LR 11 – Radio
Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 64 –
18/03/2018
Con su licencia,
paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor
luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
Si bien el domingo
pasado habíamos pensado dar por terminado el tema del “puesto”, el habernos encontrado con algunas referencias que nos
han parecido interesantes, nos ha llevado a preparar esta continuación.
P. ej., el maestro Don
Carlos Moncaut, en su libro “Pampas y Estancias”, en el capítulo “El campo y
las estancias vistos por viajeros del Siglo 19”, toma referencias de escritos
del francés radicado en el país, Don Emilio Daireaux, que dicen: “En cuanto a los puestos se componen de dos
piezas a las que da entrada una puerta; las ventanas son allí raras, sino
desconocidas…”, se está refiriendo a las estancias de irlandeses
preferentemente instaladas hacia el norte de la provincia, y más adelante
agrega que los campos se medían en leguas cuadradas, y que esta medida nacional
representaba 2500 has. Continua: “Se
pueden contar por legua cuadrada, en la región más dispuesta, quince puestos diseminados en toda la
línea…”.
Siempre en el mismo
capítulo del libro citado, nos habla de la Estancia “La Porteña”, en Lobos,
apuntando que es una de las más viejas de ese pago, y que ocupaba una extensión
de siete leguas cuadradas, o sea unas 17.500has. También nos dice que: “A principio del Siglo 20, contaba con 63 puestos con 1000 ovejas cada uno, y
aproximadamente 6000 vacunos”, esto nos da una idea de lo que era el
trabajo de esa gente puestera, en una estancia que se ve, era ovejera y de
hacienda vacuna.
El mismo Moncaut y en
el libro citado, cuenta que al crearse -allá por 1866- el partido de Ayacucho,
el territorio asignado está ocupado por “92
estancias, que por su gran extensión requerían 859 puestos”; llama la atención la cantidad de “puestos”, casi que es para no creerlo,
pero viniendo de quien viene le damos la derecha.
De Gral. Las Heras, nos recuerda la Estancia
“Plomer”, por como la presenta, una estancia ovejera. Dice: “Sus grandes rebaños de ovejas ocupaban veinticinco puestos. Podía verse un
gran galpón para depósito de lana; otro para esquilar; una casa habitación para
los esquiladores; un recinto para la carne; un matadero y una cocina.”.
Más adelante Moncaut
toma el relato del comerciante Emilio Delpech, que en sus viajes de comprador
de frutos del país, visitó muchas estancias; en una de ellas, “San Antonio” de
Sulpicio Gómez, conoció a un paisano muy haragán, pero de hermosa estampa de
gaucho, que vivía de agregado, colaborando en muy pocas y contadas tareas, al
que apodaban “El Rauchero”. Cuando se retiró de dicha estancia se aquerenció en
la estancia “Azelain”, porque lo recogió su dueño el escritor Enrique Larreta,
que lo dejó de agregado en “el puesto”
de la entrada, y se puede decir que ese “criollo
de tipo interesante” fue el modelo del protagonista de su obra “El
Linyera”.
(En "Antología del Verso Campero" se puede leer "Puesto Criollo" de Enrique Mario Cabrera)
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