LR 11 – Radio
Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 74 –
10/06/2018
Con su licencia,
paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor
luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
Es esta una palabra que
ha caído en desuso en el habla cotidiana de nuestra campaña, pero que se
mantiene viva en el campo de la literatura sea en prosa o en verso.
Hay certezas en que es
una voz de origen quechua, pero se supone que es de la época inmediatamente
anterior a la llegada del conquistador, o bien de los primeros tiempos de éste
en el Imperio Incaico. ¿Por qué esta suposición? Pues bien, el conquistador,
para hacer más efectivo su poder y dominio, se preocupó a través de religiosos
y funcionarios especializados, en aprender el idioma de los lugareños, y así
fue que hubo quienes compendiaron esas voces con la respectiva
definición/explicación, y en aquellos libros primeros publicados en 1560 y
1608, no se incluyó la voz “china”.
Vale recordar que Pizarro toma el Imperio en 1533, o sea que la primera de esas
recopilaciones está confeccionada en los primeros años de la llegada del
español. Nos aligera en estos conocimientos el experto quechuista Don Domingo
Bravo.
Según este estudioso,
en su primera acepción, “china”
significa “hembra, animal de sexo femenino”; en 2do. lugar “querida, manceba,
concubina”; en 3er. término “criada, muchacha del servicio doméstico”; y en la
4ta., de carácter despectivo “mujer de baja condición moral”.
Entre nosotros, la
designación de “china” aludía a “la
compañera, la esposa”, aunque en la
antigua campaña porteña el casamiento legal y formal, era escaso o muy escaso.
Esta práctica es coincidente con la 2da. acepción antes aludida de “querida y
concubina”.
En la vida de la vieja
estancia criolla en la que el dueño o patrón vivía permanentemente en la misma
ocupando la casa principal o casco, también se denominaba “chinas”, a las mujeres encargadas de las tareas domésticas.
Vale también tener en
cuenta, que usada dicha voz en forma familiar, una madre o padre que alude a “mis chinitas”, se refiere afectivamente
a sus hijas.
No solo se la usó en
las provincias que tuvieron influencias del Imperio Incaico, como La Rioja,
Catamarca, Salta o Santiago del Estero, sino que tuvo muy amplia difusión y se
la usó tanto en el litoral como en la región pampeana, con el sentido que antes
ya explicamos, y que es, fundamentalmente, el que a nosotros nos interesa: el
que uso el hombre para referirse a su “querida”, su “prienda”, su “compañera”,
esa “china”, que le ha inspirado
tantos temas a los poetas y a las que tanto se les ha cantado con enamorado
afecto.
En otras oportunidades
ya hemos citado a un “Diccionario de Argentinismos” de 1875 que recién vio la
luz en 2006, y allí, “mi china” se define como expresión de cariño.
Mucho de lo que
nosotros quisiéramos decir, ya lo dijo muy lindo nuestro conocido en estos
decires, Artemio Arán, por eso lo copiamos: “Es
lo mejor que tiene la pampa. / Se parangona con sus cielos, que nos emponchan
la vida, con seda tornasolada. / Se nos trepan por las paredes del alma,
/ como la madre-selva y se dan en flores de sonrisas y en aromas de besos. /
Cuando gurisitas, son gorjeos de pájaros, canción de cuna o resplandor de
aurora. / Ya quinceañera, se endominga con alboradas y se sahumeria en ensueños
para amagar ternuras. / Y pintona todavía, suele treparse de un salto, a puro
estribo de corazón, sobre la grupa de un pingo, para cabrestearnos distancia y
espumarnos los días mate a mate. / Mas tarde, cuando madre, sublimiza su
tiempo, amparándonos a caricias y envejece sin quejas. / Como los crepúsculos”.
Más allá de esta bella
prosa, cerramos ahora con “Ah China”, de Benjamín Fernández y Medina: (Se puede leer en el blog "Antología del Verso Campero")
No hay comentarios:
Publicar un comentario