domingo, 2 de abril de 2017

CORRIDA DE SORTIJA

En las fiestas patrias y en las patronales de los pueblos de campaña, ya en el siglo 19 y hasta más de la mitad del siglo 20, las “corridas de sortija” eran número puesto, infaltables en los festejos en tiempos en que las fiestas de destrezas no existían, y luego compartiendo escenario cuando éstas comenzaron a ganar terreno y popularidad a partir de la década del ‘50.
Recuerdo patente que las jineteadas en los años ’60, siempre eran precedidas por unas nutridas corridas, en las que había hombres que se destacaban y ganaban fama como “muy sacadores”. Con el tiempo, vaya a saber porque, fueron perdiendo participación, lugar que fue ganado por la propia jineteada en sus tres montas y con las montas especiales, o bien por nuevas pruebas como las “carreras de tambores”.
Todo indicaría que dicho juego llegó a etas latitudes con la conquista, y acriollándose se prolongó su presencia en el tiempo; por eso, allá por 1940 y pico, el sabedor y meticuloso D. Justo P. Sáenz, expresaba: “La Corrida de Sortija, único juego de a caballo que (junto con las carreras de velocidad) ha perdurado sin modificaciones hasta nuestros días, fue introducido por los conquistadores…”; recalquemos que eso fue suscrito en los años ‘40, pues corriendo el tiempo sufrieron cambios: se acortaron las estriberas, se comenzó a correr parado en los estribos, se prepararon caballos de ex profeso, en una palabra “se profesionalizó como deporte”, y para bien de las gaucherías, hoy atraviesa un momento de reverdecimiento.
Buscándole la punta a la historia, recurrimos ahora a otro investigador de fuste, en este caso el cordobés D. Guillermo Alfredo Terrera, quien en coincidencia con lo antes apuntado, dijo: “Traídas a estas tierras americanas por los españoles, éstos a su vez la recibieron de los conquistadores moros del norte de África”.
Con las “corridas de sortija” el campo entraba en las ciudades y los pueblos de campaña, porque por lo general se armaba el arco y se improvisaba la cancha en la calle que pasaba frente al edificio municipal del lugar. Esto lo certifica José Wilde, cuando hablando del Buenos Aires de mediados del siglo 19, informa: “Las distracciones para los porteños eran tan escasa que a veces concurrían las familias a presenciar alguna ‘corrida de sortija’…”; pasa que por entonces casi todas las diversiones eran de origen rural, como por ejemplo: las cuadreras, el pato, la cinchada, las riñas de gallos.
Parece ser que la sortija que debe ensartar el corredor, no siempre era como las actuales, de un metal sin valor, pues según el sabio Mantegazza que nos visitó allá por 1860, describió que del arco “…pende un pequeño anillo de oro, apenas suspendido de una débil cinta” que el sacador suele obsequiar a alguna señorita de la asistencia.  
(Las décimas de "Corrida de Sortija" se pueden leer en  el blog "Poeta Gaucho") 

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