viernes, 11 de octubre de 2019

PACTO DE CAÑUELAS, SIESTA DE LAVALLE Y DULCE DE LECHE


Ocurre a veces, que al hablar de nuestra historia un poco ‘a la ligera’, se deslizan errores, que repetidos terminan en convertirse ‘en verdades’.
Algo así ocurre con el “Pacto de Cañuelas”, el catre de Rosas y la siesta de Lavalle, y la distracción ante esto, de la multa que le estaba preparando la lechada a su patrón.
Pues bien, la estancia del histórico encuentro se encontraba en el Partido de Cañuelas; llamada “La Caledonia”, era propiedad del escocés John Miller que había comprado esos campos dando lugar a su establecimiento ganadero, en 1823.
Por lo tanto descartamos a la estancia conocida como del “Virrey del Pino”, en el actual partido de La Matanza, muchas veces citada a la ligeras, como lugar del encuentro.
“La Caledonia” fue famosa por el mejoramiento de las razas bovinas, ya que allí prestó “servicios” el famoso toro “Tarquino”, de raza “shorthon”, importado de Gran Bretaña en 1836.
Volviendo a los que nos interesa, el lugar del encuentro no era una estancia de Rosas, ni un establecimiento que él explotara, por lo tanto… mal podía haber tenido una negra que lo esperara al regreso del campo, con la lechada para el mate.
Es muy posible que Lavalle, después de andar 13 leguas desde Buenos Aires, se echara en un catre a descansar. No tenía porque caerle mal al futuro Restaurador, ya que estaban en un lugar neutral, apropiado para firmar un pacto que se conoce como “El Pacto de Cañuelas – 1829”, firmado apenas pasados los seis meses, del fusilamiento de Dorrego, acaecido no lejos de allí, en Navarro.
La estancia famosa de Rosas se llamó “Los Cerrillos”, en jurisdicción de San Miguel del Monte. Fue de ésta de donde se extrajo el largo rancho de adobe que con mil precauciones se trasladó intacto a un terreno frente a la Plaza España, donde se encontraba el busto del poeta local Don Enrique Uzal, que actualmente se encuentra en la Casa de Cultura Municipal que lleva su nombre.
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No obstante, la siesta de Lavalle, la llegada de Rosas que pide a su gente no molesten al héroe, y la transformación de la lechada en dulce de leche, conforman una hermosa leyenda popular.
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Ahora, valga aclarar por último que al igual que muchas otras cosas (la pólvora, el papel, el compás, las pastas…), al dulce de leche ya lo habían inventado los chinos, siglos antes. Claro que como todas las cosas que nos trajo el conquistador, acá se acriollaron tomando particularidades que las han hecho únicas y “propias”.
La Plata, 11 de octubre de 2019

Carlos Raúl Risso


(Fuentes varias, fundamentalmente: Historia de Cañuelas de Don Lucio García Ledesma -1994)

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