LR 11 – Radio
Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 66 –
01/04/2018
Con su licencia,
paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor
luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
Llamamos así al lugar
donde uno ha nacido, se ha criado o donde se vive; esa querencia puede ser, p. ej., la estancia o el rancho paterno. A
veces se puede extender tal denominación a la zona de su vecindario: “esa es mi querencia”.
No hay que confundir
con “el pago”, ya que éste representa un espacio muy amplio y un tanto
indefinido en sus límites. Por ejemplo: se puede ser “del pago’e la Madalena y tener la querencia por Atalaya”. ¿Quedó
claro?
Para el diccionario de
la Real Academia, en su segunda acepción, querencia
resulta “la inclinación o tendencia de las personas y de ciertos animales a volver al sitio
en que se han criado o tienen costumbre de acudir”.
La expresión querencia deriva de “la acción de querer o amar”, y esto se
refleja en los decires de nuestro noroeste argentino donde “querenciar”
significa “engualichar, enamorar mediante
concesiones afectuosas o por efectos de filtros u otros poderes”, esto
según lo que relata Diego Abad de Santillán.
Dicho decir, y con el
mismo sentido, se usa y se usó en la “madre patria”, de allí que Capdevila nos
recuerda que Cervantes, en su novela “Don Quijote”, cuenta: “Con este pensamiento guió a su Rocinante
(el caballo del Quijote) hacia su aldea
el cual casi conociendo su querencia
con tanta gana comenzó a caminar, que parecía que no ponía los pies en el
suelo”.
Pero volviendo a
nuestra campaña, querencia tienen
tanto los cristianos como los animales; en este punto se dice que “el animal que menos la olvida es el
yeguarizo”, y esto nos hace recordar el verso de Berho, “Historia de un
Relincho”, cuando el animal que va “misturao” en una caballada con destino de
tacho, que al enfrentar el potrero donde ha estado viviendo suelta un relincho,
y dice el verso: “como lo hace un yeguarizo
/ cuando vuelve a la querencia”.
Esto me trae un
recuerdo personal: tendría 8 o 10 años cuando mi abuelo Espinel entregó un
potro gateado a un domador que estaba radicado en “el barrio de los estú”, en
la zona del Hipódromo platense, pero… meses después, sumido y trajinado, el
animal se le hizo humo, y vaya a saber uno cómo, costeó la ciudad hasta que
tomó el viejo camino a Magdalena, y después recorrer más de cinco leguas, una
mañana, comenzó a costear el alambrado de “Los Ombúes”, hasta que anoticiado de
lo que pasaba se le abrió la tranquera, y de ahí en más la paciencia de mi
padre lo hizo caballo de su silla, resultando un animal incansable, de un
galopar airoso, eso sí: muy avispao siempre! Supo el pingo volver a su
querencia.
Mucho se habló de la querencia en la época de la estancia
vieja o cimarrona, aquella que iba ocupando las tierras donde ya no merodeaban
los indios, la que casi no tenía
poblaciones, y donde había que andar rondando
permanentemente la hacienda que se llevaba para que se acostumbraran a los
nuevos campos, por eso, en el sitio que se elegía para parar rodeo, se solían
enterrar uno o dos palos donde los animales se rascaban, y si se podía se ponía
una gran piedra de sal, a las que los vacunos lamían; los dos fueron métodos
para aquerenciar a la hacienda.
Ilustramos ahora con
unos versos que nos cuentan de un paisano que vuelve a su rancho y sobre la
huella lo va hablando con sus dos caballos. “A la Querencia”, se titula, y me
pertenece:
(Se puede leer en el blog "Poeta Gaucho")
Buenas, un Dago mas " querencia" en Romani, la lengua gitana , significa lo mismo que en nuestro idioma criollo, la casa, el hogar, hay otros palabras gitanas en nuestro vocabulario, recordemos que la identidad criolla, es donde convergen un sin fin de razas.
ResponderEliminarMuchas gracias Jorge, por el dato. Vale.
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