domingo, 23 de febrero de 2014

COMBATE DE PATAGONES - Gesta Gloriosa

Monumento erigido en el Cerro de la Caballada
ANTECEDENTES

Sin ser historiador -bueno es dejarlo aclarado-, ya que se cumplen 185 años de un suceso que impidió se fracturara el territorio nacional y que hoy resulta poco conocido por la ciudadanía en general, es que trataremos de evocar “El Combate de Patagones”, hecho acontecido el 7 de marzo de 1827.
La población que hoy conocemos como Carmen de Patagones, según cuenta Emma Nozzi, “se llamaba Río Negro por su situación geográfica, Carmen por su Patrona, y Patagones por los indígenas pobladores de la región, y había sido fundada un 22 de abril de 1779 por Don Francisco de Viedma…”. Dicho puerto y población (“el último Fuerte de la Patria), estaba en la banda norte del Río Negro, con la fortaleza en lo alto de esa barranca, a unas siete leguas de su desembocadura en el mar, y casualmente por éste, era casi exclusivamente la comunicación con “la gran aldea”, ya que por tierra era una travesía azarosa y dificilísima.
La banda sur, pleno valle, era ocupado por las chacras, quintas y alguna población desperdigada. En 1878, la población de ese sector daría lugar al nacimiento de la Ciudad de Viedma.
Pero volvamos a la historia. En diciembre de 1825 se había declarado la guerra con el Imperio del Brasil, el que a partir del 10 de diciembre pone bloqueo al Río de la Plata, impidiendo por lo tanto el movimiento comercial al puerto “porteño”.
El 20 de febrero, el ejército republicano al mando de Carlos María de Alvear como General en Jefe, sometió a una dura derrota a las fuerzas imperiales en la “Batalla de Ituzaingó”, para nosotros, o “Paso del Rosario”, para ellos.


PROPÓSITO DE BRASIL

Impedida toda actividad en el Plata donde solo se aventuraba el osado Brown, quien -aunque siempre en inferioridad de condiciones-, tuvo más de una sorpresa victoriosa; a mar abierto, el gobierno alentó la “guerra de corsos”, la que asestó tantos y efectivos golpes de mano al comercio mercante del Imperio, que obligó a éste a desplazar una flota hacia Patagones, puerto de asiento y operaciones, y seguro refugio de aquellos intrépidos marinos que actuaban en sus correrías con patrocinio de las autoridades de  las Provincias Unidas.
El convoy, al mando del Capitán de Fragata James Shepherd (inglés al servicio de Brasil), estaba integrado por las corbetas “Duquesa de Goyaz” e “Itaparica”, con 22 cañones cada una, el bergantín goleta “Escudero” de cinco cañones y la goleta “Constancia” de tres bocas de fuego. Total: 52 cañones.
El mando de éstas estaba a cargo de: Guillermo Eyre (inglés), Luis Pouthier (corsario francés) y Joaquín Marques Lisboa, éste -de solo 19 años- serías más adelante el famoso vizconde de Tamandaré. A estos se sumaban 32 jefes y oficiales y 581 hombres de tropas, de los cuales 250 eran mercenarios, mayormente ingleses y norteamericanos, a los que hay que sumar la tripulación de los cuatro navíos.
En contraposición, la guarnición local, bajo la comandancia militar del Cnel. Martín Paulino Lacarra, soldado de las guerras libertadoras, estaba formada por una compañía de infantería de unos 150 hombres, de los que 43 eran veteranos del fuerte, 100 eran negros liberados por el corsario Fourmantín, y otros 9 milicianos al mando del soldado de la independencia, Cnel. Felipe Pereyra, habían llegado como refuerzos aproximadamente 9 meses antes, trayendo consigo 150 fusiles, 50 carabinas, 50 sables y munición para las armas.
La artillería, escasa y de poco calibre, se componía de 4 cañones en la batería próxima a la boca del río; dos piezas en el Cerro de la Caballada, y otras, que se desmontaron de la goleta “Chacabuco” -surta en el puerto por averías-, instaladas en el fuerte.
Ilustración de Carlos Casalla
Por otra parte, la noticia de las intenciones brasileñas, movilizaron a los vecinos que conformaron una milicia de caballería de entre 80 y 100 hombres, al mando del mendocino Sub Tnte. Sebastián Olivera, donde se encontraba el gaucho José Luis Molina y sus veintidós compañeros.
En el río, a órdenes del galés Capitán de Fragata Santiago Jorge Bynnon que acondiciona la sumaca “Bella Flor” (aprisionada por los corsarios), se improvisa una flotilla, con las balleneras “Hijo de Julio” al mando del corsario francés Francisco Fourmantín e “Hijo de Mayo” con el corsario inglés Jaime Harris, ambos artillado con un cañón, el bergantín “Oriental Argentino” con el francés Pedro Dautant, más las goletas “Chiquiña” con Juan Soulin y “Emperatriz”.
La población general del Carmen no llegaba al millar de habitantes.

