LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y
BLANCO”
Micro Nº 34 – 09/07/2017
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande,
junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver
si compartimos “Decires de la campaña”.
Fundamentalmente para las culturas indígenas de esta parte
de América, el “poncho” (prenda de forma rectangular -aunque puede
haber excepciones- y de medidas variables), es realizado por mujeres y para el uso exclusivo de los hombres. Es
prenda masculina por excelencia, con una
abertura en el centro, la boca. Aquellos que no la tienen se denominan “manta”.
Graciela Suárez, investigadora y experta en textiles, dio
esta explicación: “Entre las diferentes
prendas hechas en un telar, el poncho resulta especial, ya que, al ser vestido,
establece una frontera entre lo externo y lo interno: resguarda a quien lo
lleva, manteniéndolo en íntimo contacto consigo mismo, y solo proyecta hacia
afuera su representación”. Vale decir que Graciela Suárez, entre 1995 y 2000
realizó el estudio, la clasificación y el fichado de los tejidos del Dpto.
Científico de Arqueología del Museo de La Plata.
Esta pilcha, tan criolla para todos nosotros, quizás viene
siguiendo el devenir del hombre desde que el mismo necesitó vestirse. O sea que
nos remitimos a los orígenes de la humanidad.
Pero entre nosotros, en lo que podemos definir como ambiente
o cultura gaucha, el “poncho”, ha
resultado una pilcha siempre presente en los atavíos criollos.
Como muchas otras veces, para conocer nuestro ayer, debemos
hurgar en lo que escribieron los viajeros que visitaron el país en la centuria
del 1800 a 1900; allí encontramos a Arsene Isabelle (famoso naturalista), quien
testimonió: “El poncho es una prenda de
vestir indispensable para viajar por
estas llanuras, pues él proteje de las lluvias, del polvo, del calor y del
frío”.
En aquellos años, los hombres de nuestra campaña, entonces
llamados ‘gauchos porteños’, con mayor asiduidad gastaban ponchos “arribeños”,
denominación que se daba a los “ponchos”
tejidos en las provincias andinas de Catamarca y La Rioja, la más de las veces,
listados, o bayos lisos o con un listón de un color más oscuro a cada costado;
de los telares de santiagueños provenían unos “ponchos” más vastos, predominando los colores grises y azulinos, lisos
y a veces también listados.
Mucho antes de la llegada del conquistador, para ser más
preciso 3000 años atrás -con lo cual se demuestra que no es pilcha introducida
por la nueva cultura dominante-, ya se conocía el “poncho” en el Imperio Incaico, lo único que en quechua la
denominación era “unku”, y tenía además finalidad de manta fúnebre.
No está claro el origen de la palabra “poncho”, hay quienes sostienen que proviene del quechua “ponchu”,
y otros dicen que del araucano “pontho o poncho”, pero en esa lengua el vocablo
correcto es “macum”; aunque tampoco faltan quienes dicen que al igual que la
voz “rancho”, “poncho” proviene del
lenguaje de la marinería española; dejamos la duda…
Después de 1820 y merced a la explosión industrial en Gran
Bretaña, comenzaron a llegar a las pulperías de nuestra campaña “los ponchos de
paño o ingleses”, a muy bajo precio, lo que jugó de manera perjudicial a los
ponchos artesanales de nuestros telares criollos. Duele a veces cuando hoy, los
coleccionistas pagan ‘fortunas’ por sumar un poncho inglés.
Hay un “poncho” que a diario todos usamos, puebleros y
paisanos, y ese es el “poncho de los pobres”: ¡el sol!
(en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista" se pueden leer las décimas de "Poncho" de José Juan Bianchi)
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