LR 11 – Radio
Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 69 –
22/04/2018
Con su licencia,
paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor
luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
Sin duda no podemos decir
que “lluvia” sea una expresión de nuestra campaña ya que designa a un fenómeno
de índole universal, que con mayor o menor intensidad se produce en todas las
regiones del mundo, pero hablemos de la importancia y significación que tiene
entre nosotros.
Comencemos por decir
que la voz “lluvia” deviene de la palabra latina “pluvia”, que es a su vez el
femenino de “pluvius” que eso significa: “lluvia”.
Define el diccionario “fenómeno
atmosférico de tipo hidro meteorológico que se inicia con la condensación del vapor
de agua contenido en las nubes”, y que luego se precipita sobre la tierra.
Su manifestación tiene distinta
repercusión sobre el espíritu humano, ya que mientras cae mansamente suele
generar una situación bucólica y un estado melancólico, propicio para -estando
bien protegido-, entregarse a trabajos manuales, a disfrutar del mate, a
sacarle acordes a la guitarra, a compartir y departir con los circundantes; en
cambio cuando se descuelga torrencialmente y más si se da con viento, produce
un estado de zozobra, de alerta, de preocupación, de calcular los daños y en
qué lugares, y de empezar a desear que escampe lo antes posible.
En nuestro planeta el
75% de la superficie es agua; de ésta el 97,5% es salada y el restante 2,5% es
agua dulce, útil para el consumo y permitir la vida. De ese porcentaje el 1%
está en lagos, cursos de aguas y en el aire, el 30% bajo tierra, y el restante
el 70% en glaciares y campos de hielo.
De la evaporación del
agua por efectos del sol, se conforman las nubes, de las que después, como ya
dijimos, provienen las “lluvias”.
Alguna vez traté de
decir algo poéticamente sobre este fenómeno: “Sin apuro, mansamente / cae el agua bienhechora, / diríase: ‘San Pedro
llora / en una forma indulgente’, / es su riego consecuente / para la bondad
del suelo / y es el frescor del consuelo / que hará producir las mieses. /
¡Bendita lluvia, cien veces, / por empapar mi desvelo!”.
Dice Rafael Darío
Capdevila en su obra “El Habla Paisana” que de estas lluvias serenas y
finalmente productivas, proviene el antiguo dicho campero que reza: “Llueva mi Dios, que todo lo que llueva es
plata”, expresado después de una larga sequía.
En estos casos, las
duras sequías, suele rezársele a los santos implorando por su salvadora ayuda,
suelen sacárselos al exterior de los recintos donde se los adora, y muchas
veces se implora a San Isidro Labrador -el santo de la “lluvia”-, por el
necesario elemento para el diario vivir.
Y cuando la “lluvia”, aunque
a veces mansas, se extiende por días y días, también se les ruega a los santos
para que cesen, y hasta se los pone cabeza abajo como sentenciándolos “hasta
que no hagas que esto pare, no te doy
vuelta.”
Situación muchas veces
inspiradora para los poetas, la “lluvia” es tema reiterado en la poesía
criolla, que muestra entonces bellas composiciones que la reflejan, como ésta titulada
“Lluvia” del recordado poeta ensenadense, Coco García:
(Puede leerse en el blog "Antología del Verso Campero")
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