LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y
BLANCO”
Micro N° 18 - 12/03/17
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande,
junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver
si compartimos “Decires de la campaña”.
RANCHO
El hombre, en su evolución, cuando se procuró un refugio
para soportar las inclemencias del tiempo, echó mano a los materiales que tenía
más cerca, y así la tierra amasada, y la madera que le proveían los árboles y
arbusto, fueron elementos primarios en las primitivas viviendas.
Los querandíes tenían chozas de forma más o menos redonda
con una abertura de entrada, cuyas paredes estaban construidas con paja y
barro; y los indios tehuelches que poblaban estas llanuras y que conocemos como
“pampas”, vivían en “toldos” construidos con cueros de diversos animales, que
luego con la aparición del caballo en su vida, harán preferentemente con cueros
de yeguarizos.
Nuestros historiadores no han encontrado antecedentes del
“rancho” en las poblaciones originarias de América, y cuenta Mario Anibal López
Osornio, que la imagen de un rancho por el estilo de los que conocemos, ya aparece
en las ilustraciones de los cronistas que acompañaron a Don Pedro de Mendoza en
su expedición a estas tierras (hablamos de 1536). Por consiguiente, el esquema
constructivo lo trajo el conquistador, y luego los modos y materiales le dieron
características propias.
La voz “rancho” deviene de la marinería, que así designaba
a la frugal comida de abordo, como así también al lugar donde en la embarcación
se reunían a comer los marineros o tripulantes. Estos, una vez en tierra,
siguieron llamando del mismo modo al lugar donde compartían la comida, y
andando el tiempo este se hizo extensivo a la vivienda.
A medida que el hombre se alejaba de las costas del Plata
para adentrarse en la llanura, se le complicó la construcción del “rancho”,
puesto que los talares solo afloraban al borde de alguna laguna, entonces, la
necesidad lo obligó a agudizar el ingenio, y así fue que marcado en el suelo el
tamaño del rancho, se procedía a cavar 60 u 80 cms, y esto permitía que sobre
el nivel de la tierra, se construían paredes y techo que no sobrepasaba el
metro veinte, permitiéndole este recurso, poder aprovechar troncos cortos o
ramas gruesas de otros arbusto que como la cina-cina, no brindan palos largos y
derechos.
En origen, tanto la puerta como la avertura de la ventana
que podía tener, se cubría con trozos de cuero.
El esquema de un “rancho” sencillo, se basa en cuatro
esquineros (uno en cada punta de un rectángulo), dos horcones, una cumbrera
(que es la que divide las dos aguas), dos costaneras o largueros, y las tijeras
y cañas, sobre las que se arma el techo. Podemos completar diciendo con Tito
Saubidet: “paredes de barro, techo de paja y piso de tierra”.
(Los versos de "El Rancho" de Carlos Ma. Cervetti, se pueden leer en "Antología de Versos Camperos")
(Los versos de "El Rancho" de Carlos Ma. Cervetti, se pueden leer en "Antología de Versos Camperos")
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