“Casa de Posta”, o “Posta” a secas, así se llamaba a un sistema establecido fundamentalmente, para facilitar el viaje de los correos, el que se extendió también a los viajeros. Dicho sistema lo heredamos del que se utilizaba en España, donde: “Las primeras disposiciones reales sobre los correos -tanto de a pie como de a caballo-, aparecen en el año 1260”.
En
definitiva, la “casa de posta”, era
la “Parada donde tomaban caballos de
refresco los correos y los que viajaban en posta”, según lo define el
Diccionario de la Lengua.
O sea que
en origen, los caminos en los que se establecían “postas” estaban signados por el recorrido que debían hacer los
correos oficiales, ya que éstas se establecían “en las principales poblaciones a lo largo de las líneas de correos y
en las vías principales para proveer el suministro de caballos necesario para
realizar los viajes. Muchas servían también de parada de diligencias para
viajeros”.La Posta, Santa Fe, 1858 - Jean León Palliere
En un trabajo denominado “Divagaciones
Semánticas”, se infiere que: “correo y posta, son sinónimos; ‘correo’
deriva de ‘correr’, da idea de movimiento rápido, de transporte con velocidad,
de comunicación entre dos lugares. Esta fue la voz que primero difundieron los
persas y griegos, y luego los romanos dispersaron por toda Europa durante sus
conquistas; ellos fueron los inventores de las ‘postas’ y llamaron “cursus” al ‘correo’ que era la comunicación
entre distintos puntos de las regiones conquistadas. Y para hacerlo funcionar
establecieron ‘postas’, palabra que
significa ‘algo instalado, edificado, firmemente fijado’.”, y tomamos
prestado este saber de la Revista “Postas Argentinas”.
En su
libro “Travesías de Antaño…”, dice Don Carlos Moncaut que: “La palabra posta deriva del latín ‘posita’ (o “positus”), y agregamos que significa “colocado” o “apostado”, porque los caballos de los correos
estaban efectivamente apostados a distancias fijas para servir de relevos.
Continúa Moncaut: “Ya se hacía uso (de
la “posta”) en la Persia antigua”. (Aprox. antes del año 800 el poderoso) “Carlo Magno organizó un servicio de correos
sobre la base de ‘postas’ las que siglos más tarde se propagaron por toda Europa”.
El mismo
autor nos informa que el sistema de ‘postas’
existió en toda la América dominada por la Corona Española; entre nosotros, las
primeras se establecieron hacia 1771 (casualmente el año en que aparece escrita
por primera vez la palabra “gaucho”), en el Camino del Norte (hacia Córdoba).
Ya en
1762 el Rey había establecido normas para el funcionamiento de estos
establecimientos de los caminos, y la vigencia de dichas reglas que se
extendieron hacia nuestra tierra “…establecían,
entre otras cosas, que el cargo de ‘maestro de posta’ debería ser desempañado
por un ‘vecino honrado’ que estaría obligado a mantener determinado número de
caballos. El cargo podía pasar, a la muerte del titular, a los hijos, yernos u
otras personas que cuidaran de la posta. Los ‘maestros de postas’ podían
nombrar y remover los postillones de los que se valdrían para el desempeño de
sus cargos. Además de muchos otros privilegios acordados a los ‘maestros de
postas, como el llevar armas y poseerlas, el no poder ser desalojados de las
casas donde habitaren, el no poder se detenido por nadie, ni por la justicia
misma en el camino que debían recorrer para el desempeño de su cometido, les
estaba permitido tener ‘libremente mesón, posada o cualquier granjería, aunque
sí pagando los derechos existentes para tales negocios”.
Estos detalles nos van avisando que no
cualquier lugar apto para una parada en los caminos de ayer, era una ‘posta’, y si no veamos lo que dispone
el gobierno criollo surgido en mayo de 1810, cuando establece su primera
‘carrera de postas’ entre Buenos Aires y la Ensenada de Barragán, o sea entre
las dos localidades con puertos: “cada
posta debía tener una ‘pieza de posta’ que se construiría a 25 varas de la casa
principal, ‘debiendo tener de 10 varas de largo por cinco de ancho, un corredor
a la puerta, 4 catres, una mesa y 4 sillas,
una tinaja con un jarro, estando blanqueada por dentro y fuera”. Además
debía haber en cada “posta” “vino, aguardiente, aceite, vinagre y
legumbre”. Queda claro que acá el gobierno fija el recorrido y hace
construir esas paradas, estableciendo un ‘modelo edilicio’ de “posta”.
Pero esta tipificación no siempre fue aplicada,
y a medida que los caminos se internaban en el desierto más precarias eran las
construcciones de esas obligadas paradas, y han sido los viajeros foráneos
quienes dejaron testimonios de esas carencias. Por ejemplo Pablo Mantegazza,
hacia 1856, en forma muy delicada al arribar a una “posta” escribe: “las dos
urgentísimas necesidades del alimento y del sueño, vuelven sabrosa la pobre
cena y la pobrísima cueva que os esperan”.
Treinta años antes, en su “Viaje por
Buenos Aires, Entre Ríos y la Banda Oriental”, John A. B. Beaumont testimonia en un pasaje que “La segunda posta era bastante mejor que la
primera; el rancho más grande, provisto de puertas con bisagras, y entre otros
muebles tenía varias sillas con respaldo alto y había estampas de santos. El
maestro de posta era aquí una mujer, no mal vestida, que nos recibió con
atención…”.
