Cuatro décadas atrás, recuerdo, en una
imprevista mesa de libros usados y otros que eran remanentes de viejas
ediciones, por la ilustración de tapa compré un libro de un autor que
desconocía, pero me había gustado el motivo: un paisano a caballo, emponchado,
llevando un carguero a la par, en medio de una ventisca que se adivinaba
patagónica. Por los trazos uno intuía que era “un Lamela”, que por otro lado la
firma certificaba. Era el título del libro en tapa, “El Prófugo”, que
abriéndolo, en su portada se agregaba: “Novela de ambiente histórico de la
Patagonia sur”. El autor, del que nada sabía, Carlos Molina Massey. Lo leí y me
asombró el escritor, el tema y su desarrollo, al punto que “dentré” a averiguar
quién era ese hombre, y “rastriando” pude reunir su obra, toda mayúscula.
Pero ese es otro asunto, al que me
llevó, sin quererlo, una obra de ese artista gaucho que fue Don Juan Lamela, el que falleció hace
ya más de un cuarto de siglo, el 18/08/1989 en Mar del Plata, descansando sus
restos en el porteño Cementerio de La Recoleta. Y el tiempo, implacable, parece
querer olvidarlo, haciendo que pase desapercibido, aunque quizás, allí también
se atraque algo de nuestra desidia por la memoria y la falta de reconocimiento
por los valores de nuestra propia cultura.
Pocos deben saber -y los platenses
seguro lo desconocen-, que Don Juan
nació 13/04/1906 en La Plata (entonces
joven ciudad aflorada en “las lomas de la Ensenada” para Capital de la
Provincia), siendo sus padres América Peltrich y Máximo Víctor Lamela,
matrimonio que fructificó en ocho retoños, siendo el mayor de seis varones y el
tercero en el orden general, como que estuvo precedido por dos mujeres.
Comparte con el gran Benito Lynch, la
circunstancia de ser hijo de unos de los fundadores del diario El Día de la
capital provinciana, dado que Lamela padre era periodista.
En realidad su estancia platense fue muy
breve, como que tras su nacimiento prontamente la familia se estableció en la
ciudad de Santa Rosa, capital de la Provincia de La Pampa, donde transcurre su
infancia y adolescencia.
Pero la temprana desaparición del padre
lo acercará ahora a la Capital Federal; está en los 13 o 14 años, corre 1920, y
diez años después se graduará como Profesor de Dibujo en la porteña Escuela
Nacional de Bellas Artes, coronando lo que como afición ya había despuntado en
años de la escuela primaria.
Ya abocado al arte, en la década del 30
abre su atelier en el piso 14 (“cerca del cielo”) de la Galería Güemes, de
calle Florida 165. Sitio que andando el tiempo se haría un concurrido espacio,
lugar de charlas y encuentros de distintos representantes del arte, y donde
organizara las entregas de la distinción “Orden Pampa”, premio podríamos decir,
de su creación.
Quizás su momento de mayor difusión se
dio allá por el primer lustro de la década de 1970, cuando por la pantalla de
Canal 7 se emitía su micro programa “Estirpe”, espacio en el que, mientras
explicaba algún tema de la cultura criolla, lo iba reflejando en ágiles trazos,
sobre una hoja de papel que tenía en su caballete de pintor, obra que concluía
simultáneamente con el fin de su relato. Por este programa, recibió en 1975 el
popular Premio “Santa Clara de Asís”.
Unos años antes -1966/1967-, había
ocupado una página de Clarín Variedades, ilustrando la publicación semanal
(días jueves) del Santos Vega de Ascasubi.
Diez años después, del mismo modo que
otros pintores costumbristas ilustraron almanaques, tarjetas y hasta cajas de
fósforo, Lamela reprodujo sus
trabajos decorando 500 juegos de porcelana para café y otros 500 para vino.
Toda una originalidad.
Podemos evocar que el 6 de noviembre de
1967, en la Galería Velázquez (Maipú 932, C.F.), se organizó una exposición con
los trabajos que daban cuerpo a la carpeta “Estampas Gauchas” al tiempo que se
presentaba la misma; contó entonces con el auspicio del Círculo Diplomático
Argentino, organizándose el acto dentro de la “Semana de la Tradición”, cuando
aún no existía la Ley Nacional que aludiera a tal fecha.
Por 1973 da a conocer otra carpeta
titulada “Argentina Gaucha – Litografías Originales del Maestro Juan Lamela”.
Transpuestos los 60 años, ya afianzado y
reconocido, comienza a viajar por el mundo, recorriendo distintos países de
Europa y de América, aprovechando para exponer y dar charlas sobre “Costumbres
del Campo Argentino”.
