LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y
BLANCO”
Micro Nº 009 – 08/01/2016
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande,
junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver
si compartimos “Decires de la campaña”.
Cuando allá por 1580 el conquistador español comenzó a
reconocer los campos al sur del Riachuelo de los Navíos, es muy posible que
armase campamentos y fogones a la sombra y al reparo de los tupidos “talares”
de las costas del Plata. Más que centenarias plantas se erigían majestuosas e
ignorantes de lo que después vendría.
Cuando el español ya más seguro, comenzó a internarse en la
pastosa e infinita llanura, al toparse con arroyos, riachos o lagunas, volvió a
disfrutar de la compañía del “talar”, que no solo le ofrecía cobijo sino
también valiosa leña de templada brasa. Valga por ejemplo, el tupido y muy
añoso “talar”, próximo al sitio en que fue fusilado Dorrego, en Navarro.
El desarrollo del “tala” depende de las probabilidades del
agua: donde tiene buena agua dulce al alcance de sus raíces se desarrolla como
un árbol que alcanza una altura de 12 mts., pero también hay versiones de que
pudo alcanzar los 20 mts.!, y este parecería el caso de los “talares” que
fueron convertidos en carbón allá por Gral. Madariaga, a juzgar por la vieja
foto de la zona de los “montes grandes” que publicó Alberto Mola en su libro “Hechos
del Tuyú Viejo”,
Cuando nace en tierras secas y pedregales, con escasa
provisión de agua, es un arbusto que anda entre los 2 y los 4 mts. de altura.
El tupido entramado del “talar” sirve de protección y
amparo a otras especies que a ese monte se entreveran, tal el caso del
espinillo, el chañar, el coronillo, la sombra’e toro y la cina-cina, todas
ellas, plantas y arbustos de tipo espinoso nativas de la América del Sur. No
obstante, hay autores que hablan que la dispersión del “tala” abarca desde
EE.UU. hasta la llanura pampeana, o sea: por casi el todo el continente
Americano.
Si bien su madera es muy buena, tiene por contra que al no
tener un tronco alto y recto (y pasa lo mismo con las ramas), su aplicación
está limitada a trabajos de reducida envergadura.
Pero hay una pilcha criolla que lo recuerda: ese rebenque
de trabajo, a veces algo tosco pero de cabo con buen peso, que llamamos “talero”,
donde ese trozo de rama de tala, va por general retobado en una cola de vaca.
Los teleros han aprovechado su raíz, que hervida, brinda un
color castaño o café, que se fija firmemente y es muy resistente. Por otro lado
se ha usado el te hecho con sus hojas para afecciones del pecho, los resfríos y
las indigestiones.
Tan ligada ha estado su existencia a la vida del hombre de
estas regiones, que en Uruguay y Argentina hay ciudades que se llaman “Tala”, y
localidades como “El Talar”, y así mismo muchas son las estancias denominadas:
“El Tala”, “El Talar” o “Los Talas”.
Poco se conoce que en 08/2015, en C.F. fue declarado por la
Legislatura, “Árbol emblemático de la Ciudad de Buenos Aires”.
(Se ilustra con "Talita del Pedregal" que se encuentra en el blog Poesía Gauchesca y Nativista)
(Se ilustra con "Talita del Pedregal" que se encuentra en el blog Poesía Gauchesca y Nativista)
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