LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y
BLANCO”
Micro Nº 41 – 03/09/2017
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande,
junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver
si compartimos “Decires de la campaña”.
Todos aquellos que aunque más no sea una vez han ensillado,
saben que el cojinillo es la prenda
que da blandura al recado, que va sobre los bastos y la encimera, y que si no
lleva sobrepuesto -como suele ocurrir con un recado de trabajo-, es la última
prenda que se pone al ensillar y que se asegura con el cinchón, sobrecincha o
pegual.
El más común de los cojinillos
se confecciona con un cuero de oveja, bien lavado, sobado, y recortado en su
lana y tamaño, como un símbolo de prolijidad de nuestro paisano.
Dice Enrique Rapela en su instructivo “Conozcamos lo
Nuestro”, que se lo llamó cojinillo “nombre que proviene del cojín que colocaba
el andaluz sobre la dura silla (de montar), que solía ser una manta de lana”; es muy probable que la
aplicación de dicha palabra provenga del uso de colocar una almohadón o “cojín”
sobre las rústicas y duras sillas de madera, sin tapizado, que se usaban en
épocas del Medioevo en la vieja Europa y en los países árabes.
Daniel Granada, allá por 1890, escribió que solían usarse “uno, dos o más cojinillos” para mayor
blandura.
También se lo ha denominado “pellón”, palabra que deriva de
“vellón” y que refiere al manojo de lana esquilada, voz que a la vez proviene
del latín antiguo. Posiblemente esta expresión fue muy común en el siglo 19, ya
que es la que usa una vez Hernández en su Martín Fierro, cuando dice: “Éste se ata las espuelas, / se sale el otro
cantando, / uno busca un pellón blando, / éste un lazo, otro un rebenque”.
Lo dicho parece reafirmarlo Agustín Zapata Gollán, cuando en su libro “El
Caballo y el Recado”, referido fundamentalmente a Santa Fe, expresa que
encontró referencia en antiguas sucesiones de los años 1735 y 1781, y da como
ejemplo: “Don Miguel Silva tenía un
pellón nuevo azul y dos de carnero, uno negro y otro blanco; Don Manuel de la
Paz, un pellón azul, nuevo de lana y otro overo de motilla de hilo también
nuevo…”; lo de “pellón azul” proviene de que se teñía la lana, o bien era
confeccionado en hilo de ese color.
Don Justo P. Sáenz (h), en su invalorable equitación
gaucha, le dedica un buen párrafo bajo el título de “El Cojinillo o Pellón”,
del que -por su importancia- transcribimos algunos párrafos: “Por lo general se empleaban los crudos de
lanares del país, fueran chilludos o no, bien lavada su lana y sobado a mano el
pellejo del revés. Dos de ellos por
lo común mullían el recado. En tiempo de Rosas, fue moda impuesta por el fervor
partidario el teñirlos de vivo carmesí, por lo que se sobre entiende que el
unitario que a ello se atrevía, los coloreaba de azul. (…) Una prenda complementaria de la anterior y
que la industria británica difundió en Buenos Aires, fue el cojinillo de hilo,
fabricado en Mánchester y Birminghame y perfecta imitación de los de pelo de
cabra confeccionados en Tucumán y otras provincias arribeñas siendo los de
aquella los más famosos. Esta última pilcha iba colocada sobre el cojinillo de
lana natural e inmediatamente bajo el sobrepuesto. Imposible que prescindiera
de él en su apero el paisano de ‘posible’ y, hasta no hará 30 años (se refiere Sáenz aproximadamente a 1910), no se veía en la provincia de
Buenos Aires un recado de pasear que no lo exhibiese, con sus largos flecos
hilados y su color azul marino o negro opaco”.
El poeta tapalquenero Marcelo Altuna, nos habla de
algunos usos del “cojinillo” en unas décimas del mismo título.
(Los versos pueden leerse en el blog "Antología del Verso Campero")
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