LAS ACCIONES

El 25 de febrero se acerca a la boca del río una goleta que enarbola la enseña norteamericana, sin trasponer la barra, sin duda, en comisión de reconocimiento.
En la mañana del 28, avanzan las cuatro naves ¡enarbolando la bandera de Belgrano!, pero los nuestros no se engañan y abren fuego, el que es respondido por los poderosos cañones del “Escudero”, que barren el precario puesto de la costa.
Pero no todo es fiesta para el Imperio, ya que si bien “Escudero” e “Itaparica” ganan el río, la “Duquesa de Goyaz” queda varada en la barra, impidiéndole el paso a la “Constancia”; que el río no era fácil lo demuestra el hecho de que cuatro días después, la nave escora y es tragada por las aguas.
Finalmente, luego de otras escaramuzas y quizás presionado por la sorprendente situación que vivía, el invasor inicia el desembarco de tropas en las primeras horas del 7 de marzo con intención de marchar sobre la población, pero… mal guiados se extravían, demorando el avance, y al llegar al Cerro de la Caballada -sitio estratégico-, son atacados por la caballería del subteniente Olivera, muriendo en la acción inicial el jefe expedicionario Shepherd, provocando el desbande despavorido del enemigo que busca protección en los montes, los que son incendiados por Molina y sus gauchos, mientras que en el río -a pesar de la desventaja militar-, a favor del conocimiento del mismo, con la ventaja de navegar corriente abajo, las improvisadas naves de guerra, en arrojadas acciones de Bynnon y Harris, logran rendir y tomar los navíos imperiales.
Bamdera Imperial chica expuesta en el Templo parroquial
 Resultado: el triunfo de la soberana Carmen de Patagones fue total, rindiendo a las embarcaciones y el ejército.
En dichas acciones, los defensores tomaron 7 bandera al enemigo, de las que se conservan dos, ya que las otras “parecen haberse destruido en el incendio acaecido en la vieja iglesia”; las que se conservan -que han sido restauradas- se encuentran en el templo parroquial, siendo para la población local “no trofeos de guerra, sino uno de los más preciados testimonios que hacen a nuestra identidad histórica” (de las placas colocadas en la Iglesia Parroquial Nuestra Sra. del Carmen).
Digamos por último, que el 21/03/2003, el casco histórico (unas 24 manzanas de irregular trazado), fue declarado “Población Histórica Nacional”.
Tal cual La Vuelta de Obligado”, este “Combate de Patagones”, es un hecho para tener presente y reflexionar sobre la tenacidad de los defensores.
La Plata, 5 de febrero de 2012

