“El Gaucho Molina”
Francisco Ramos Mejía
-porteño de nacimiento-, había viajado a estudiar a la Universidad de
Chuquisaca, en el alto Perú. En su estada en esas tierras conoce y se enamora
de una señorita de acaudalada familia y de la alta sociedad de esa ciudad, María
Antonia Segurola, hija del Gobernador de La Paz. Con ella se casa en 1809,
recibiendo una importante dote matrimonial que habrá de invertir en la campaña
porteña.
Por esa época toma
conocimiento de primera mano, de lo que fue el ajusticiamiento -unos 25 años
antes- del líder indígena Tupac-Amarú, cuyo sufrimiento lo impresiona
sobremanera, y le hace ver la realidad de los oprimidos pueblos nativos, con
una visión opuesta a la de los represores ibéricos.
Al regresar al Río de
la Plata, además de adherir al movimiento revolucionario, se propone gestionar
tierras fiscales al sur del Salado, para lo cual debe denunciar la existencia
de tierras baldía, y solicitar se le concedan, permitiéndosele poblarlas.
Para concretar dicho
propósito viaja al desierto personalmente, acompañado de solo cinco hombres de
su mucha confianza, uno de ellos, el personaje que nos proponemos evocar, “El Gaucho” José Luis Molina, baqueano
y lenguaraz, quien le hace de guía y de intermediario en el trato con los
indios.
De Molina se desconocen datos de su nacimiento, aunque se lo estima nativo
de Chascomús, y poco se sabe de él antes de esta situación que lo introduce en
la historia; algunos investigadores han arriesgado la teoría de que fue miembro
del Cuerpo de Granaderos a Caballos del General San Martín, y que como tal
combatió en las luchas por la independencia, pero no se ofrece una firme documentación
que lo avale.
Ramos Mejía, no se
posesiona porque sí en las tierras que elije; se apersona -Molina mediante- ante la tribu de la zona y ofrece y entrega al
cacique $ 10.000 fuertes a cambio de ellas; luego debe pagarle al gobierno el
precio que éste le pide para venderle la sesenta leguas cuadradas que solicita,
unas 150000 Has. Pero esa primera actitud suya de comprarle a los naturales, lo
posiciona muy bien con éstos, a quienes atrae para que se establezcan en los campos
mismos de la estancia, a la que denomina “Miraflores” en honor a la finca de la
familia de su esposa en tierras de La Paz, así llamada. Dicha estancia se ubica
en lo que hoy es partido de Maipú.
También convoca a los
aborígenes para que trabajen con él, empezando a enseñarles el manejo de rodeos
y los rudimentos de la agricultura, mientras que su esposa extiende la tarea de
asimilación a los usos cristianos, enseñándoles a las mujeres, diversas
artesanías.
“El
Gaucho” Molina queda allí conchabado como capataz.
Ya que dijimos usos
cristianos, Don Francisco, al modo de los Jesuitas, trata de inculcarles la fe
cristiana, y para esto les da charlas, bautiza y casa a los miembros de la
tribu que va incorporando al conocimiento de Dios, pero claro… él no era
sacerdote, y al tiempo que su prestigio aumentaba y se extendía
por la zona, en la gran aldea de Buenos Aires comenzaron a sospechar de su
poder en expansión, tratándolo de hereje y suponiendo que en esa estancia que
nunca era alcanzada por los malones, se organizaban los mismo.
En definitiva en 1821,
el gobernador Martín Rodríguez, organiza una expedición a las tierras del
sudeste, y en “Miraflores” toma prisionero a Ramos Mejía, remitiéndolo detenido
a la otra estancia que éste primero había poblado en las vecindades de Bs. As.,
llamada “Tapiales” (lo que hoy sería ‘reclusión domiciliaria’).
Mal presente le aguarda a todos aquellos,
criollos e indios que lo acompañaban, ya que tomados primeros fueron
indiscriminadamente -hombres y mujeres- asesinados, lo que hizo que todos los
que pudieron escapar, volvieron a sus antiguos asentamientos junto a los
caciques Ancafilú, Neuquipán, Antonio El Grande, Landau, Cachul, Tacumán,
Maicá, Trinin y Pichimán, y con ellos “El
Gaucho” Molina, quien al casarse con la hija de Neuquipán, gana en
prestigio y respeto, siendo considerado un jefe más.
