LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y
BLANCO”
Micro Nº 22 – 09/04/2017
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande,
junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver
si compartimos “Decires de la campaña”.
TABA
El hueso que
popularmente llamamos “taba” y que es el elemento que da vida al reconocido
juego rural, se trata en realidad del “hueso
central del tarso, llamado astrágalo, y está ubicado por debajo y adelante del
garrón, y en él se insertan la mayor parte de los ligamentos y tendones de toda
la mecánica de la flexión y extensión de la pata. Su posición es vertical con
la chuca -o suerte- hacia adelante y
la taba -o culo- hacia atrás. La
‘suerte’ mira hacia afuera y el ‘culo’ hacia el interior de la pata”, esto
según la explicación escrita por el Dr. Pedro Hurtado.
Dijo “El Indio” Bares “que
toda taba derecha sale del garrón izquierdo”, y lo certifica el citado
doctor; que a su vez aclara que la taba derecha, tiene en la “suerte” la
conformación de la letra “S” nítida, mientras que esa cara en la taba
izquierda, adquiere aspecto de “Z”.
Estiman los historiadores que “el juego de las tabas” se
practicaba hace más de 2000 años, o sea antes de Cristo, por las civilizaciones
de los griegos, macedonios y tebanos, con pequeñas tabitas de corderos, cabras
y gacelas, pero asemejándose más vale, al juego que conocemos como “payana”.
Tal cual llegó entre nosotros hasta el presente, se adaptó
posiblemente hacia fines del siglo 18, o sea antes del año 1800, y fue infaltable
en las reuniones de la gente de campo, en las viejas pulperías, después de las
yerras, al terminar las esquilas, al concluirse las cosechas, y en estas
ocasiones en que los paisanos “andaban chaludos” no faltaron los que en el ir y
venir del liviano huesito dejaron en sus tiros lo ganado en horas de esfuerzo y
sudor.
Se ha discutido si es un juego de azar o de habilidad, y
bien podría aceptarse que si el hueso es tirado por gente capacitada, es un
juego de destreza y habilidad, porque el tirador procura que caiga de “suerte”,
y no que sea el azar el que la deje de ese lado.
Al respecto, vale la anécdota que en 1995 refiere el periodista
y escritor entrerriano D. Adolfo Golz: “Hace
mucho a un abogado del norte entrerriano le tocó defender a un jugador
inculpado y procesado por un celoso comisario de campaña que lo acusó de
utilizar tabas cargadas. El defensor presentó al acusado ante el Juez
manifestándole que, en manos de su defendido la taba no constituía un juego de
azar y para reafirmar esto, invitó a los
presentes a salir al patio y como si fuera un rito entregó la taba al acusado
luego de demostrarse que no estaba ‘cargada’, y el sujeto en cuestión echó
tantas ’suertes’ como le fueran requeridas por el Juez”.
Los tiros más comunes o más practicados son el “vuelta y
media” y el de “dos vueltas”, arrojándola hacia el extremo opuesto de la
“cancha” marcada en un limpión del terreno, desde la palma de la mano en giros
hacia atrás, procurando no solo caiga en suerte, sino que quede “clavada”.
Y acá recuerdo a mi tío abuelo “Pocholo” Cepeda tirar solo a clavar, y a
hacerlo dentro de un pequeño círculo marcado de ante mano.
Si se la arroja hacia adelante en un sinfín de vuelta, tiro
llamado de “roldana”, allí sí la “suerte” pende del azar, ya que no se ha
calculado nada en absoluto para buscarla.
Para hacer más lucido el juego a las tabas se las calza con
chapas metálicas, dejándosele a la chapa colocada del extremo más puntudo del
lado de la mala, una saliente menor al centímetro llamada “hacha”, que es la
que debe enterrarse en la tierra para clavar la taba.
(Los versos de "Taba", de Wenceslao Varela, se pueden leer en "Antología de Versos Camperos")
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