Bibliografía

  • Reseña Histórica (s/firma) – Municipalidad de Patagones
  • La primera defensa de nuestra soberanía, por Ramón Giménez (Rev. Postas Argentinas Nº 409)
  • Carmen de Patagones y la fundación de Fortín Conessa, por Emma Nozzi (1970)
  • Historia Argentina, de Vicente Gesualdo -tomo 3- (1984)
  • El Combate de Patagones, por Bustos Jorge e Irusta Jorge (2009)
  • Carmen de Patagones, la soberana, por Carlos R. Risso (El Tradicional Nº 95 – 5/2010)
Publicado en Revista De Mis Pagos (digital) Nº 43

martes, 18 de febrero de 2014

CARMEN DE PATAGONES - La Soberana

En los números 90, 91 y 92 estuvimos escribiendo sobre esos “Lugares con Historia” que hemos conocido en nuestras “andadas” y nos han enriquecido el conocimiento. Interrumpimos para evocar a Don Lázaro Seigel (93) y Andino Álvarez (94). Y hoy retomamos el tema de la historia menuda.
A fines de enero del corriente, estuvimos visitando Viedma, Capital provincial de Río Negro, relinchándonos con cumpas como Jorge Vega (El Decidor de Azul), el cantor Mario Tobares, Raúl Lorca, Emilio Victorica, entre otros.
Pero estar en Viedma y no conocer en la otra banda del Río Negro, la ciudad de  Patagones -la población más antigua de la Patagonia norte-, es imposible. En ella y su entorno convive la historia y su población está muy orgullosa de la misma.
Vega y Jorge Muhape -un “maragato” por adopción-, fueron nuestros guías; unas veces uno, sino el otro, nos hicieron sentir tangible el pasado.

La población fue fundada en el período colonial, el  22/04/1779, por D. Francisco de Viedma y Narváez cumpliendo órdenes del Rey Carlos III, y su Fuerte era el punto de defensa de aquellas costas solitarias. Su denominación oficial era “Fuerte y Población Nuestra Sra. del Carmen”.
Estaba asentada y eran sus dominios, una lonja de 10 leguas de largo a contar de la desembocadura del Río Negro, y ocupaba el ancho del valle. Y la particularidad reside en que  esas tierras habían sido cedidas al Virrey Vértiz por el cacique Chanel, en 1778. Vale acotar que en su paso por el lugar, el naturalista Charles Darwin lo llamó “el último rincón de la tierra”.
Los primeros pobladores españoles, provenientes de las provincias de Asturias y León, desembarcaron hacia octubre de 1779, encontrándose con la novedad que allí no existían las viviendas prometidas. Ante ese desamparo y aprovechando que las barrancas de las costas lo permitían, se abocaron a cavar  cuevas en que guarecerse, muchas de las cuales han resistido hasta hoy, conociéndoselas como las “cuevas maragatas”. la Casa de la Cultura, y otras a pleno campo, a la vera del camino de tierra que une el “Cerro de la Caballada” con la desembocadura del río.
Algunas están dentro del casco histórico como las que hay en los fondos del Museo Histórico Regional o en
Estas cuevas cavadas hace 230 años, con el paso del tiempo sufrieron cambios, ya que algunas fueron recubiertas con grandes ladrillos, y apuntaladas con gruesos maderos, dando lugar a verdaderas habitaciones, mientras que otras, como la que está dentro del terreno de la Casa de la Cultura, siguen “al natural”, sin ningún aditamento.
Ya que estamos en el Año del Bicentenario, recordamos un hecho curioso y poco conocido: tras los sucesos de mayo de 1810, se deportaron a Patagones a realistas que no aceptaban la nueva situación política. Así las cosas, en abril de 1812 éstos tomaron el control del sitio reintegrándolo a la Corona española pasando a depender de la Comandancia de Montevideo. La situación se extendió hasta el 13/12/1814 en que fuerzas patriotas recuperaron el poder volviendo todo a la normalidad.

