Publicado en Cartas de Lectores del Diario El Día de La Plata, el 3/07/2000
Soy de los que piensan que en la memoria de los pueblos radica el buen rumbo de su futuro.
La memoria es el espejo que nos devuelve
los hechos que debemos repetir, y también nos recuerda aquellos en que no
debemos reincidir, por eso que reiterativamente insisto en los primeros, y no
olvido a quienes han contribuido, con su aporte y esclarecimiento; se me figura
un hecho de necesaria divulgación.
Y un permanente y obsesivo recordador y
enriquecedor de esa memoria fue, a no dudarlo el salteño Augusto Raúl Cortazar, nacido en Lerma el 17 de Junio de 1910, por
lo que el presente sería el mes de su nonagésimo aniversario.
Profesor de Letras, primero; Doctor en Filosofía
después, y también abogado, son esos algunos de los títulos que hacen a su
currículum.
Pero fue, por sobre todas las cosas, un
investigador, un investigador de campo, un recorredor de la inmensidades patrias
en la gratificante tarea de recopilar e interpretar usos, costumbres, decires,
sentimientos, folclore y tradición; esencia de vidas, testimonios del pueblo:
nuestro pueblo, nuestro pasado y todo su patrimonio cultural.
Cuestiones tem´paticas hacen que suela
recurrir a él cuando algún tema hernandiano aflora recorriendo el Martín
fierro, y entonces su ‘monumental’ trabajo “Realidad, Vida y Poesía en Martín Fierro”
(escrito en marzo de 1960) (*),
resulta un oasis de claras respuestas.
Entre otras cosas, fue el iniciador con
sus cursos, de las carreras de Antropología y Folklore de la Universidad de
Buenos Aires, como así también miembro del Fondo Nacional de las Artes.
Al decir de Olga Fernández Latur de
Botas: “Toda una vida dedicó (…) a
explicar, a enseñar, a valorizar aquellos dones del tiempo…”.
Falleció a la edad de 64 años en la
Ciudad de Buenos Aires, el 16 de abril de 1974.
La Plata, 6 de Junio de 2000
(*) Martín Fierro de José Hernández; edición de Cultural
Argentina S.A. 27/07/1961 con estudio preliminar de Cortazar y vocabulario confeccionado por Diego Abad de Santillán, profusamente ilustrado con láminas y viñetas, por Don
Eleodoro Ergasto Marenco.
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