domingo, 3 de septiembre de 2017

COJINILLO

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 41 – 03/09/2017
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
Todos aquellos que aunque más no sea una vez han ensillado, saben que el cojinillo es la prenda que da blandura al recado, que va sobre los bastos y la encimera, y que si no lleva sobrepuesto -como suele ocurrir con un recado de trabajo-, es la última prenda que se pone al ensillar y que se asegura con el cinchón, sobrecincha o pegual.
El más común de los cojinillos se confecciona con un cuero de oveja, bien lavado, sobado, y recortado en su lana y tamaño, como un símbolo de prolijidad de nuestro paisano.
Dice Enrique Rapela en su instructivo “Conozcamos lo Nuestro”, que se lo llamó cojinillo “nombre que proviene del cojín que colocaba el andaluz sobre la dura silla (de montar), que solía ser una manta de lana”; es muy probable que la aplicación de dicha palabra provenga del uso de colocar una almohadón o “cojín” sobre las rústicas y duras sillas de madera, sin tapizado, que se usaban en épocas del Medioevo en la vieja Europa y en los países árabes.
Daniel Granada, allá por 1890, escribió que solían usarse “uno, dos o más cojinillos” para mayor blandura.
También se lo ha denominado “pellón”, palabra que deriva de “vellón” y que refiere al manojo de lana esquilada, voz que a la vez proviene del latín antiguo. Posiblemente esta expresión fue muy común en el siglo 19, ya que es la que usa una vez Hernández en su Martín Fierro, cuando dice: “Éste se ata las espuelas, / se sale el otro cantando, / uno busca un pellón blando, / éste un lazo, otro un rebenque”. Lo dicho parece reafirmarlo Agustín Zapata Gollán, cuando en su libro “El Caballo y el Recado”, referido fundamentalmente a Santa Fe, expresa que encontró referencia en antiguas sucesiones de los años 1735 y 1781, y da como ejemplo: “Don Miguel Silva tenía un pellón nuevo azul y dos de carnero, uno negro y otro blanco; Don Manuel de la Paz, un pellón azul, nuevo de lana y otro overo de motilla de hilo también nuevo…”; lo de “pellón azul” proviene de que se teñía la lana, o bien era confeccionado en hilo de ese color.
Don Justo P. Sáenz (h), en su invalorable equitación gaucha, le dedica un buen párrafo bajo el título de “El Cojinillo o Pellón”, del que -por su importancia- transcribimos algunos párrafos: “Por lo general se empleaban los crudos de lanares del país, fueran chilludos o no, bien lavada su lana y sobado a mano el pellejo del revés. Dos de ellos por lo común mullían el recado. En tiempo de Rosas, fue moda impuesta por el fervor partidario el teñirlos de vivo carmesí, por lo que se sobre entiende que el unitario que a ello se atrevía, los coloreaba de azul. (…) Una prenda complementaria de la anterior y que la industria británica difundió en Buenos Aires, fue el cojinillo de hilo, fabricado en Mánchester y Birminghame y perfecta imitación de los de pelo de cabra confeccionados en Tucumán y otras provincias arribeñas siendo los de aquella los más famosos. Esta última pilcha iba colocada sobre el cojinillo de lana natural e inmediatamente bajo el sobrepuesto. Imposible que prescindiera de él en su apero el paisano de ‘posible’ y, hasta no hará 30 años (se refiere Sáenz aproximadamente a 1910),  no se veía en la provincia de Buenos Aires un recado de pasear que no lo exhibiese, con sus largos flecos hilados y su color azul marino o negro opaco”.
El poeta tapalquenero Marcelo Altuna, nos habla de algunos usos del “cojinillo” en unas décimas del mismo título.
(Los versos pueden leerse en el blog "Antología del Verso Campero")

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