martes, 14 de febrero de 2023

EL ARRIADOR

 ARRIADOR. Arreador. “El arreador en sí fue usado con preferencia por estancieros, mayordomos de estancia, compradores de hacienda, capataces de tropa y jefes militares, lo que dio a esta singular prenda significado de mando”, tal lo definido por el serio y respetado José María Paladino Giménez, en nota en el diario La Nación.

Otro no menos entendido en saberes criollos, Sáenz (h). lo describe: “Látigo de cabo de madera, plata, cuerno, verga, suela u otro material, que lleva en su extremo superior una larga trenza de cuero crudo terminada en una tirilla corta de lo mismo, llamada azotera. Es muy útil al jinete para arrear otros animales, castigándolos desde cierta distancia con él”.

Porque corresponde al tiempo en que el “arriador” estaba vigente, es muy importante saber que en el Inédito Diccionario de Argentinismo (1875) que vio la luz recién en 2006, la voz fue recogida: “látigo con cabo de madera, como de tres cuartos de largo y azotera de lonja o trenza de 4 o 5 varas, de que hacen uso los acarreadores de hacienda y en general toda persona del campo. Látigo que se usa para arrear.”

La breve explicación nos brinda dos datos interesantes: medida de cabo y trenza. Convirtiendo las varas y los cuartos, podemos inferir que los cabos andaban en los 60 cm. o más, y la trenza en 3,50 m.  

En cuanto a la trenza, quizás sea más verosímil la que da Daniel Granada en su “Vocabulario Rioplatense Razonado” (1890): “…de una vara y media de largo. La trenza termina en una tira de una cuarta o más de largo, a la cual dan el nombre de sotera.”, con lo que estamos hablando de una trenza de 1.60 m. incluida la azotera.

Obra de los artistas
artesanos Pablo Logiurato
y Nicolás Renni.
Tallador en madera,
desconocido

En cuanto a la confección de los “arriadores” más rústicos, los de trabajo, en el extremo opuesto a la empuñadura, el cabo tiene en esa punta “…un agujero que corresponde con dos laterales, por los cuales pasa una guasca que queda en forma de ojal. A éste va asida una argolla, y a la argolla la trenza”. En esa misma argolla de la punta se fija una manija o anillo de tiento, para pasar allí el dedo índice o bien para colgar el arreador del cabo del  cuchillo, tal cual se hace con el rebenque.

El actual Diccionario de la Real Academia recoge la voz, y en la 4ta acepción explica: Arg, Bol. Col. Par. Perú y Ur.: “Látigo de mango corto y lonja larga, destinado a arrear”.

Don Aaron Esevich, un estanciero que hizo su vida de a caballo, hablando de un personaje, escribe: Como índice de atributo de mando, pendía del hombro derecho de Don Andrade, un primoroso arreador esterillado con delicada artesanía gaucha”.

Como no podía ser de otra manera, en “La Vuelta” del Martín Fierro se utiliza la voz, y allí, el hijo de Fierro dice hablando de Vizcacha: “El hombre venía jurioso / y nos cayó como un rayo- / Se descolgó del caballo / revoliando el arriador- / y lo cruzó de un lazazo

/ áy nomás a mi tutor”.

Al igual que a otras prendas criollas, muchos poetas le han cantado, por eso a modo de ejemplo lo traemos al gran Etchebarne cuando en “La Yerra” escribe: “…restallan los arreadores  // marcando la atropellada,…”, o como este otro que no es manco, D. Osvaldo Andino Álvarez, que en “Capataz de Tropa”, reafirma lo que expresamos al principio: “…y como un timbre de honor / o rúbrica de su mando, / del hombro le iba colgando / el cabo del arreador.”

Hay un arreador muy especial que si bien existió no fue usado por la gente gaucha, y ese es “el arreador con estoque”: en años donde se andaba a caballo, médicos, comerciantes, consignatarios, etc, lo hicieron suyo, (…) daba tranquilidad en las solitarias calles y caminos de la ciudad y suburbios, especialmente en las horas de oscuridad reinante. (refiere a la Gran Aldea de Buenos Aires, en la segunda mitad del S. 19). Sus cabos huecos (para permitir alojar la hoja de estoque o estilete) fueron construidas con fina malaca, ébano, guindo, caña, ballena y los de fina plata.” Así describe Paladino Giménez en la nota citada al inicio.

Y como tantas veces hemos recurrido a Hernández en su “Instrucciones del Estanciero”, ponemos el punto final con su sentencia: “El arreador es al capataz la señal de autoridad y ningún peón debe usarlo”.


La Plata, 14/02/2023

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