LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y
BLANCO”
Micro
Nº 86 – 08/12/2012
Con su
licencia, paisano!
Acomodado
en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos
un mate, vamos a ver si hablamos de “Poetas Criollos… y otras yerbas”.
Nació en Ranchos, General Paz, el 24/11/1946 -por lo que acaba de cumplir 66
años-, siendo hijo de Dionisia Auzoberría y José Rodolfo
Otero, quienes conformaron un hogar que alumbró 11 hijos: 6 varones y 5
mujeres; por entonces la familia estaba en el paraje “El Aguila”, en la vieja
Estancia “Valle de Santa Ana”, nombre éste que antaño, supo definir al “Pago de
la Magdalena ”.
Foto del 13/05/2012 |
Cursó los estudios primarios en la Escuela Rural Nº 31
“Dean Gregorio Funes”, del paraje “El Aguila”, época de la que recuerda sus
primeras improvisaciones en los actos escolares.
Entusiasta de los payadores, a los que seguía a través de
audiciones radiales como “La Cruzada Gaucha
Uruguaya”, fue que de la afición a improvisar, hacia los 18 años, surgieron sus
primeros versos, y de ahí en más corrieron juntas las inquietudes de poeta y
payador. Al respecto ha contado que su primera “tenida” fue en Brandsen, con el
recordado Fermín Villalba (el autor de "Los Parejeros Quemao") en una payada sin guitarra, y pulsando el
instrumento, fue con su coterráneo Juan de Oar, quien ya tenía un poco más de
experiencia.
Antes, cuando tenía 17 años, había debutado en la animación
de jineteadas en lo de Don Efraín Atienza, improvisando floreos a las montas. A
partir de allí ya no abandonaría esa actividad, que lo ayudó en la ligereza en
la improvisación.
A diferencia de otros payadores contemporáneos incursionó
en el libro antes que la grabación, así fue que en enero/1983, con el sello de
Editorial del Lago, apareció su trabajo “De un Puestero Payador”, libro en el
que cifró la esperanza, que andando el tiempo lo coronó buen poeta y afirmado
payador.
Hombre de campo, como que la mayor parte de su vida laboral
transcurrió en estancias -habiendo sido puestero de “El Espartillar”, en
Chascomús, durante 25 años-, ha sabido llevar al verso con fidelidad, ese
paisaje y sus usos, por lo que podemos tildarlo de auténtico poeta campero,
actividad en la que ha pesado más su saber empírico que el de la lectura y el
estudio.
Entre sus grabaciones como cantor y payador, podemos citar:
“De Un Puestero Payador”, “Pa’ Quedarme con Ustedes”, “Marca Líquida”, “Flores
de Cardo”, “Pastoreando Rimas”, “Badajos”, “Dos Troveros y Una Huella”, “Sangre
‘e Toro”…
Muy joven, en 1970, se casó con Lidia Yohnston, con quien
tuvo 3 hijos, que a la fecha le han dado varios nietos.
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