Pero el hecho que dá trascendencia al lugar, quizás aún no reconocido en su verdadera dimensión, es la oposición que las exiguas tropas oficiales y la población hacen a las fuerzas del Imperio de Lusitano cuando en 1827, como consecuencia de la Guerra con el Brasil, quieren por las armas tomar posesión del lugar. Ese hecho que se recuerda como “El Combate de Patagones”, visto a la distancia que dan más de 180 años, tiene un valor similar al de “La Vuelta de Obligado” de 1845, en lo que hace a la defensa de la soberanía.
De no haberse rechazado aquella pretensión invasora, es probable que muy otro sería hoy el dibujo geográfico del país, como que perdido el control sobre el Río Negro, la extensión patagónica hubiese quedado desarticulada del estado Argentino, entonces haciendo pininos.
Estuvimos en el “Cerro de la Caballada” sitio que jugó en la acción un papel principal, actualmente coronado por un gran monumento con forma de pirámide, que lo evoca. Desde allí se otea el río, y mejor visión debe haber ofrecido en el ayer cuando no existían los árboles ajenos a la zona que llevó la mano del hombre. Allí jugó un papel principal el coraje y el ingenio del “Gaucho” Molina que dejó su impronta en los sucesos del 7/03/1827.
En el interior de la Iglesia Parroquial de Nuestra Sra. del Carmen, en las paredes laterales al altar principal (donde se  destaca un gran retrato de Ceferino Namuncurá), enmarcadas y bajo vidrio, se conservan dos de las banderas tomadas a las tropas brasileras en la gloriosa gesta.
Ilustración alusiva al combate, de Carlos Casalla
En la misma iglesia se erige el Mausoleo al Comandante Luis Piedrabuena, que tanto hizo por la soberanía en las costas patagónicas.
El casco histórico de la ciudad, compuesto por unas 24 manzanas de irregular trazado, en el que se conservan varias construcciones de la época colonial, fue declarado el 21/07/2003, como “Poblado Histórico Nacional”.
Nos contaron que Patagones y Colonia del Sacramento, en Uruguay, son “ciudades hermanas” por su común origen “maragato”, y que en el despacho del Intendente de Patagones, comparten lugar la bandera nacional y la de Uruguay.
En el Museo Histórico Regional “Emma Nozzi”, dependiente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, instalado en lo que fuera la Casa  Sucursal, se encuentra reflejada no solo la historia institucional, sino también la historia y vida de la región. Valioso aporte el que hace el Banco cumpliendo una función que casi le es impropia.
También visitamos el museo privado “Gaucho José Luis Molina”, creado por el guitarrista, cantor, recopilador y soguero Ángel Hechenleitner, que aunque montado en un espacio reducido, se encuentra bien presentado, a lo que hay que agregar la didáctica de su dueño para referirse a las distintas piezas que allí atesora. Junto a dicha sala está su taller donde trabaja en sogas, y no muy lejos andan las guitarras en que recrea los ritmos que ha recopilado con paciencia y tesón.
Carmen de Patagones nos dejó el corazón henchido de gozo y las vistas repletas de imágenes de sincera argentinidad.

La Plata, 22 de abril de 2010
(Publicado en Revista El Tradicional Nº 95)

viernes, 14 de febrero de 2014

MI AMOR

(Por el día de los enamorados... puede que a algún paisano le sirva)

¿Sabe China, que la adoro…?
¿Qué no l’he dicho… me dice…?
Prienda… no me martirice
¡si usté’s mi único tesoro!
L’he bordao con hilos de oro
en el ribete de un verso:
“mucho la quiero”, y el terso
mirar de sus mácuos ojos
me acaricia con sonrojos
mientras bajito convierso.
                                   (14/02/2014)

jueves, 6 de febrero de 2014

ESTANCIA "LA ESPERANZA" DE CAJARAVILLE - B. Bavio, Magdalena, Bs. As.

