LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y
BLANCO”
Micro Nº 77 – 01/07/2018
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande,
junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver
si compartimos “Decires de la campaña”.
Ha sido el transporte más utilizado en la campaña, desde
fines de la centuria de 1800 y hasta más allá de la primera mitad del siglo
pasado, fundamentalmente entre la gente del pueblo común, siendo muchas veces
el medio de transporte ideal para las mujeres de la casa.
De origen europeo, llegado a estas tierras sufrió
modificaciones en su construcción, pero nunca perdió su identidad de vehículo
liviano.
Con respecto a la escritura, ésta varía entre “k e y griega”
(sulky) o “q e i latina” (sulqui). Curiosamente no recoge dicha palabra -con el
sentido que nosotros le conocemos-, el Diccionario de la Real Academia
Española, que solo la vincula a vehículos para carreras. Pero sí la aborda el
notable Diccionario de Argentinismos, del español Diego Abad de Santillán; éste
define: “Carruaje liviano, de dos ruedas
grandes, divulgado en el campo para viajes rápidos. Tiene un solo asiento y
puede llevar capota. Lo tira un solo caballo”.
En “Historia Saladillo”, Marcelo Pereyra cuenta: “Por sencillo, cómodo y ágil, pero también
por su elegancia, el sulky fue el medio de transporte más popular a finales del
Siglo 19. / Los sulkys han dejado sus huellas en nuestros caminos, en nuestra
historia, en nuestras vidas”. Y agrega: “Los
había con capota o sin capota; con faroles o sin faroles; con asientos
tapizados o solo de madera”.
En cuanto al tamaño de las ruedas no había uniformidad, ya
que para zonas bajas los había de ruedas altas, y para parajes de campos altos,
las ruedas solían ser más bajas. Los fabricantes brindaban las opciones.
El tradicionalista e investigador Alberto Martín Labiano,
20 años atrás, escribía en La Nación con relación al sulqui: “Versatil, fuerte,
liviano, de costo accesible y relativamente cómodo, sirvió tanto para afrontar
un largo viaje como para llevar a cada día los chico a la escuela. Su único
motor era un caballo, por lo general un animal de silla, que por su mansedumbre
había sido iniciado en el arte del buen tiraje con el mismo sulky. / Los
hombres mayores, que por excedidos en años y en kilos habían abandonado el
recado de los tiempos mozos, recorrían su campo en sulky;…”.
Acertadamente en los versos de “Tata
Nica” el poeta Julio Migno, versificó: “Cambió
cabayo por sulky / de los noventa p’arriba, / y “El Tero”, su tranquiador, / lo
acarreaba al lanciador / chiflando pa’
su guarida.”
Recuerdo haberle
preguntado a mi abuelo Desiderio Espinel -que era nacido en 1900-, si cuando
era chico había conocido a algún hombre que usara chiripá, y tras un momento de
ordenar recuerdos me respondió: “Uno
solo, que era hombre viejo y muy pobre: usaba chiripá de bolsa, y andaba en sulqui, siempre acompañado de
un chico para que le abra las tranqueras…” .
Siguiendo en el
rumbo de lo anecdótico, recuerdo a mi abuela Rosa Castagnaso y una o dos me mis
tías, salir en sulqui de la chacra al pueblo, una o dos veces al mes, por las
compras de almacén y alguna que otra cuestión pueblerina; siempre con las
piernas cubiertas por alguna frazada o manta. Lo mismo para ir al cementerio,
llegar hasta la ruta y allí dejar caballo y sulqui, hasta que dos o tres horas
después, ya de regreso, revisar los aperos y emprender al regreso a un
trotecito rendidor.
Algo de esto
evoca Berho, cuando en “Sulky Viejo”, dice: “…y
las mujeres sencillas / saludando a la pasada, / cuando con una frazada / se
tapaban las rodillas.”
No lo vi, pero
lo sé por tradición, que cuando mí tía Cuca Espinel comenzó a ejercer el
magisterio en la Escuela del Paraje San Martín, lo hacía en sulqui, y por el
camino iba levantando a los chicos que caminaban rumbo al edificio escolar.
El poeta de
Jáuregui, Arnoldo Daniele, también le cantó a este vehículo, en las ocho
décimas que tituló “Sulki”. (se pueden leer en el blog "Antología del Verso Campero")
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