LR 11 – Radio
Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 93– 11/11/2018
Con su licencia,
paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor
luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
Hacia
fines del Siglo 19 (centuria del 1800), el tradicional rancho de barro y paja gana
cierto confort, cuando en la cocina -el lugar de ‘estar’ de sus ocupantes-,
comienza a reemplazarse el “fogón” armado en el suelo, en el centro del espacio,
por la “cocina económica”.
A
partir de la instalación de ésta, dicho ambiente deja de ser un lugar tapizado
de humo y hollín, a la vez que gana cierto orden y comodidad para las tareas
hogareñas. Hasta entonces el “fogón” era el sitio de reunión y donde cocinar;
de una cadena pendiente de la cumbrera con un gancho en la punta se colgaba una
olla sobre las brasas, o una pava grande para tener a mano agua caliente; en el
redondel del “fogón” se clavaba un asador, como también se acomodaban las
trebes para apoyar sobre ellas otros utensilios. Pues bien: todo eso comenzó a
cambiar con la llegada de la “cocina
económica”.
Ésta
ya había aparecido en Europa en los últimos años de la centuria del 1700, provocando
la misma revolución que en nuestros ranchos. Y el nombre de “económica” le
viene de que por su construcción, permitía un mayor aprovechamiento de la leña,
provocando inclusive un menor consumo de la misma y un máximo de
aprovechamiento del calor que producía, de allí entonces que resultaba “económica”.
Ofrecían
sobre la plancha superior, la posibilidad de 2 o 3 hornallas, según fuese su
tamaño, y al centro y al frente, un espacio cerrado con una puerta rebatible,
el horno, lo que permitió a las amas de casa un mayor desarrollo de las artes
culinarias. Sobre uno de sus laterales, algunas cocinas tenían un depósito de
agua, caliente siempre, lista para cualquier uso, como ser cebar mate,
reemplazando a aquella pava que se colgaba del gancho de la cadena. Por otro
lado, el caño de la chimenea -que tenía un corte con una chapa horizontal que
servía para regular el tiraje, cuidando el consumo de la leña-, actuaba como
irradiador de calor en el ambiente.
En
nuestra campaña una marca de estas cocinas se transformó en sinónimo de “cocina
económica”, pues con solo decir “la istilar o una istilar”, estaba todo dicho y
claro.
Istilar
era el apellido de un inmigrante francés que había nacido en 1867 y arribó al
país a los 10 años de edad, en 1878. Radicado en Tres Arroyos se caracterizó
por ser un hombre progresista y emprendedor, creador de un emporio industrial
que llevaba su nombre, y que entre otros muchos productos fabricó las famosas
cocinas económicas “Istilar”… que hasta hoy se siguen nombrando. Falleció en la
ciudad de su radicación, en 1934, a la edad de 67 años.
(Se ilustró con "Peona Corazón de Fierro" de Darío Lemos, que se puede leer en el blog "Antología de Versos Camperos")
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