ORIGEN
Único retrato conocido del heroe

El 5 de abril de 1813, a los 18 años, sentaba plaza de “cadete” en el recientemente formado Regimiento de Granaderos a Caballos, el joven Miguel de los Santos Cajaraville; como era obligación en esos casos, aporta el uniforme, las armas, la montura y para su silla dos caballos “colorados” elegidos en la estancia paterna de la Magdalena.
Había nacido el 5 de julio de 1794, integrando un conjunto de seis hermanos, tres mujeres y tres varones.
Las noticias que traen los historiadores en ningún momento refieren el nombre de la estancia, pero sí se sabe que en 1796, el español Don Andrés Cajaraville (casado con la porteña María Engracia Miguens y padres del soldado), compró al Presbítero Antonio Rodríguez, una fracción de tierra situada en “los Montes Grandes, pago de Magdalena”, con frente al Río de la Plata por 3.5 leguas de fondo, cuyo origen se remontaba a los repartos de mercedes efectuados por Juan de Garay en su entrada a las tierras del sur después de refundar Buenos Aires.
Geográficamente la “merced” se sitúa casi paralela y al norte de la Cañada de Arregui.

LA ESTANCIA, EL SOLDADO Y “DECANO”

Conocí el apellido desde mi niñez –aunque mal pronunciado como Cajaravilla-, porque a la misma zona corresponden mis mayores, pero nunca había asociado al mismo con la gesta sanmartiniana. Hasta que ocurrió -a fines de los 80-, que revisando una colección de “Revista El Caballo”, encuentro en el ejemplar N° 124 de mayo de 1954, un breve comentario titulado “Decano” firmado por “Scissors”, donde se refería a “un noble e histórico caballito criollo”, con el cual el soldado “Caxaraville” había realizado la campaña del Ejercito del Norte y de los Andes, y retornado con él al “establecimiento de campo que poseía en el pago de la Magdalena.
El hecho me asombró y picó mi curiosidad: ¿un soldado y un pingo en el heroico Regimiento de Granaderos, y de mis pagos…?
A partir de entonces comencé a prestar atención a todo escrito en que apareciese citado el militar, y recapacitando, en el monolito erigido en diciembre de 1978 a la entrada del pueblo de Bartolomé Bavio, en la intersección de la Ruta 54 y la calle de acceso al Cementerio -bautizada Cajaraville-, en el que en una placa de bronce se transcribe parte de la arenga de San Martín en vísperas de Maipú, cuando refirió que el enemigo “…viene al sepulcro que ya le han abierto los valientes granaderos al mando del Guapo Cajaravilla…”.
Recién entonces asocié la historia con el apellido que conocía.
Y cuando ya había recabado bastante información, recurrí a los buenos oficios de mi prima hermana Mirta Espinel, residente en Bavio, quien intercediendo ante la propietaria de lo que restaba de la vieja estancia, me concertó una entrevista.
Y así fue que un domingo de principios de 1999 fui recibido y deferentemente tratado por María Angélica Cajaraville (Keka), con quien almorcé en el viejo casco de “La Esperanza”. El mismo se ubica a unos 5.5 kms. del pueblo, sobre Ruta 54, a mano izquierda yendo hacía Ruta 36, casi enfrente de la Escuela Agraria, establecimiento que tenía arrendadas las 80 has. del predio.

