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1520 Radio Chascomús – Audición “CAMPO AFUERA”
Micro N° 8 – 24/05/2017
Antes de salir
“campo afuera” pa’ poder tender la vista mirando lejos, dende’l banco chueco en
el que estoy sentao, vamos a ver si le arrimamos al fogón de los versos, unas “astillas
de Wenceslao”.
Casualmente nos toca
hacer este comentario casi en el día del nacimiento de Wenceslao, por lo que
debemos comenzar por decir que mañana cumpliría 109 años.
Muy someramente vamos a
desandar el trillo de las creencias, la religiosidad, la fe del poeta.
Desde lo personal
siempre anidaron en mí las dudas respecto de la religiosidad del gaucho; éste
supo de Dios y lo respetó, pero fue poco afecto a los ritos de la iglesia; no
obstante en cada rancho por lo general no faltaba una imagen de la Virgen,
aunque la atención del rezo -cuando se lo conocía-, era éste patrimonio de las
mujeres de la casa; y cuando por casualidad se asistía a una parroquia, a no
ser por el casamiento o un bautismo, ingresaban las mujeres y el hombre esperaba
afuera que terminara el oficio.
Más allá de lo referido,
el hombre practicaba ciertos formulismos, como persignarse ante una tumba, o
expresar “Dios lo ampare” ante un muerto o alguien que se “desgració”, o
aquella rutina presentada con sentimiento cuando un niño ante el abuelo o una
persona mayor y de respeto, hincándose le pedía “La bendición, Tata”,
recibiendo por respuesta. “Dios lo haga güeno”.
A estos ritos se
limitaba, a mi entender, la religiosidad del gaucho.
Creo que con Wenceslao pasaba lo mismo, pero siendo
éste un poeta de fina inspiración lo reflejó en versos profundos y sentidos.
Uno de ellos es “Me
Visitó la Virgen”, delicadísimos ocho cuartetos alejandrinos (o sea de 14
sílabas, el verso más largo), donde casi que hincado canta a esa supuesta
aparición milagrosa, y dice que al verla se “santiguó”, y que después, en señal
de respeto y admiración “me puse pa’adorarla el chiripa más nuevo, /
y mozo por ajuera y por adentro niño / la contemplé con todo mi proverbial
respeto. // Qué linda estaba, llena de celestial belleza…”, y cuenta que
después de esa visita, “…sin saber la
causa me siento más contento…”.
Otro verso muy puntual
como el recién mencionado, es el que titula “La Misa” dentro de la obra “Diez
Años Sobre El Recao”. En él nos cuenta que estaba en pareja con una
entrerriana, y que en una ocasión al llegar al rancho, ella le avisa: “Compañero, viene un hijo / a alegrar el
rancho suyo…” y le comenta que le ha prometido a la Virgen “Ir los dos, mañana, a misa…”, y él
consiente diciendo “…Si el moro quiere
que usté / se le siente sobre’l anca…”.
Al otro día, cumpliendo
con lo prometido nos cuenta: “La misa
había empezao / y tal silencio reinaba, / que se óia si se cortaba / una tela
en el quinchao; / busqué un rincón apartao / pa’ hincarme con mi entrerriana. /
Blanca melena lozana / el sacerdote lucía / y el chiripá se le vía / al abrirse la sotana.”. Agudo detalle
describe: el cura estaba de chiripá.
Cerrando este aspecto,
y como homenaje al amigo Manuel Rodríguez que está cumpliendo 93 años y siempre
tuvo este poema en su repertorio, nos vamos con los versos de “Ruego”:
(Los versos de RUEGO se pueden leer en el blog "Antología de Versos Camperos")
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