Aunque a veces solemos renegar de la vida y lo que esperamos o esperábamos de ésta, cuando nos damos un apaciguado tiempo para mirar hacia atrás, nos encontramos viviendo momentos que nos hacen recapacitar y pensar, ‘pero… la pucha!, yo estuve allí!’, o “yo viví eso…”.
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"El lunar de la tropilla" |
Fue así que el amor por lo criollo no se quedó en mí solo en la danza, los caballos y los desfiles, la sortija y la jineteada, los versos y los payadores. Y allá en el despertar de los ‘80 comenzamos a viajar a Buenos Aires a visitar exposiciones de pintores criollos, y descubrimos un aspecto de la gauchería que nos maravilló. Acostumbrado a ver las pinturas en reproducciones que ilustraban libros o almanaques, tener el cuadro en frente, al alcance de la mano como quien dice, nos transportó sin dificultad alguna al momento que representaba la escena plasmada. Un instante mágico.
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Rodolfo Ramos (ca. 2008) |
Y así
conocimos a Rodolfo Ramos. ¡Pavada
de artista!, un “marca sol” diría algún paisano de los de antes.
Puede que
la primera vez haya sido por 1986, no lo tengo claro. Pero sí a la muestra de
1987 en Antigua Casa Pardo, de la que guardo la tarjeta invitación con el sobre
inclusive. A partir de esa muestra siempre los organizadores tuvieron la
gentileza de enviarme la invitación.
Claro, en
esos días de inauguración, uno tiene algún momentito en que poder conversar con
el artista, y así, un saludo en ésta, algunas palabras en otra, fuimos
iniciando un trato que se ha mantenido en el tiempo, con idas y vueltas de
tarjetas y saludos de fin de año.
Ramos es un
creador magnífico, su obra no tiene techo, ya que aún esta superándose día a
día, obra a obra. Recreador incansable del campo de la “Patria Vieja”, es un
documentalista incomparable; pinta también al campo de hoy, pero éste le
requiere menos estudio, pues puede pintar una realidad que tiene al alcance de
la mano.
Dicen
-los que conocen de técnicas- que el trabajo de Rodolfo es “hiper realista”, que es como decir que la realidad está
exaltada hasta en la exactitud de su más mínimo detalle; también se dice “super
realismo” a dicha forma expresiva,
Con los
artistas plásticos costumbristas pasa como con los escritores del mismo género:
para transmitir veracidad hay que estudiar mucho, buenas lecturas de distintos
autores, conversar con gente mayor; en lo contemporáneo ser fino observador, y
traspolar lo visto al pasado arropándolo con los atavíos que correspondan. Esos
conocimientos deben quedar incorporados a uno, de modo que al estar llevando a
cabo la obra no hay que estar revisando archivos. Y así resulta entonces, que
el creador está como viajando en el tiempo, plasmando en su lienzo o en su
papel, acciones que acaba de ver; reviviéndolas, recreándolas, para que los
contemporáneos que carecen de esa posibilidad de viajar, puedan, de algún modo,
ser testigo de ellas.
Es por eso que el Dr. Alberto Luis Guercio supo expresar: “…su pintura es un viaje a través de la imagen por esos personajes y costumbres de nuestro campo, todo ello a partir de una veracidad casi obsesiva”.
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13/03/1994 A. López, R. Ramos y el autor, en Santa Coloma |
Si bien Ramos no es propiamente un hombre de
campo, supo en su niñez y pre adolescencia visitar frecuentemente en la sureña
localidad bonaerense de Pedro Luro, la Estancia “La Petrona”, en la que un
familiar político estaba al frente desempeñándose como mayordomo. Varios años
atrás, en una entrevista que le hiciera Raúl Finucci, el artista le confió que
aquel hombre -paisano y culto- solía desasnarlo en aquellas cuestiones que lo
deslumbraban, pero… con la condición que después llevara al papel la imagen
recreada de lo que le había explicado. ¡Lindo acicate!
En la
bien formada biblioteca de ese mayordomo, se hizo “amigo” de la obra de Jorge
Daniel Campos y Eleodoro E. Marenco, de alguna manera “sus maestros”, y también
conoció el particular estilo de Florencio Molina Campos, por quien ha demostrado
admiración.
Más tarde, cuando la vida le permitió desprenderse de los empleos con horarios (fue ilustrador en agencias y editoriales), se estableció en un pueblito rural, desarrollado en pocas cuadras a la vera de la Ruta 41, más precisamente, Santa Coloma, partido de Baradero. Su vieja casona, en una esquina, ocupa la última manzana, dando a una calle vecinal, teniendo a su frente un campo de ilimitada extensión, rompiendo esa llanura un monte, señal de la población de la Estancia “Santa Coloma”.
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En la mesa familiar, en Santa Coloma |
Su lugar
de trabajo (su ‘atelier’, dirían los entendidos), tiene una ventana, que
abierta, le ofrece gratuitamente ese paisaje de campo porteño, como el de
antaño. En aquella paz pueblerina, pinta y crea su obra cotidiana: mantener vivo al gaucho y sus tradiciones.
Y los tradicionalistas nos regodeamos con esos cuadros que reflejan tal cual
momentos de la vida gaucha, y esa particularidad la señaló en las páginas de La
Nación, Analía H. Testa, cuando lo destacó por “…su casi obstinada dedicación por alcanzar imágines de intenso
realismo”. Y por si eso fuera poco, el criollo puntano, hombre de la
cultura y crítico también, Don León Benarós, sentenció que en sus cuadros “…se respira un auténtico criollismo”, y
eso es lo que ha hecho grande a este artista.