 En poder de familiares existían otras fracciones, fruto de las sucesivas divisiones ocasionadas en las múltiples sucesiones.
La cuestión es que allí se encontraban las construcciones fundacionales de la estancia, que en poder de los Cajaraville acreditaban ya dos centurias.
Por entonces “Keka”, devota católica, había donado su propiedad -conservando el usufructo- a la obra “Madre María Tres Veces Milagrosa”, creada por el Padre Carlos Cajade.
La población se componía de un señorial casco de sólida mampostería, con azotea de tejas y sobre ésta el clásico mirador, construcción que su dueña databa como de 1870 (ver foto). Pero lo más interesante es que tras éste, como si continuase el ala izquierda del casco, se encontraba el largo rancho, aún en pie aunque algo enclenque, que fuera población principal cuando el soldado se refugió en él junto al “colorado Decano”, buscando restablecer cuerpo y espíritu, después de siete intensos años de marchas y combates, en los cuales, hacia mediados de 1818 según apunta el historiador Jacinto Yaben “…enfermó de un tabardillo, enfermedad mortal por entonces…”.
Dicho rancho, construido en grandes ladrillos asentados en barro -según “Keka”, fabricados en un puesto de la estancia provisto de horno a tal efecto-, estaba techado a dos aguas, con la particularidad de estar el mismo recubierto por tejuelas madera de 40 x 15 cms., llamadas “ripias”, que al decir del Arq. Carlos Moreno, investigador de construcciones rurales que lo había visitado con anterioridad, era el segundo techo con esa particularidad que había relevado en la provincia, acotando que dichas tejas se importaban del Reino Unido. Muchos años atrás, el padre de “Keka” había hecho recubrir el techo con chapas de cinc, ignorando quizás que estaba protegiendo una reliquia.
En ese rancho, dividido en tres ambientes, se recluyó el soldado enfermo, y según conjeturas del historiador lugareño Don Raúl Affranchino, el ambiente del extremo oeste (opuesto al casco), transformado en establo o box -según se quiera- habría sido destinado a alojar al servicial “Decano”, “el mejor caballo del ejército patriota enseñado para la guerra” tal lo evoca el Cnel. Manuel Pueyrredón en sus “Memorias”.
En aquella visita pude observar un antiguo plano de la estancia, muy anterior a las sucesiones  que la finiquitaron, y un interesante árbol genealógico, que costó desenrollar por su tamaño, en el que figuraba el soldado, casado con Dorotea Nuñes “sin descendencia”, pero… cosa curiosa, el único retrato existente del héroe, firmado por el artista Fernando García, se encuentra en el Museo Histórico Nacional, al que fue donado el 25/01/1891, por “su hijo Feliciano Cajaravilla”.
Con posterioridad a mi visita, y a raíz de que se estaban reparando algunas deficiencias, recibí como recuerdo un ladrillo y una teja de ripia del viejo rancho, y una teja francesa de la azotea.

EN EL PRINCIPIO DE LA GAUCHESCA

Hombre de versos al fin de cuentas, no puedo pasar por alto un hecho para mi muy singular.
Cuando Cajaraville, enfermo, se retira de Chile, llega a Mendoza en momentos en que en San Juan se había sublevado el Batallón N° 1 de Cazadores de los Andes, siendo uno de los jefes rebeldes el Tnte. Francisco Solano del Corro. Toman el gobierno provincial y avanzan sobre Mendoza. En ésta se disponen alistar las fuerzas allí acantonadas, y coincidiendo se encuentra allí Cajaraville lo convocan para que encabece uno de los cuerpos. Así los sucesos, el 28/07/1820 las fuerza rebeldes chocan con las que él comanda (para lo cual y en virtud de su estado de salud, se hizo amarrar a la montura para cabalgar con alguna seguridad), en un punto denominado Jocoli, provocando la derrota y desbande de los alzados.
Y aquí la cuestión poética: sabido que el origen del género gauchesco se atribuye a Hidalgo, pero no han faltado investigadores que ven compartir esa “paternidad” con Juan Gualberto Godoy (1793/1864), y casualmente por un extenso poema de 624 versos, cuyo largo título simplificamos como “El Corro”, en el que relata los pormenores del alzamientos, y en el que el autor hace que el propio sublevado, llame a nuestro héroe “el bravo Cajaravilla”, expresándose cada vez que debe hablar, a través de la estrofa en décima.
 
