LR 11 – Radio
Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 91 – 21/10/2018
Con su licencia,
paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor
luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
Según
mi apreciación personal, la comunidad “vasca”
es la que más fácil se acriolló y se adaptó al ámbito rural, incluso,
incorporando a su atavío el uso del chiripá como una cosa natural. Y si bien la
presencia “vasca” viene de los
primeros tiempos de la conquista (el fundador de Buenos Aires, Don Juan de
Garay correspondía a esa comunidad), será en la centuria del 1800, cuando
comienzan las oleadas inmigratorias que integrará a los “vascos” a la vida del país.
Se
cree que el pueblo “vasco” tiene una
antigüedad de más de 7000 años. Serían anteriores a las grandes culturas de la
civilización humana. Viene de tan lejos, que el origen de la lengua vasca, el
euskara, no se ha podido resolver, y resulta inclasificable, ya que no coincide
con ningún de los lenguajes conocidos.
En
el libro “Los Vascos en la Argentina” de la Fundación Vasco Argentina “Juan de
Garay”, se destaca que: al “claro sentido fundacional que desde 1810 ha
impuesto la cultura vasca en nuestro país, debe añadirse que, en relación con
el número de afincados ” .
El
entonces presidente de la recién citada Fundación, Jorge Zorreguieta, expresó
que “Entre nosotros, el vasco es sinónimo de rectitud, trabajo y constancia.
Un ser de actitudes austeras, noble y de perfil bajo. En la Argentina
hay tres millones y medio de personas que tienen alguna ascendencia vasca. Más
gente de origen vasco que en el propio país”.
La
primera llegada de “vascos” en
cantidad, se da hacia la segunda mitad de la década de 1830 y toda la
siguiente; años después hay otra gran oleada con posterioridad a la caída de
Rosas y que se extiende por unos diez años, o sea 1853/1863, con la
particularidad que en esta ocasión la mayoría elige radicarse en nuestra
campaña, o sea la región pampeana. Por último, en la gran inmigración que se da
una vez finalizada la “conquista del cierto”, llegan también gran cantidad de “vascos”.
Es
sabido que el gaucho era renuente a toda actividad que no se desarrollase de a
caballo, o sea, menospreciaba las tareas de a pie, y en esas comenzó a ocuparse
el “vasco”: ser zanjeador, pastor de
ovejas (otra tarea no querida por el gaucho), mano de obra en los saladeros,
plantador de árboles, cavador de jagüeles; con la llegada de los ferrocarriles,
se ocupó a pala, pico y carretilla para la construcción de los terraplenes y el
tendido de vías; y al comenzar a alambrarse los campos, se especializó en el
oficio de alambrador. Pero donde más lo asociamos, debe ser sin duda en la
tarea de tambero, y en su condición de repartidor de leche en pueblos y
ciudades. Si bien en su tierra ejerció como agricultor, no fue ésta ocupación
que lo deslumbrara entre nosotros.
Pero
tampoco podemos olvidar que no le hizo “asco” al oficio que se le presentara, y
fue comerciante de ramos generales, dueño de fonda con hospedaje, patrón de
tropa de carros, estanciero…
Su
cultura nos aportó el uso de la alpargata y de la boina, y deportivamente nos
acercó al juego de la paleta en frontón.
Intensa
ha sido la participación de los “vascos”
en nuestra campaña, como también intensa su inserción en la vida socio/cultural
del país.
(En el blog "Poesía Gauchesca y Nativista" se pueden leer los versos de Ricardo Lejarza, "Al Pueblo Vasco")
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