viernes, 17 de abril de 2020

CAYETANO Y PEDRO DE LA CANAL, héroes del ‘Pago de la Magdalena"


En la lejana niñez, cuando acompañaba a mis abuelos maternos al Cementerio de Magdalena a recorrer las bóvedas y tumbas familiares -limpiando, poniendo flores, cumpliendo con algún aniversario-, en mis andanzas de chiquilín curioso descubrí, en la parte vieja del cementerio, una bóveda pequeña pero muy pulcra, bien blanqueada, en la que, haciendo visera con la mano contra las puertas vidriadas, divisaba en la pared del fondo, al centro, una placa de mármol blanco labrada con una inscripción que llamaba mi atención:

“Aquí descansan los restos del Capitan de GsNs Dn Cayetano de la Canal é hijo Dn Pedro de la Canal Teniente 1° del mismo escuadron murieron peleando valientemente con los Salbajes de la Pampa en San Antonio ala Cabesa de su Escuadron el dia 12 de octubre de 1855 este benemérito y buen amigo murió a los 48 años siete meses y su hijo a los 24 dos meses.
Su esposa e hijos y demás deudos le dedican este recuerdo  pa que inmortalise su memoria y valiente comportacion.”
(Reproducción textual)

Pasaría mucho tiempo para que supiera lo que ese texto significaba.
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Tras la caída de Don Juan Manuel de Rosas, la delicada paz con las tribus de la región pampeana, se rompió, y a partir de allí recrudecieron los malones, cada vez más grandes y destructivos. Las nuevas autoridades, en vez de acordar y firmar tratados, optaron por la acción bélica represiva, que a pesar de ser encabezada por prestigiosos militares, era coronada habitualmente, por resonantes fracasos.
Corre 1855. El Gral. Manuel Hornos está a cargo de la Frontera Sur con asiento en Azul (frontera interior, donde por años estuvo el Cnel. Pedro Rosas y Belgrano). El campo se mueve y mucho. Hay anuncios de una gran invasión maloquera que pone en alerta al gobierno y todas las fuerzas militares de provincia.
Hornos, el 8 de septiembre, le ordena al Comandante Nicanor Otamendi (que en 1853 se había reincorporado como Teniente Coronel de Milicias), que con unos 80 milicianos y 50 húsares, se adelante a batir las fuerzas invasoras. Integrando esas fuerzas marchan el Capitán Cayetano De La Canal y su hijo el Teniente 1° Pedro.
A poco de iniciada la marcha desde Azul, la tropa comienza a ser acosada por partidas de indios. Así, el día 12 llegan a la Ea. “San Antonio” de José Gerónimo de Iraola, en territorio del hoy partido de Benito Juárez, a una legua aproximadamente de la actual ciudad de tal nombre.
Con la situación cada vez más complicada y belicosa, con tropas indias que aumentaban continuamente (se habla de más de 2000 guerreros), Otamendi ordena a sus fuerzas introducirse al gran corral de palo a pique de la estancia -encerrando incluso la caballada-, con la intención de resistir hasta el arribo de refuerzos.
En la madrugada del 13 el jefe Yanquetruz ordena el ataque; Otamendi alista a los tiradores, y la astucia indígena contrarresta el poder de las balas mandando adelante la caballada y atrás los guerreros de a pie. La lucha es encarnizada, a lo que los soldados deben agregar las atropelladas de sus propios caballos, enloquecidos dentro del corral por el estruendo y el griterío.
Resultado: de los 126 hombres de Otamendi, 124 resultaron muertos; uno, apellidado Roldán, dado por muerto sobrevivió y es la voz del relato de lo ocurrido. Otro fue cautivado vivo, era un “trompa”.
Oscar Alberto Julianelli, autor de la novela histórica “Un alarido en el desierto”, pone en la voz de Roldán, el relato de cómo fueron los últimos momentos de los De La Canal. Dice el testigo: “Vi morir al Teniente De La Canal alcanzado de un bolazo en plena frente. Nunca podré olvidarme de esto puesto que el hijo del Teniente, también soldado, vio al indio que había matado a su padre y se le tiró encima con una furia y una rabia increíble. Tenía tanto odio y tantas ganas de venganza encima, que el salvaje, a pesar de ser mucho más grande, no aguantó ni un minuto; tres sablazos cruzados y un montón de patadas acabaron brutalmente con él. Después -continuó Roldán-  un lanzazo por la espalda acabó con la vida del joven De La Canal”.
Dramática la descripción. Lo mismo se dice de la muerte de Otamendi, que cayó matando a destajo.
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Al momento del trágico suceso, Don Cayetano junto a su esposa María Ramírez y sus hijos (el aludido Pedro y otro de nombre Victorio que posteriormente sería fundador de Necochea), poblaban una estancia en la actual zona de Gándara, partido de Chascomús. Don Cayetano había nacido en febrero de 1807.
Era hijo de Don Juan José De La Canal Rivero y Doña Micaela Gómez de Saravia y Ponce de León, que supo ser Teniente Alcalde del “Pescado” y luego Juez de Paz, quien tenía su estancia en las vecindades del citado arroyo, zona en la que la familia de su esposa, eran pobladores muy antiguos.
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El lector atento habrá comprobado que hay diferencias en las fechas del combate, entre la apuntada en la lápida y la dada por los historiadores, siendo la correcta la del 13/09/1855.
En cuanto a la cantidad de soldados de Otamendi, ocurre lo mismo, yendo de los 186 que menciona Estanislao Zeballos, a 130, 128 y los 126 con que nosotros nos hemos quedado.
A más de un siglo y medio de aquellos tristes momentos, valga el recuerdo para aquellos poco recordados héroes del “Pago”.
La Plata, 18 de Marzo de 2019


Bibliografía
Zeballos, Estanislao – “Callvucurá y la dinastía de los Piedra” (1961)
Sarramone, Alberto – “Catriel y los indios pampas” (1993)
De La Canal, Rodolfo – Estudios Genealógicos de “La Plata vive”
Julianelli, Oscar A. – “Un alarido en el desierto” (2000)
Cravacuore, Fulvio – “San Antonio de Iraola” (Diario Democracia, 18/08/1955)
Thill, José y otros – “La Conquista del Desierto 1536 / 1879” (Dcion. Geodesia bonaerense,
                                 1987)

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