Ilustración aparecida en "Caras y Caretas"
CONSIDERACIONES FINALES

En agosto de 2000, coincidentemente con el 99° Aniversario de Bavio dimos una charla sobre temas lugareños, en el ámbito acogedor de “La Casona”, allí en el centro del pueblo, y entre el puñado de asistentes se encontraba Keka Cajaraville. Fue la última vez que la vi. Falleció el 23/10/2003.
En 1906, épocas mejores de la estancia, se había erigido a espaldas del Casco, un oratorio bajo la advocación de la “Inmaculada Concepción”. Cuando mi visita, se lo abrió para que lo conozca, y así pude hojear el registro en el que se anotaban bautismos, nacimientos y hasta algún casamiento, tanto de personal del establecimiento como de vecinos.
Al cumplir cien años, se ofició una misa a cargo del Padre Carlos Walton, y la Banda del Regimiento de Magdalena ejecutó marchas y otros sones.

HOMENAJE

La existencia de este coterráneo del pago de mis mayores (que falleció en diciembre de 1852), me inspiró un par de versos que están incluidos en mi libro “Dos Evocaciones a un Pago: La Magdalena”, y con uno de ellos quiero cerrar el relato de aquella visita al casco de “La Esperanza” de Cajaraville.

                                           TENIENTE CORONEL
 ¡Ahijuna con los varones
que supo parir mi pago!
y que lo han yenao de halago
en encuentros muy bravones.
Entre aquellos mocetones
y solo por nombrar uno,
ya que’s momento oportuno
porque’l ricuerdo se oriya,
lo nuembro a Cajaravilla
y en él, ¡a tuitos riuno!

El hombre, de granadero
guerreó contra el español
pa’ imponer nuestro control
sobre el gobierno estranjero,
y en más de un encuentro fiero
del uno al otro confín
cuando el toque de clarín
decía que’l nuestro ganó,
por “guapo” lo destacó
el General San Martín.
                             La Plata, 12 de octubre de 2009

(Publicado en Revista "El Tradicional" Nº 92)

BIBLIOTECA FURT - ESTANCIA "LOS TALAS - Luján, Bs. As.

Hacia mayo de 2000, cuando ya colaboraba con “El Tradicional”, comencé a aportar notas a un muy interesante proyecto periodístico que se llamó “La Taba” y que llevó adelante Nicolás Luna, en Luján. Habíamos acordado que escribiría sobre autores vinculados a esa región, y fue así que en la cuarta nota me referí a “Jorge Furt, un precursor”, y a raíz de ese breve artículo, recibí de la hija, Etelvina “Pocha” Furt, la invitación a almorzar en “Los Talas” y conocer la biblioteca y colecciones que allí se custodian.
En la mañana del 4 de noviembre de aquel año llegamos a la estancia, y digo llegamos, porque Luna ofició de “baqueano” y “El Lujanero” Alberto Zarate se nos “aparceró” para el convite.
Desde 1824 en que comprara esas tierras D. Mariano Biaus, la estancia “Los Talas” ha estado en manos de la familia de Don Jorge , salvo el período de diez años -entre 1840/1850- en que fue confiscada por el gobierno de Rosas.
Vista lateral de El "Casco Viejo"
La población se compone de dos construcciones principales, el casco “viejo” que data del año de compra y el “nuevo”, de 1860, ambos en perfectas condiciones de conservación merced al esmero de Etelvina y su esposo Ricardo Rodríguez.
La casa “vieja” guarda entre sus muros las sombras y voces del “romántico” Esteban Echeverría, íntimo amigo del fundador Biaus, lugar en el que estuviera refugiado a resguardo de “la mazorca”, y donde según Furt, escribió “La Insurrección del Sud” entre otras páginas.
La habitación que ocupara, de piso de ladrillo, cama con bronces y mobiliario de época, se conserva casi como fue entonces.
En la sala comedor de esta casona, compartimos el almuerzo con que nos obsequiaran los dueños de casa, habiendo escuchado de sus labios, la historia del predio y referencias familiares que aún nos resuenan en los oídos, todo en un marco de criolla hospitalidad y con una sencillez propia de los grandes de espíritu.
El “postre” del encuentro fue visitar la “Biblioteca y Archivo Jorge Martín Furt”, ensamblado todo en el casco “nuevo”, al que Furt -al instalar hacia 1950 definitivamente en él, su biblioteca hasta entonces en Córdoba-, amplió respetando la construcción y estilo de la edificación original.
Allí, las habitaciones privadas se encuentran amobladas tal como estaban en el Siglo XIX, y los roperos y armarios contienen la ropa y enseres de aquellos ancestros familiares, todo en perfecto orden y estado.
La “biblioteca y archivo” es obra de un iluminado que subordinó su economía a la cultura, al punto de hipotecar un campo en 1946, para que el “Archivo Juan B. Alberdi” -unas 7400 cartas y otros documentos-, no “emigre” al salir a la venta.
Cinco salas integran la biblioteca: literatura hispanoamericana, argentina, europea, historia y geografía; hay colecciones de diarios y revistas, incunables, inhallables ediciones príncipe y antifonarios, entre otras “riquezas”.
Vista de una sala (Foto de La Nación)
Aquel día, al completar la recorrida, el matrimonio Rodríguez, como agasajo final por la visita cuando aún no sabíamos nosotros como administrar el gozo por tan buen momento y éramos quienes debíamos decir ¡gracias!, fuimos obsequiados con dos obras originales de Furt: “Coreografías Gauchescas” (1927) y “Lo gauchesco en <La Literatura Argentina> de Ricardo Rojas” (1929).
Un lujo para el espíritu haber departido con tan linda gente y en tan especial lugar. Un momento de esos que hacen historia en nuestro existir.
P.D.: La vida ha sido cruel con esta familia, ya que en menos de un lustro se apagaron tres seres: primero Ricardo, en 2007 Etelvina (h) y el 19/03/2008, “Pocha”.
Gracias a Dios tuvimos la dicha de conocerlos.

