En la lejana niñez, cuando acompañaba a
mis abuelos maternos al Cementerio de Magdalena a recorrer las bóvedas y tumbas
familiares -limpiando, poniendo flores, cumpliendo con algún aniversario-, en
mis andanzas de chiquilín curioso descubrí, en la parte vieja del cementerio,
una bóveda pequeña pero muy pulcra, bien blanqueada, en la que, haciendo visera
con la mano contra las puertas vidriadas, divisaba en la pared del fondo, al
centro, una placa de mármol blanco labrada con una inscripción que llamaba mi
atención:
“Aquí descansan
los restos del Capitan de GsNs Dn Cayetano de la Canal é hijo Dn Pedro de la
Canal Teniente 1° del mismo escuadron murieron peleando valientemente con los
Salbajes de la Pampa en San Antonio ala Cabesa de su Escuadron el dia 12 de
octubre de 1855 este benemérito y buen amigo murió a los 48 años siete meses y
su hijo a los 24 dos meses.
Su esposa e
hijos y demás deudos le dedican este recuerdo
pa que inmortalise su memoria y valiente comportacion.”
(Reproducción textual)
Pasaría mucho tiempo para que supiera lo
que ese texto significaba.
………………
Tras la caída de Don Juan Manuel de
Rosas, la delicada paz con las tribus de la región pampeana, se rompió, y a
partir de allí recrudecieron los malones, cada vez más grandes y destructivos.
Las nuevas autoridades, en vez de acordar y firmar tratados, optaron por la
acción bélica represiva, que a pesar de ser encabezada por prestigiosos
militares, era coronada habitualmente, por resonantes fracasos.
Corre 1855. El Gral. Manuel Hornos está
a cargo de la Frontera Sur con asiento en Azul (frontera interior, donde por
años estuvo el Cnel. Pedro Rosas y Belgrano). El campo se mueve y mucho. Hay
anuncios de una gran invasión maloquera que pone en alerta al gobierno y todas
las fuerzas militares de provincia.
Hornos, el 8 de septiembre, le ordena al
Comandante Nicanor Otamendi (que en 1853 se había reincorporado como Teniente Coronel
de Milicias), que con unos 80 milicianos y 50 húsares, se adelante a batir las
fuerzas invasoras. Integrando esas fuerzas marchan el Capitán Cayetano De La
Canal y su hijo el Teniente 1° Pedro.
A poco de iniciada la marcha desde Azul,
la tropa comienza a ser acosada por partidas de indios. Así, el día 12 llegan a
la Ea. “San Antonio” de José Gerónimo de Iraola, en territorio del hoy partido de
Benito Juárez, a una legua aproximadamente de la actual ciudad de tal nombre.
Con la situación cada vez más complicada
y belicosa, con tropas indias que aumentaban continuamente (se habla de más de
2000 guerreros), Otamendi ordena a sus fuerzas introducirse al gran corral de
palo a pique de la estancia -encerrando incluso la caballada-, con la intención
de resistir hasta el arribo de refuerzos.
En la madrugada del 13 el jefe
Yanquetruz ordena el ataque; Otamendi alista a los tiradores, y la astucia
indígena contrarresta el poder de las balas mandando adelante la caballada y
atrás los guerreros de a pie. La lucha es encarnizada, a lo que los soldados
deben agregar las atropelladas de sus propios caballos, enloquecidos dentro del
corral por el estruendo y el griterío.
Resultado: de los 126 hombres de
Otamendi, 124 resultaron muertos; uno, apellidado Roldán, dado por muerto
sobrevivió y es la voz del relato de lo ocurrido. Otro fue cautivado vivo, era
un “trompa”.
Oscar Alberto Julianelli, autor de la
novela histórica “Un alarido en el desierto”, pone en la voz de Roldán, el
relato de cómo fueron los últimos momentos de los De La Canal. Dice el testigo:
“Vi morir al Teniente De La Canal
alcanzado de un bolazo en plena frente. Nunca podré olvidarme de esto puesto
que el hijo del Teniente, también soldado, vio al indio que había matado a su
padre y se le tiró encima con una furia y una rabia increíble. Tenía tanto odio
y tantas ganas de venganza encima, que el salvaje, a pesar de ser mucho más
grande, no aguantó ni un minuto; tres sablazos cruzados y un montón de patadas
acabaron brutalmente con él. Después -continuó Roldán- un lanzazo por la espalda acabó con la vida
del joven De La Canal”.
Dramática la descripción. Lo mismo se
dice de la muerte de Otamendi, que cayó matando a destajo.
………………
Al momento del trágico suceso, Don
Cayetano junto a su esposa María Ramírez y sus hijos (el aludido Pedro y otro
de nombre Victorio que posteriormente sería fundador de Necochea), poblaban una
estancia en la actual zona de Gándara, partido de Chascomús. Don Cayetano había
nacido en febrero de 1807.
Era hijo de Don Juan José De La Canal
Rivero y Doña Micaela Gómez de Saravia y Ponce de León, que supo ser Teniente
Alcalde del “Pescado” y luego Juez de Paz, quien tenía su estancia en las vecindades
del citado arroyo, zona en la que la familia de su esposa, eran pobladores muy
antiguos.
………………
El lector atento habrá comprobado que
hay diferencias en las fechas del combate, entre la apuntada en la lápida y la
dada por los historiadores, siendo la correcta la del 13/09/1855.
En cuanto a la cantidad de soldados de
Otamendi, ocurre lo mismo, yendo de los 186 que menciona Estanislao Zeballos, a
130, 128 y los 126 con que nosotros nos hemos quedado.
A más de un siglo y medio de aquellos
tristes momentos, valga el recuerdo para aquellos poco recordados héroes del “Pago”.
La Plata, 18 de Marzo de 2019
Bibliografía
Zeballos,
Estanislao – “Callvucurá y la dinastía de los Piedra” (1961)
Sarramone,
Alberto – “Catriel y los indios pampas” (1993)
De
La Canal, Rodolfo – Estudios Genealógicos de “La Plata vive”
Julianelli,
Oscar A. – “Un alarido en el desierto” (2000)
Cravacuore,
Fulvio – “San Antonio de Iraola” (Diario Democracia, 18/08/1955)
Thill,
José y otros – “La Conquista del Desierto 1536 / 1879” (Dcion. Geodesia
bonaerense,
1987)
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