Nadie puede negar que hoy por hoy, Internet se ha transformado en una herramienta infaltable en nuestras vidas, brindándonos todo tipo de información, desde el estado del clima a búsqueda de trabajo, pasando por resultados deportivos a textos de estudio, y mucho más. Y si bien nos facilita el acceso al conocimiento, tiene sus peros…, porque cualquier persona, con conocimientos o sin ellos, con preparación o sin ella, con buena o mala intención, puede “colgar” como se suele decir, cualquier escrito en ese inimaginable sitio para “los profanos” como uno, que es la “red o la web”. Y así resulta que se ponen historias apócrifas, porque no hay filtro alguno que lo pueda impedir. Ahí todos podemos ser escritores o investigadores sin haber leído nunca un libro. Pero también hay mal intencionados.
Así es que no muchos
años atrás, comenzó a circular la historia, que en 1880, cuando el retorno de
los restos del Gral. San Martín a la Patria, como renacidos de la nada, se
presentaron en el puerto 7 Veteranos Granaderos a rendirle honores a su amado
jefe amado. La historia está bien contada y resulta tocante por su contenido de
respeto y admiración. Pero…
Cuando la conocí, en
vez de recurrir a los libros para verificar, solo me puse a sacar cuentas, si:
a sacar cuentas, para darme cuenta -valga la redundancia- que tal relato
enmarcaba una historia apócrifa.
El Cuerpo de Granaderos
se creó el 16/03/1812 y se fue ampliando en los años siguientes alcanzando su
punto máximo por 1817, cuando ya estaban prestos a cruzar Los Andes.
Entre 1817 y 1880
median 63 años. Si a eso le sumamos los 20 años (que en promedio, aunque deben
haber sido más), deberían haber tenido los granaderos al incorporarse, nos da
que en 1880, esos sobrevivientes, rondaban, por lo menos, los 83 años.
Pero hay que saber que
hacia mitad de la centuria de 1800 a 1900 (Siglo XIX), el promedio de vida, o
de ‘esperanza’ de vida, era de solo 42 años, estirándose a 48 ya sobre el fin
de ese siglo.
Qué gran casualidad
sería, que justo esos 7 Veteranos Granaderos, hubiesen sido longevos. Pero hay
algo más: el relato apócrifo dice que vestían con altivez uniformes
harapientos, rotosos, deslucidos.
Claro, quien hace el
‘cuento’ se “olvidó” de contar que al regreso de los restos del Cuerpo de
Granaderos al país, en 1826, remitidos al Cuartel del Retiro, disuelto el
mismo, debieron entregar las armas y uniformes, siendo marginados de la vida
militar.
Quien pergeñó la falsa
historia, no hace aportes documentales, no da citas, no brinda referencias. Por
lo pronto los diarios de la época que cubrieron tan importante suceso, nada
dijeron de esos “7 fantasmas”, ni siquiera en un apartado como una anécdota de
color.
Por otro lado, de haber
ocurrido, Bartolomé Mitre, el primer panegirista de San Martín, con seguridad
le hubiese dedicado un capítulo en su Historia del héroe.
Cuando San Martín se
retira del Perú, cediendo toda la gloria y la responsabilidad de lo que quedaba
por hacer, a Bolivar, ya no contaba con ningún tipo de apoyo ni respaldo
político-económico del gobierno Central de Buenos Aires, y si bien el Cuerpo de
Granaderos aún revistaba como “Granaderos a Caballos del Río de la Plata”, sus
miembros -mayoritariamente- eran peruanos, ecuatorianos, colombianos; después
de los acontecimientos del Callao, donde llegó a quebrarse la indoblegable
imagen de los granaderos, con amotinamientos y traiciones, el Regimiento se
encontraba para la etapa final de la liberación Americana, diezmado y reducido
a su mínima expresión, no obstante fueron una tromba en Junín bajo el mando de
Mariano Necochea, y sablearon en Pampa de Quinua, en Ayacucho, territorio del
Perú, aquel 9/12/1824 de hace ahora 196 años, que marcó el triunfo definitivo
de las armas patrias. Tal fue la actuación de los Granaderos en la ocasión, que
su jefe de ese día, el paraguayo José Félix Bogado, fue ascendido a Coronel
Mayor prácticamente sobre el campo de batalla.
Aquel día, la
Caballería, a órdenes del Gral. Miller, ocupó el centro de la formación de
ataque, integrada por el Regimientos Húsares de Junín, Granaderos de Colombia, Húsares de
Colombia, y Granaderos a Caballo de Buenos Aires.
Tras esos sucesos, sin
medios ni apoyos, Bogado recibe la orden de regresar ese Regimiento a su
Cuartel en Buenos Aires; a los ponchazos podría decirse, eligiendo el camino
del mar, logran llegar a Chile, desde donde, siempre a los ponchazos, tras
desembarcar deben encarar el cruce de los Andes con el sentido inverso al que
habían hecho en 1818. Febrero de 1826 los ve ingresar a la ciudad donde
nacieran.
Gobierna Rivadavia,
quien les ordena remitirse al Cuartel de Retiro, donde hace colocar una placa
de bronce en su homenaje, al tiempo que les hace depositar sus armas y
uniformes disolviendo, tras catorce años de victoriosa vida, el cuerpo que
creara San Martín.
De aquellos pocos más
de 100 soldados (al decir del Cnel.
Yaben) que a Buenos Aires llegaron, solo
7 correspondían a la hora fundacional. Ellos eran:
Sgto. Trompa: Miguel Chepoya
Sargento 2°: Damasio Rosales, Francisco Vargas, Patricio
Gómez
Capitán: Francisco Olmos
Sgto. Mayor: Paulino Rojas
Cnel. José Félix Bogado
La Plata, 19/12/2020
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