AM 1520 Radio Chascomús – Audición “CAMPO
AFUERA”
Micro Nº 2 – 28/06/2017
Antes de salir “campo afuera” pa’ poder tender la vista
mirando lejos, dende’l banco chueco en el que estoy sentao, vamos a ver si le
arrimamos unas “astillas” al “Fogón de los Poetas”.
En charlas entre amigos y muchas veces también cuando he
hablado en público sobre poetas gauchos y literatura costumbrista, suelo hacer
mención de que “Charrúa” ha sido ‘mi
maestro’ en los versos. Y si bien no tuve la suerte de conocerlo ni recibir
indicaciones de su experiencia, insisto, ha sido ‘mi maestro’. (Lo cual no
significa que yo haya sido buen alumno).
¿Por qué mi maestro? Pues viene el cuento: en la ya lejana
infancia, cuando tenía 3, 4 años, mi padre tenía la costumbre de decirme los
versos que sabía de memoria, porque era muy aficionado a recitarlos en
reuniones familiares o entre amigos. Por suerte tuvo el buen tino de nutrirse
de claros autores como el aludido “Charrúa”,
Evaristo Barrios, Martín Castro o Francisco Bianco. A poco de iniciada esa
costumbre resultó que “el nene”, como un lorito repetía varias de aquellas
composiciones, con la curiosidad que prevalecía la memorización de los versos
de “Charrúa”, por qué?, porque
supongo que con mucho de lo que él decía, estaba en contacto prácticamente a
diario, porque su vocabulario me sonaba a conocido ya que a muchas palabras las
escuchaba en boca de mis abuelos, de los tíos viejos, de los vecinos. Esta
identificación me llevó distinguir esos versos como cosa auténtica, y en
contraposición no entendía el “Martín Fierro”, al punto que al gran poema
recién lo leí completo y lo interpreté, después que conocí determinados asuntos
de la historia.
Ya que estamos con
el “Martín Fierro”, vale decir que después de su aparición, del éxito que
representó, nada de lo que se seguía componiendo estaba a su altura, y por
consiguiente se produjo un vacío que dura unos 30 años, en los que los poetas
desarrollaron dramas tremebundo, el gaucho siempre era un matrero, con
pulperías de escenario y peleas de por medio, situaciones muchas veces
lúgubres… y esto dura -según mi ver- hasta que en el escenario de los versos
aparecen, ¡justamente!, los versos de “Charrúa”.
Ya a inicios de la centuria de 1900 la situación y la vida
de campo han cambiado dástricamente: el llamado ‘problema del indio’ está
apaciguado sino, solucionado; los campos se han alambrado por lo menos en su
contorno, la hacienda chúcara y cimarrona va siendo mejorada, ya no se puede
recorrer distancias cortando campo (si no, se comete un delito), el hombre de
campo, el personal de las estancias se ha mensualizado, y comienza a ganar
terreno la vida de la chacra, se expande la agricultura, que no era justamente
el escenario del gaucho.
Y allí corta grande “Charrúa”, comienza a cantarle al
caballo, al domador, a la casa de la estancia, al galpón, al jagüel, a la tropilla,
a sus caballos de andar, a la yerra, a la tropa, al cencerro, a la carreta que
va cediendo terreno en su existir, al trabajo de recorrer, a la circunstancia
de bolear un ñandú, al rancho, casualmente… a todos los temas que le siguieron
cantando los poetas del Siglo 20, lo que a mi entender da nacimiento a la
poesía campera, que no es lo mismo que lo que comúnmente llamamos -aunque mal-
poesía gauchesca.
Un verso que mucho me llegó en la niñez, fue “Mis Pingos”.
("Mis Pingos" se puede leer en el blog "Antología del Verso Campero")
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