Otro testimonio interesante es el que
nos brinda el Cmdte. Manuel Prado, cuando rememorando su incorporación a la
Comandancia de Trenque Lauquen, en 1877, a la temprana de edad de 14 años, como
‘cadete aspirante’, cuenta que hasta Chivilcoy el viaje fue en tren, y a partir
de allí en galera. Entonces refiere: “De
pronto oyóse un silbido prolongado y poco después hacíamos alto en la primera
posta. Era un rancho largo, sucio,
revocado con estiércol, especie de fonda, prisión, de pulpería y de fuerte. Al
lado del rancho un mangrullo que el viento cimbraba como si quisiera arrancarlo
del suelo, y más allá un corral de palo a pique donde se apretaban asustadas
unas cuantas yeguas y unos pocos caballo. El todo protegido por un foso enorme,
lleno de agua verdosa y nauseabunda, criadero de sapos y saiguapés.
Eran
dueños u ocupantes del rancho un antiguo sargento del 2° de Infantería y su
mujer -madre de tres mulatillos desgreñados y harapientos, cuya misión en la
vida consistía en vivir, relevándose de vigías sobre el mangrullo-. El ex
sargento tenía lo que él llamaba ‘posada para los viajeros’ cuando la galera no
podía seguir adelante, y despachaba además ginebra, caña, cigarrillos negros y
yerba argentina de lo peor que se puede imaginar…”.Corral de Posta, 1870 (acuarela) - Jean Marie Alfred Paris
En
una reseña histórica de “Correos y Telégrafos de la Argentina”, se puede leer: “Las postas
se establecieron paulatinamente, a medida que las necesidades del servicio lo
requerían y siempre que se encontrara en el lugar elegido un vecino que, a la
par de reunir las condiciones exigidas, estuviera dispuesto a ocupar el puesto”.
Como fácil se comprenderá, alejadas de
la civilización, las “postas” eran
pobrísimas ranchadas. “Muchas de ellas
carecían de los elementos más indispensables y eran simples ranchos a cargo de
un ‘maestro de posta’, que solía ser un rudo y pobre indio”, evoca J. M.
Sáenz Valiente.
No obstante los empresarios de
transporte, ya en la segunda mitad del Siglo 19, hacían esfuerzos por mejorar
sus servicios y valorizarlos, y si no veamos el emprendimiento de Don Timoteo
Gordillo que fue el hombre que modernizó el traslado de las mensajerías.
Ubicándose hacia 1860, dice en sus
Memorias: “Solicité del congreso que me
diera gratis terrenos fiscales entre las Provincias de Santa Fe y Córdoba para
hacer un camino postal directo que uniese a Rosario y Córdoba, con estaciones
cómodas para los pasajeros de cuatro en cuatro leguas; hacer pozos y represas
donde no hubiera agua, levantar fortines
para la defensa contra los indios y otras medidas precaucionales contra los
peligros que en esos caminos había.
Esto
concedido, me puse inmediatamente a la obra, poblando los desiertos. Desde el
Carcaraña al oeste la primera casa de puesta, fue en Las Totoras, 2da. Cañada
de Gómez, 3ra. Ranchos, 4ª . Tortugas. En el Carcaraña hice una casa y un
puente¸ coloqué también una chata en el río con el consentimiento de Dn. Ramón
Medina propietario de esos terrenos.
En
la 5ta posta (Espinillo) hice una casa fortín que consistía en un foso ancho,
de 4 metros por 3 de profundidad con puente levadizo. En ese punto los indios
con frecuencia atacaban a los pasajeros. 6ta posta Los Leones, casa y fortín,
7ma. Los Dos Árboles id. id. 8va. Casares, 9na. Las Palmas, en terrenos
particulares, 10ma El Águila, estación principal, 11ra. Cuchi-Corral, 12da. Las
Chapas, casa particular y posta, 13ra. Bella Vista, 14ta. Casa Villalonga, 15ª.
Río Segundo, posta y casa particular, 16ta. Toledo y de allí a Córdoba.
El
camino medido en línea recta por los ingenieros Saint Remy y Ladrier, daba 72
leguas, desde la Barraca de El Progreso (Rosario) hasta Córdoba, midiendo el
antiguo camino por donde viajaban las mensajerías de Firtal y Ruiseñor, por
cuenta del estado 103 leguas. (lograba un ahorro de 31 leguas, o sea
155 kms.).
Una
vez concluido el camino llevé familias honradas y buenas para ocupar las casas
que había construido en su trayecto”.
Queda claro con lo expuesto, que esas 16
“postas” solo prestarían tales
servicios a las mensajerías de Gordillo, y el recorrido fue acordado con el
gobierno. Por lo tanto, insistimos, no cualquier lugar en que pudieran parar
los viajeros en un camino, era una “posta”
cabal.
En cuanto a la distancia entre “posta” y “posta” no había nada establecido, y la misma dependía del tipo de
camino, podía ser dos leguas y medias, como estas podían ser cinco.
En zonas ya alejadas del ‘problema del
indio”, la vida de “postas” era
distinta. Al respecto, hacia la década de 1880 y en su zona de Dolores, apunta Ambrosio
Althaparro: “La proximidad de la galera a
la posta era anunciada por el mayoral con toques de clarín, que el silencio del
campo permitía oír desde varias cuadras de distancia, provocando la alarma
primero y la disparada después, de la yeguada que hubiese en las inmediaciones.
La inquietud de los caballos en el palenque, confirmaba pronto el arribo de la
galera”.
En aquellos ya lejanos años de la vida
gaucha, llegar a una “posta”, a
pesar de todas las carencias, era arribar a una parada breve, de comodidades
precarias… “Pero llegar a ella
significaba amenizar la rutina del viaje, recibir impresiones, olvidarse de las
molestias sufridas y saborear un buen churrasco”. Que a veces… hay que
ponerle buena cara a las incomodidades de la vida.
La Plata, 8/11/2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario