LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y
BLANCO”
Micro Nº 20 – 26/03/2017
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande,
junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver
si compartimos “Decires de la campaña”.
Rústica estructura que busca ganar altura afianzada en
cuatro palos largos, con sus respectivos travesaños, a la que se asciende por
un embrión de escalera para llegar a lo más alto, donde un piso de ramas o
tablas permitía instalarse a un hombre con el objetivo de vigilar; toda la
construcción sujeta y amarrada en fuertes lonjas de cuero de potro.
Recurso que ideo el hombre para poder tender la vista a
mayor distancia.
Podría sintetizarse diciendo que es una torre o atalaya.
En nuestra región pampeana quizás los primeros “mangrullos”
se erigieron sobre las costas del Plata porque el conquistador iba de a poco
avanzando hacia los campos de afuera, y acá, sobre las márgenes del ancho río,
eran necesarios para tender la vista sobre las marrones agua del río, para
otear si se acercaban embarcaciones de otras banderas, primero, y luego para
tratar de detectar el contrabando de algunos navíos extranjeros en connivencia
con comerciantes locales.
A medida que se fue pretendiendo tomar posesión de la inmensa
llanura, los “mangrullos” comenzaron a emerger en las precarias pero corajudas
avanzadas que el cristiano iba estableciendo en su lenta pero continua marcha.
Allí donde se alzaba la pobreza de un fortín, se destacaba
la presencia de un “mangrullo”, construido con mucho sacrificio y esfuerzo por
la falta de árboles en la llanura, al punto que esas columnas militares debían
transportar entre sus enseres, los palos que después utilizarían en las
distintas construcciones.
En las estancias pioneras, de avanzada, junto a las
ranchadas que se erigían como primera población, también supo estar presente el
“mangrullo”, del mismo modo que supo no faltar en las postas establecidas en
tierras por las que sabían andarse sin problemas los indios, los primitivos
dueños de la tierra.
Fue arma imprescindible en la dura vida de frontera, desde
donde se observaba si el campo se estaba quieto… o si se movía!! ¿Qué cómo se
movía…?, cuando cuadrillas de ñanduces se veían correr allá a lo lejos, o a la
distancia pasaba alguna punta de gamas, o se dejaba ver a deshora cualquier
otro animal, significaba que el campo se movía, y era cuando atrás de esas
huidas de animales, el pampa enseñoraba el horizonte, y así llegaba el momento
crucial en que el “mangrullero” (el milico encargado de otear la lejanía),
pegaba el grito no deseado: “¡Indios…! Indios a la vista!”
El poeta Roberto Coppari, deseaba que otra hubiese sido la
finalidad del “mangrullo”, por eso escribió: “A veces pienso, mangrullo… / si a vos te hubiesen usao, / no pa’ese fin
tan malvao, / pa’ algo más noble, más tuyo;”. Pero en realidad sirvió para
la guerra.
(En "Poesía Gauchesca y Nativista" se podrá encontrar "Canto al Mangrullo" de P. Bianco, que completaba esta página)
No hay comentarios:
Publicar un comentario