jueves, 5 de octubre de 2023

LA TRAPALANDA GAUCHA

 

   Comencemos por aclarar que no es una voz de nuestra campaña, no la usaron los gauchos, pero tiene tanto sentimiento su creación que bien vale recordarla.

La que pergeñó Don Roberto, la “trapalanda gaucha”, es única y celestial, y nada tiene que ver con la que se mistura con la búsqueda de la ‘ciudad del oro’ o ‘el dorado’. Era otro el pensamiento de ese ‘escoces gaucho’ que amaba al yeguarizo, llamado Robert Bontine Cunninghame Graham, o simplemente “Don Roberto”.

Por empezar él no habla de una ‘ciudad’ perdida, está por encima de eso, habla de: “El Cielo de Los Caballos”. ¡Maravilloso!

Casi podría afirmar que usa por primera vez la expresión tras la llegada de ‘Gato’ y ‘Mancha’ con Tschiffely a Nueva York. Para un enamorado del caballo, la hazaña lo maravilló, y cuando se enteró que los caballos, de regreso en la Patria, pastaban tranquilamente en el parque de “El Cardal”, la estancia de Solanet, escribió: “Más felices que los humanos, los dos caballos tienen ahora su ‘Trapalanda’ en la tierra, comen pastos dulces en sus llanos nativos, beben aguas blandas en algún arroyo barroso y, aunque ellos no lo saben, naturalmente <nunca más la cruel espuela los cansará>”.

Cuando en su libro “Rodeo”, escribe sobre “La Pampa” (la geográfica), comienza diciendo: “Todo es pasto y cielo, cielo y pasto, y más cielo y más pasto. La pampa se extendía desde los pajonales de las márgenes occidentales del Paraná hasta la mismísima planicie pétrea de Uspallata… Se extendía desde San Luis de la Punta hasta abajo a Bahía Blanca, y cruzando nuevamente el Uruguay, comprende toda la república de ese nombre…”.

Esa gran llanura es al decir de Alicia Jurado -su biógrafa- “inexplicable en su desnudez de bosque”, porque realmente carecía de árboles, los que solo señoreaban junto a los ríos y arroyos y en los márgenes de alguna laguna. El gran espacio era un inmenso pastizal que ondeaba con el viento, y todo indica que allí se inspira ‘su’ “Trapalanda”, pero quitándola del plano terrenal la eleva a un sitio celestial, un cielo paralelo pero sin religión: “El Cielo de los Caballo”, al que solo pueden acceder para observar aquellos que han sido gauchos de verdad. (Quizás esto lo esté agregando yo).

Puede que para el término o voz en cuestión, lo inspirara la palabra española “trápala”, onomatopeya del acompasado trote y galope del caballo. (Él hablaba correctamente ésta lengua habiéndola aprendido de su abuela).

La Plata, 5/Octubre/2023

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