El famoso Quinquela Martín, colega y
amigo, refirió que “La obra del Pintor Lamela es la expresión verdadera de la emoción
Argentina”.
Podría decirse sin temor que ha sido un
pintor de llanuras, de campos tendidos y escenas pampeanas, más allá que en
algunos momento reflejó paisajes y personajes de otras regiones. Reafirma ésta
primera impresión la observación del autor de “Trenza Nativa”, el Dr. don
Gregorio Álvarez, quien sentenció que Lamela
plantó sus creaciones “en su auténtico
escenario: la pampa profunda y misteriosa”, y respecto del verismo que
reflejan sus trabajos, Julio Días Usandivaras explicó: “Su autenticidad proviene del estudio psicológico que nuestro artista
da a sus personajes. (…) El fuerte
realismo infunde a sus modelos una vitalidad desconocida”.
Sus obras no solo se reflejaron en las
telas, sino que también fue muralista, ilustró libros, e inclusive sirvió su
saber para asesorar en proyectos cinematográficos.
Casi sobre el final de su existir se
radicó en Mar del Plata donde finalmente falleció, momento a partir del cual
podríamos decir que ¡injustamente! lo emponchó el olvido.
El pasado mes de abril se cumplieron 110
años de su nacimiento, y hemos entendido una obligación de nuestra parte,
acercarlo al tiempo que vivimos, refrescar su obra y su memoria, y por qué no,
darlo a conocer a los más jóvenes, con la esperanza escondida de despertarles
la curiosidad por conocer más de este artista que gustaba embanderarse tras una
frase que le calaba hondo: “Argentina,
tierra gaucha”.
La Plata, 24 de julio de 2016
Bibliografía
-.
Santos Vega de Hilario Ascasubi. Diario Clarín Variedades (varios ejemplares
1966 y 1967)
-.
Cartilla exposición “Estampas Gauchas” (11/1967)
-.
Carpeta “Argentina Gaucha” (1973)
-.
Dibujos de Juan Lamela para artesanía en porcelana, por Luis Rodríguez Armesto.
Revista
Folklore N° 273 (9/1977)
-.
Biografía de Juan Lamela, internet “Tradiciones Argentinas S.A” (Bajado
30/08/2006)
(Artículo publicado en Pag. web de Revista "El Lunar", 07/2016)
Gracias por mantener vivo el arte de mi amado abuelo Tata 🤗
ResponderEliminarQue honor que una nieta del maestro se comunique!!
ResponderEliminarTe pareció bien el artículo? Encontraste algún error?
Si no te parece mal, te pido tu mail, para escribirte, porque podría tener alguna pregunta referida al abuelo que pueda acrecentar mi base de datos. Pienso publicar un libro con una suma de artículos referidos a pintores criollo.
Saludos
Podés escribirme a abrilcecilia@gmail.com Saludos y reitero mi agradecimiento
EliminarTuve la oportunidad de estar varias veces en su atelier en un piso de la Avenida Santa Fe junto a Hugo Díaz, el Dr. Eduardo Lagos y otros artistas músicos y plásticos y recuerdo que tenía un una replica ce pulperà en el mismo espacio, donde nos reuníamos a charlar y escucharnos mutuamente
ResponderEliminarQue buen comentario. Gracias
ResponderEliminarUn edificio de aquí, ciudad de Río Cuarto, lleva su firma! Muy linda historia!
ResponderEliminarGracias por escribir. No tenía esa referencia. Gracias.
ResponderEliminarYo tengo uno de sus platos de porcelana com borde de oro .de mañanita era de mi abuelo
ResponderEliminarGracias por visitar el sitio.
ResponderEliminarEnvidio el asunto del plato.
La Jefatura de Policía en Santa Rosa ,La Pampa ,conserva sus pinturas gauchescas en la pared de entrada en tamaño grande.
ResponderEliminarGracias, amigo, por esa información
EliminarHola que tal. Yo tengo 3 cuadros. De los cuLes dos no existe imagen en internet. Tengo al vizcacha. Martin fierro tocando la guitarra y uno que se llama pelea de gallos. Mis papa los tenia en un cilindro. Y se que son originales por la firma y la calidad del papel donde se pintaron.
ResponderEliminarHola, gracias por escribir. No me sale tu nombre.
ResponderEliminarCreo que los motivos que me contás, están en una edición del Martín Fierro de gran tamaño, del año 1963. Entiendo que lo que tenés deben ser copias en buen papel, de los originales, que pueden estar firmadas. Si fuese la pintura original, indudablemente no estaría enrrollada porque se dañaría, se resquebrajaría la pintura.
Va un abrazo.