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1520 Radio Chascomús – Audición “CAMPO AFUERA”
Micro Nº 33 – 28/02/2018
Antes de salir
“campo afuera” pa’ poder tender la vista mirando lejos, dende’l banco chueco en
el que estoy sentao, vamos a ver si le arrimamos unas “astillas” al “Fogón de
los Poetas”.
Don Domingo tenía
cierto escozor a que se le endilgase el mote de “poeta gauchesco”. Ignoramos
los motivos. Por eso la primera vez que nos dimos la mano allá por 1984,
inmediatamente me aclaró “-Yo no soy un
poeta gauchesco”, sorprendiéndome al punto que no tuve la rápida reacción
de preguntarle por qué lo decía.
Casualmente el poeta y
periodista Pedro Leguizamón que mucho lo trató en su época de vida marplatense,
lo deja expresado en un artículo que publicara en el diario “La Capital”,
cuando dice: “él no quería que lo
calificaran de ”.
No sé si tendrá que
ver, pero en aquellos tiempos no acostumbraba vestir de bombacha y bota,
presentándose de saco y corbata, adoptando el indumento paisano cuando su
presencia se hizo infaltable en el ámbito de las jineteadas.
Con respecto a su
último libro, “De Mi Galpón”, él abrigaba íntimamente la posibilidad de hacer
un libro como lo habían sido los “Cortando Campo” y “Puerta Ajuera” de sus
inicios, pero en este caso buscando hacer una especie de “antología personal”,
eligiendo lo que consideraba más valioso
de su producción. De esas conversaciones previas surgió que su amigo de
Navarro, Rubén Trezza, se ofreció a financiarlo, dispuesto a encarar una tirada
importante. De allí también, de esos pagos, nació la idea de que se me
consultara, respecto a cómo hacerlo, dónde, y aquellas otras cuestiones que yo
considerase. Aceptada la propuesta (tengo en alta estima la relación amistosa
con Trezza), Berho no dudó en remitirme un sobre con los versos elegidos, y
hasta aceptó mis opiniones y sugerencias. Dos o tres veces fueron las cartas,
entre San Justo (donde vivía) y La Plata, con el material del libro, y cuando ya
estaba decidida la editorial en que se haría, y se había aceptado un
presupuesto, sobrevino su descompensación e internación, por un problema que en
apariencia no eran de suma gravedad, al punto que en las vísperas del día
fatal, le comentó a unos amigos que lo visitaban, que ni bien le dieran el alta
tenía que ir a La Plata para hablar con Risso.
Desgraciadamente, a las
11.40hs. del sábado 26/09, fallecía en la Clínica de la Ciudad de San Justo
donde estaba internado. Tenía 67 años.
Daba la impresión que
aquel proyecto suyo dormiría el sueño de los justos. Pero un día, por casa de
Nelfi Trimarchi en San Justo -donde Don Domingo vivía-, aparecieron tres
hermanas, sobrinas carnales del poeta, en busca de sus pertenencias y papeles;
fue así que de allí se comunicaron con Agustín López. Con muy buenas
intenciones para preservar la obra del tío, donaron aquellas pertenencias a la
Asociación Argentina de Escritores Tradicionalistas, y respecto de sus versos,
asumieron la publicación del libro que aquél añoraba, y allí volví a entrar en
contacto con el proyecto, que fue aumentado respecto del prototipo original,
habiéndose convocado al artista Rodolfo Ramos para confeccionar la tapa y
contratapa, quien así lo hizo con total desinterés
económico. Y en septiembre de 1999, “De Mi Galpón” era una realidad. 82 versos
lo integran, no están todos pero si una gran parte.
Cierro con una
anécdota: Don Domingo era un hombre reservado, de pocas palabras, y solo de
hablar cuando se encontraba cómodo; para nada “cholulo” y de muy bajo perfil.
En noviembre de 1986,
nos encontramos en el Salón Dorado de la Casa de Gobierno de La Plata, en
ocasión de la entrega del Premio “Payador” que entonces otorgaba Radio
Provincia. Él estaba ternado como poeta, junto con Castello Luro; el tercero se
me ha olvidado, pero lo cierto es que el ganador fue Berho. Aquel día me
entregó un ejemplar de su entonces nuevito folleto “Tranquera de Alambre”, con
una dedicatoria que reza: “Al pichón de
poeta Carlos Raúl Risso con quien me une una tranquera de alambre”. ¿Y esto
por qué? Tiempo antes, al encontrarnos en una jineteada yo le había dado mi “De
Sangre Pampa”, y un tiempo después, una noche en que estaba cenando, suena el
teléfono y para mi sorpresa quien llamaba era Berho, y muy preocupado me entró
a contar que tenía prácticamente en la imprenta un trabajo nuevo con el título
de “Tranquera de Alambre” y que recién había reparado que yo tenía un verso del
mismo nombre y que no quería quedar mal conmigo. Le respondí algo así como:
¿Qué problema se hace? Usted es el hombre conocido; nadie va a asociar sus
versos con los míos. Quédese tranquilo y dele para adelante. Por eso entonces
aquello de que “nos une una tranquera de alambre”.
Esperando haber
aportado algo, cerramos estas evocaciones, y aprovechamos para mostrarlo
justamente con esos versos de “Tranquera de Alambre”: (se puede leer en el blog "Antología del verso campero")
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