El 30 de abril de ese
mismo año, esos caciques, con Molina
al frente de 1500 lanzas, como en venganza a lo antes acontecido, asolan la
Guardia de Kakelhuincul y destruyen la joven población de Dolores, fundada
cuatro años antes y por eso considerada “el primer pueblo patrio” (1)
, alzando gran cantidad de hacienda.
No será éste el único
malón en el que “El Gaucho”
intervenga, pero en una entrada que encabeza el 8/11/1825, es derrotado en la
Laguna del Arazá (actual partido de Castelli), y a raíz de la muerte en dicho
entrevero, del Cacique Ancafilú, cae en desgracia al ser sospechado de traidor,
y debe nuevamente huir para salvar su vida, volviendo ahora al bando ‘cristiano’.
Según el escritor de 25
de Mayo, Don Ubaldo Larrañaga, a paso seguido Molina se presenta al Juez de Paz Don Juan Cornet, hombre de
confianza de su ex patrón Ramos Mejía; el Juez lo envía detenido al Fuerte
Independencia en Tandil, donde pide se lo indulte, y Rivadavia, buscando contar
con sus amplios conocimientos sobre esos vastos territorios y de la vida
tribal, se lo concede, asignándolo, como Capitán de Baqueanos a la División del
Cnel. Rauch, con el que participa en dos expediciones a los toldos a fines de
1826 y febrero de 1827.
Un mes después, en el
acto siguiente, lo encontramos en la Gesta de Patagones ocurrida el 7/03/1827,
donde tiene una destacada participación junto a los 22 paisanos que lo
acompañaban y a los que se conoce (desconocemos el por qué), como “los tragas” de Molina, quienes logran
empujar a las fuerzas imperiales a los montes y pastizales costeros del Río
Negro, a los que prenden fuego, logrando una derrota total del enemigo.
Según noticias que
brinda el investigador patagónico Pérez Morando, esos hombres que lo acompañan
y siguen fielmente, se llamaban: sargento José María Molina, cabos José María
Albarito (Albertio) y Lorenzo Gómez, y los soldados Cornelio Medina, Juan
Bautista Montesina, Dionisio Gómez, Juan Leguizamón, Julián Álvarez, Santiago
Ventena, Miguel Rivera, Casimiro Marín (Martín),
Francisco Delgado, Inocencia Peralta, Jorge Arrioca, Manuel Gamboa, Policarpo
Luna, Santos Morales, Manuel Pérez, Raimundo Ramayo, Juan P. Rojas y Gregorio
Ramírez.
Tras estos sucesos, para
la época que es fusilado Dorrego (12/1828), “El Gaucho” Molina aparece revistando a órdenes de Juan Manuel de
Rosas, donde, según Larrañaga, encabezaba una fuerte división integrada por
desertores, gauchos alzados e indios amigos.
Un año después, Rosas
lo asciende al grado de Coronel de Caballería, destinándolo Jefe del Regimiento
7 de Milicias de Caballería.
El 1830 muere en
Tandil, se supone que víctima de envenenamiento. Sus restos fueron trasladados
a Chascomús, donde con honras militares propias de su grado, y misa de cuerpo
presente, fue despedido. Curiosamente la misa fue pronunciada por el Presbítero
Francisco de Paula Robles, el mismo que era cura párroco en 1821 en la Capilla
de Dolores, cuando el pueblo fue asolado por el malón que encabezó.
...................
Cuando en enero de 2010
pude llegarme, invitado por Jorge Vega, a Viedma y Patagones, aproveché para
visitar al paisano patagones, cantor, músico, recopilador, investigador y
soguero, Ángel Hechenleitner, quien en una sala de su casa, pegada al cuarto en
donde trabaja en sogas, tiene montado el Museo privado “Gaucho Molina”, con referencias
sobre su historia.
Molina y Rivero (“El
Gaucho de las Malvinas”), son dos personajes similares un tanto resistidos por
los historiadores académicos, por no encontrarse documentación que avale
fehacientemente la autenticidad de sus luchas.
La Plata,
8/03/2018
( (1) Primer pueblo fundado después de la Declaración
de la Independencia, el 9/07/1816 (en 2017 festejó su Bi Centenario).
Bibliografía
.
José Luis Molina – baqueano, por José F. Selva, en “Quien fue Quien en Dolores”
.
El Gaucho Molina, por Ubaldo Larrañaga (1998) Publicación artesanal
Municipalidad de 25
de Mayo
.El
gaucho Molina y sus “tragas”, por Héctor Pérez Morando, en “Río Negro on line”
3/2008
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