fue una desgraciada omisión que no tiene explicación alguna, y más lo lamento porque no creo que vuelva a realizar una edición ampliada de ese libro. En parte me ayudará a salvar dicha falta, esta publicación a través de sitios de Internet.
Tuvo tres hermanos pero desconocemos los nombres.
Esto se certifica porque en carta que en 1972 cursara al escritor/historiador
ayacuchense, Ángel H. Azeves, le dice: “…he
hablado con mis hermanos…”.
Escribió desde la infancia, y explicó: “…he tenido intuitivamente, necesidad de
manifestar mis ideas y sentimientos en prosa o poesía, sin forzar mi voluntad
para hacerlo así, casi como un impulso natural y placentero siempre para mi
intina complacencia y sin interesarme que trascendiera a los demás”.
Fue extremadamente severo en juzgar sus
creaciones, lo que lo llevaba a guardarlas sin compartir, salvo un grupo
íntimo. Y fueron esos pocos (familiares e íntimos amigos) los que lo indujeron
a darlos a conocer en las páginas de un libro.
Éste se tituló “Imaginando Realidades – poemas y
cuentos”, y apareció en 4/1998 impreso en Talleres de Gráfica Linares, de
Tandil, edición que corrió a cargo de la Municipalidad de Ayacucho. Libro
divido en dos partes, l primera con 24 poesías y la segunda con 12 cuentos.
Sus versos criollos llegaron a la Capital de la
provincia y sus alrededores de la mano del payador y cantor Rodolfo Lemble,
cuando éste se afincara por estas latitudes. Oportunamente le grabaría: “Te
debo aquel poema”, con melodía de vals, y las milongas “Con la mejor intención”,
“Siempre se aprende”, “Mirando al sur” y “Ni en la loma ni el pozo” ésta como
milonga corralera.
Casado con Isabel Nobleza (“Isabelita”), conformaron
un hogar que se prolongó en dos gajos: Héctor Omar y Lis Estela. En su vida de
todos los día y laboral, fue martillero público.
De sus creaciones aclaró: “Eso sí, estos hijos literarios son auténticamente míos, sin copias ni
imitaciones voluntarias, sin intenciones subrepticias, totalmente sin mala fe y
por eso asumen íntegramente errores y aciertos si los hubiere”.
Falleció el poeta en su ciudad de radicación, a los 95 años de edad, el 25/09/2019, procediéndose a la cremación de sus restos en la ciudad de Dolores.
Del Anecdotario
En dos oportunidades estuve y compartí palabras con Italiano.
La primera fue el 20/06/1983. En esa década del 80
La Plata vivía un efervescente fervor tradicionalista, encabezado por la
Comisión Permanente de la Tradición en La Plata.
En dicha jornada se rendía homenaje a la enseña
Patria, en el Monumento a la Bandera de Plaza Belgrano (Avda. 13 e/39 y 34). Se
me había designado para el uso de la palabra, cosa que se había vuelto habitual
a pesar de que era yo un mozo de 30 años. Mucho público congregaba el homenaje
(hoy no sería ni parecido). Concluido el acto, con mucha gente formando
corrillos de conversación, se me acerca un señor, sesentón quizás, más vale
bajo, que me saluda cortésmente, me felicita por lo dicho, pero… me hace una
observación: “Le recomiendo que la
próxima vez que hable, no lea, improvise, hágalo sin papel”. Le respondí
algo así como que “eso era imposible”. Pero su dicho había calado profundamente
en mí. Y ocurrió que para el próximo discurso, ni lo estudié de memoria ni
llevé algo escrito, ni siquiera apuntes. Y así fue de ahí en más. Gracias al aporte
de este hombre.
La segunda ocurrió el 24 o 25/09/1999, tres
lustros y yapa después. En la ocasión viajamos a Ayacucho con Manuel Rodríguez
para asistir a la presentación del libro “Del Chiripá al Pantalón” de Abel
Gari. Tras el acto, éste nos invitó a su casa a compartir unas empanadas y un
vaso de vino, y allí departimos y compartimos con Omar, tratando de recordar
viejos versos a dos voces, como fue el caso de “El Despido”, hasta pasadas las
3.30 de la noche.
En un momento dado después de medianoche Omar se retiró y volvió al rato con un
ejemplar de su reciente libro, con una dedicatoria estampada: “Para Carlos R. Risso materializando la
permanencia de mi vínculo que aunque signado por largas ausencias nunca fue
negado ni olvidado; dejo en tus manos cuatro emociones que en letras se hacen
realidad”. Algo de lo que dice tiene que ver con que no gustaba responder
la correspondencia que se le enviaba… y yo le escribía.
La Plata, 12/01/2025
Carlos Raúl Risso E.-
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