Comencemos por aclarar que no es una voz de nuestra
campaña, no la usaron los gauchos,
pero tiene tanto sentimiento su creación que bien vale recordarla.
La que pergeñó Don Roberto, la
“trapalanda gaucha”, es única y celestial, y nada tiene que ver con la que se
mistura con la búsqueda de la ‘ciudad del oro’ o ‘el dorado’. Era otro el
pensamiento de ese ‘escoces gaucho’ que amaba al yeguarizo, llamado Robert
Bontine Cunninghame Graham, o simplemente “Don Roberto”.
Por empezar él no habla de una
‘ciudad’ perdida, está por encima de eso, habla de: “El Cielo de Los Caballos”.
¡Maravilloso!
Casi podría afirmar que usa por
primera vez la expresión tras la llegada de ‘Gato’ y ‘Mancha’ con Tschiffely a
Nueva York. Para un enamorado del caballo, la hazaña lo maravilló, y cuando se
enteró que los caballos, de regreso en la Patria, pastaban tranquilamente en el
parque de “El Cardal”, la estancia de Solanet, escribió: “Más felices que los humanos, los dos caballos tienen ahora su ‘Trapalanda’ en la tierra, comen pastos
dulces en sus llanos nativos, beben aguas blandas en algún arroyo barroso y,
aunque ellos no lo saben, naturalmente <nunca más la cruel espuela los
cansará>”.
Cuando en su libro “Rodeo”, escribe
sobre “La Pampa” (la geográfica), comienza diciendo: “Todo es pasto y cielo, cielo y pasto, y más cielo y más pasto. La
pampa se extendía desde los pajonales de las márgenes occidentales del Paraná
hasta la mismísima planicie pétrea de Uspallata… Se extendía desde San Luis de
la Punta hasta abajo a Bahía Blanca, y cruzando nuevamente el Uruguay,
comprende toda la república de ese nombre…”.
Esa gran llanura es al decir de
Alicia Jurado -su biógrafa- “inexplicable
en su desnudez de bosque”, porque realmente carecía de árboles, los que
solo señoreaban junto a los ríos y arroyos y en los márgenes de alguna laguna.
El gran espacio era un inmenso pastizal que ondeaba con el viento, y todo
indica que allí se inspira ‘su’ “Trapalanda”,
pero quitándola del plano terrenal la eleva a un sitio celestial, un cielo
paralelo pero sin religión: “El Cielo de los Caballo”, al que solo pueden
acceder para observar aquellos que han sido gauchos de verdad. (Quizás esto lo
esté agregando yo).
Puede que para el término o voz en
cuestión, lo inspirara la palabra española “trápala”,
onomatopeya del acompasado trote y galope del caballo. (Él hablaba
correctamente ésta lengua habiéndola aprendido de su abuela).
La Plata, 5/Octubre/2023
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