¡Qué
lindo ha de ser poder pintar como lo hace Rodolfo
Ramos! ¡Sería como tener la historia gaucha en la mano!
Nos pasa muchas veces, a los que andamos rastreando cuestiones de la gauchería (pilchas, usos, modos, ensilladas, colores…) que tenemos que visitar la iconografía del siglo 19, y a esto lo hemos ampliado recorriendo pintores del siglo 20, como Jorge Campos, Marenco y el propio Ramos, porque el estudio previo a la concreción de sus obras volvió veraces a sus pinturas, hasta en el más desapercibido detalle.
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29/01/2007 - El autor, Ramos y A. López en casa de éste |
La opinión
de los especialistas en crítica de plástica, le ha sido siempre favorable, y si
no, veamos la opinión de Rafael Squirru: “…la
mayor parte de la obra de Ramos (…) a partir de un manejo de la acuarela que
sin restarle minuciosidad al plasmado de la forma, la envuelve en un hálito
poético que sin duda el artista siente como fuente de su inspiración criolla.
Paisaje, animales y personas o personajes, como se prefiera, quedan registrados
dentro de un clima en el que se nos hace respirar ese aire puro de nuestro
campo…”.
Y este
grande de la pintura es prácticamente un autodidacta, ya que no ha realizado
estudios sistemáticos, solo en años de pre adolescente, según dice su
curriculum, “Al tiempo que realiza su
bachillerato, comienza unos estudios de pintura con el profesor santiagueño
Gaspar Besares Soraire, y su madre lo llevaba los domingos a las clases en El
Rosedal” (del porteño Palermo), donde, dejando de lado el ‘atelier’ el maestro
enseñaba pintura al aire libre, donde la luz
tiene otra incidencia y hay otro movimiento en los modelos a plasmar.
Tiene 32 años, cuando el Día de la Tradición de 1968, inaugura su primera muestra
individual. Lo invitó a exponer el Profesor Jorge Daniel Thévenin, entonces
Director de Cultura de la Municipalidad de Morón; la muestra se montó en el
Museo Histórico y de Artes “Gral. San Martín” de esa ciudad, su ‘pago’. Tantas
le siguieron a esa, en el país y el extranjero, que sería muy largo y tedioso
transcribirlas en minucioso detalle.
Retomando
anécdotas de ese trato amistoso del que hablé al principio, un domingo de marzo
de 1994, accediendo a su invitación lo visitamos en su casa de Santa Coloma,
con Agustín López y su señora, y la también pintora Hilda Rodríguez Badaracco.
Allí nos esperaba con el fuego encendido junto a su inseparable esposa Norma
Burgos, la que lo conquistó a sus jóvenes 20 años, allá por América, en el
oeste bonaerense. Su trato campechano, sencillo y afable, nos hizo sentir como
en casa.
Allí, en
el amplio terreno, tenía su caballo y una yegua que ensillaba su esposa, y
juntos salían a pasear, tranqueando por aquellos poco transitados caminos
vecinales.
Aquel
día, después del almuerzo, empuñó su guitarra, y paisanamente deshiló alguna
milonga a la que por nuestra parte luego le agregamos la expresión de un verso.
Estando en su lugar de trabajo vimos un cuadro que tenía en elaboración, y también observamos con atención uno ya enmarcado, de importantes dimensiones, que colgaba de una pared de su taller; ocupaba el primer plano el tendido de un alambrado, y mostraba a un paisano desmontado que algo había estado haciendo. Me sugirió Rodolfo que prestara atención en un hilo de alambre liso, y lo recorrí con la mirada de extremo a extremo con suma atención; me inquirió si observaba algo en particular. Respondí que no, entonces me facilitó una lupa y me señaló con el dedo donde debía mirar. Seguí su indicación, y lupa mediante descubrí la clásica atadura que semeja un ocho, donde se ha injerido un alambre roto. ¡Maravilloooooso! Estaba atento hasta en lo que el ojo humano no alcanzaba a observar. Que así es la obra de Rodolfo Ramos; toda con ese respeto inmenso por el instante paisano que está llevando al lienzo.
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17/07/1995 Exp. en Eguiguren R. Ramos, Fabio Risso y el autor |
Acompañado
de Atilio Reynoso, y las respectivas esposas, varias veces han sabido acercarse
a los almuerzos aniversario de la Asociación Argentina de Escritores
Tradicionalistas, y en una de esas ocasiones, recibió el Premio “Distinción
Trayectoria”, por su larga y fructífera vida de artista plástico. Eso ocurrió
en 2009, año que también se distinguiera al Profesor Rodolfo Casamiquela y a
Marcelo Simón.
Y si de distinciones hablamos, ¿cómo no destacar la otorgada por su ciudad? El 10/10/1996, por Decreto N° 139 del Honorable Concejo Deliberante de Morón, se lo honró con la designación de “Ciudadano Ilustre” de su pago chico.
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1986 - Recibiendo el Premio "Payador" de Radio Provincia, en Salón Dorado Casa de Gobierno bonaerense |
Rodolfo Ramos nació en Morón, en 1937, en el matrimonio de Angela Prochaska, austríaca de Viena, y Juan Bautista Ramos, criollo de la bonaerense San Andrés de Giles.
Hoy,
con sus bien llevados y apuestos 83 años, sigue en la tarea de recrearnos la
vista y desasnarnos en múltiples cuestiones de la vida.
¡Grande
Maestro! La luz del Divino ha caído sobre usted para alumbrarlo y para que
alumbre. Siga entonces por esa senda, que su destino es gaucho.
La
Plata, 2/12/2020
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