LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y
BLANCO”
Micro Nº 49 – 12/11/2017
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande,
junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver
si compartimos “Decires de la campaña”.
Cuando el conquistador llegó a nuestra América trayendo el
caballo, junto con las sillas de montar nos trajo el estribo en sus distintas variantes, que luego entre nosotros fue
tomando sus características propias y regionales.
Como muchas de las cosas que han sido y son de uso
universal, el estribo
aparece -antes de la época cristiana-, por India (se estribaba solo el dedo
gordo del pie), y se perfecciona en China. Este dato a nivel informativo.
Cuando el español llega a estas tierras, en el reino de
España estaba en pleno apogeo la forma de montar llamada “escuela de la
jineta”, caracterizada por una silla liviana, la estribada corta, el manejo con
solo dos riendas tomadas en la mano izquierda, y el empleo de las piernas y los
pie para colaborar en las órdenes dadas al caballo. El estribo era, en el apoyo
del pie, de un importante ancho, y fabricados generalmente en bronce, aunque
podía haberlos de lujo confeccionados en plata.
Ya en la centuria del 1700, cuando nuestro gaucho amoldó lo
que trajo el español adaptándolo a sus necesidades, modificó la estribada,
haciéndola larga, pero manteniendo las otras características.
En un principio nuestro hombre fue reticente al uso del
estribo estando ya montado. Por eso recurrimos a Justo P. Sáenz (h) para que
sea él quien lo cuente: “…el gaucho nunca
estribó corto. Siendo una de las características de nuestra equitación,
especialmente en las pampas, la soltura y escaso afianzamiento en el recado por
parte del jinete, ocasionado por el peligro constante de las rodadas, nuestros
campesinos procuraron no depender del estribo para nada. Este desdén por tal
auxilio es particularmente notable en el paisano porteño y de éstos
especialmente en los del sur de la provincia de Buenos Aires, que llegan a
prescindir de él por completo o a usar cuando mucho el de montar.”
En sus orígenes, la falta de provisión de estribos de
metal, hizo que el ingenio criollo crease el “estribo de botón pampa” y el
“estribo de pichico”, los que se usaban calzándolos entre los dos dedos mayores
del pie.
En los lomillos más antiguos se usó el llamado estribo de
“piquería”, pieza de confeccionada en “fierro” para la punta del pie. También
se usó el de “campana” o “brasero”, del que -a modo de disparate- se llegó a
decir que era un hornillo al que se echaban algunas brasas para atemperar el
frío en el pie. (¡quisiera ver al montado si el estribo caliente le rozaba la
panza!!). Posteriormente apareció el estribo de “suncho o porteño”, el de
“chalay”, el de “aspa”, “el surero” de suela claveteada con clavos de bronce, y muchos más.
Ilustramos con unas décimas del poeta de Dolores, Roberto
G. Morete: "Estribos de Aspa"
(Los versos se pueden leer en el blog "Antología de Versos Camperos")
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