LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y
BLANCO”
Micro Nº 80 – 22/07/2018
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande,
junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver
si compartimos “Decires de la campaña”.
Que
una de las primeras manifestaciones culturales del hombre ha sido el canto, no
hay ninguna duda; y desde los tiempos más pretéritos cuando las primeras
expresiones guturales, el canto lo ha venido acompañando.
Y ese canto -al que supo
mucho después aprovechar para contar noticias, para informar, para transmitir
enseñanzas, transformándose en trovador-, llegó a nuestra tierra, y en nuestra
área rioplatense se difundió como el canto del payador.
Con distintos nombres se los conoce en todas las culturas.
Distintos nombres que siempre refieren al mismo cantor repentista adaptado en
acompañamiento y forma de interpretación a las particulares modalidades lugareñas.
Es
muy propia del pueblo la necesidad del canto improvisado; nace de las entrañas
y sirve para expresar todo tipo de ideas. Y en nuestra región rioplatense ese
espacio lo cubrió el payador.
Pasa
con “payador” lo mismo que con la
voz “gaucho”: no se conoce a ciencia
cierta su etimología; hay quienes creen como Lugones, que deviene del verbo
provenzal “preyar”, otros que deriva de “payo”, el campesino de la Castilla
española, o que también proviene de “pagius”, pago, como de andar de pago en
pago.
En
definitiva, decir payador es decir memoria. Canto primigenio. Aedo universal
que encontró en América campo fecundo para reproducirse, y en la cuenca del
Plata el sitio ideal para agaucharse.
Siempre
estuvo donde tuvo que estar: en el despertar de un mayo auspicioso, en el
júbilo de un julio de ensueños, en las expediciones de un ejército ilusionado,
en el fragor de los reclamos provincianos; en todos los sucesos que
justificaran su presencia.
Desde
aquellos anónimos sin nombre para la historia, hasta el Gabino que le fijara un
rumbo; y de él a los exponentes de estos primeros escarceos del Siglo XXI,
mucho tiempo ha transcurrido, y mucho han cambiado las cosas con el tiempo.
Pero lo que no cambió es la vigencia del canto del payador, canto que
con las intermitencias propias de la vida, siempre ha estado y es de suponer
que siempre estará, porque ni la globalización ni las comunicaciones del
ciber-espacio podrán quitarle a su expresión la impronta repentista que es el
encanto de ese arte, sorprendente ejercicio de mentes ágiles capaces de cantar
en forma, métrica y rima, sobre los temas más dispares y en los más variados
ritmos.
Tan
hondo ha calado en el pueblo este cantor, que se lo simboliza en una leyenda en
la que se eterniza el payador, porque fue uno real que se hizo leyenda,
y estamos diciendo Santos Vega, y lo notable de esto, es que José Santos Vega,
payador del Tuyú, existió.
Un
adolescente Bartolomé Mitre de 17 años, lo llevó al verso escrito en 1838; muy
probablemente había conocido la historia un tiempo antes estando en la estancia
“Loma Negra” de Gervasio Ortiz de Rosas, en el Tuyú.
Luego
Ascasubi, pondría en boca de un “payador mentao”, Santos Vega, una trágica
historia de ambiente rural. Por último, Rafael Obligado consolidaría el mito,
recogiendo su versión de viejos pobladores de la “Vuelta de Obligado” en la
costa del Paraná, logrando -al decir de Pages Larraya- “vuelo, seducción y
armonía”.
Desde
la Bahía del Samborombón hasta el caudaloso Paraná, siempre en la región
costera rioplatense, así transita la historia.
Finalmente,
el escritor e investigador Elbio Bernárdez Jacques establece las fechas de 1753
y 1825 como nacimiento y muerte del payador, y como si fuera poco, ubica, tras
veinte años de búsqueda -por 1947-, el lugar de la sepultura a la sombra del
coposo tala, como señalara Mitre.
Y
¿qué es el canto del payador? Por si no está claro, es “...un arte de honda
raigambre criolla que se expresa sin falsedades, puesto que nace por
inspiración repentina de la entraña misma de su creador...”,
apunta César Jaimes,
y “...se
destacó en su manera de actuar, la particularidad de payar en distintos pagos”.
Y
de entonces a hoy el canto se renueva, porque aunque suene igual o parecido,
nunca es el mismo. Siempre es otro. Creación constante de esencia perenne que
jamás pierde el encanto y en la voz de sus troveros florece en trinos que se
llaman versos. Porque del payador hablamos y en su canto creemos. Tal el
payador, por siempre vivo y vigente en este recambio generacional que lo ha
enriquecido de juventud.
¡Por
siempre vibre altivo tu canto! ¡Adelante Payador!
(Se ilustró con "Los Payadores" de Yamandú Rodríguez, que se puede leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")
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