La Plata, 5 de Agosto de 2009
(Publicado en Revista "El Tradicional" Nº 91)

MUSEO DORREGO - ESTANCIA "EL TALAR", NAVARRO, Bs. As.

 En el invierno del ’93, un “regular lote” de amigos convocados por el paisano Rubén Trezza -entonces presidente de la Agrupación “Gauchos de Dorrego”-, nos reunimos a compartir un asado en el “Rancho Criollo El Cencerro” de su propiedad, en las afueras de Navarro.
En un aparte compartiendo un mate mientras los costillares lagrimeaban, el muy campero y sabedor Abel González, nos convidó a Agustín López, Manuel Rodríguez y quien esto escribe, a conocer “algo” de la historia lugareña.
Así fue que la visita -aunque parezca extraño-, comenzó por el Cementerio, donde se conservan como antaño, algunas tumbas rodeadas de artesanales rejas forjadas de algo más de un metro de altura.
Luego estuvimos frente a un viejo boliche -cerrado ya- en el que la tradición popular recuerda que habitualmente se apeaba Juan Moreira. A raíz de esto nos llegamos hasta la plaza principal, donde a uno de sus lados se enfrenta la pulcra y cuidad edificación de la iglesia (“San Lorenzo Mártir”, si mal no recuerdo, con más de 135 años a la fecha), de amplias escalinatas que descienden hasta la ancha vereda, sitio en el que en épocas de elecciones, habría sostenido Moreira una dura pelea a cuchillo.
El destino final del recorrido fue la Estancia “El Talar”, donde en un “solar de cuatro hectáreas” -como reza un folleto alusivo de la Dirección de Monumentos y Sitios Históricos-, que el 29/11/1972 fuera declarado “Lugar Histórico Provincial”, se encuentra enclavado el Museo Histórico Biográfico Cnel. Manuel Dorrego.
Siguiendo con la información oficial, el monumento y templete que evoca al primigenio federal, obra del Ing. Carlos Guzmán realizado por los artistas Butin y de Aquino, fue inaugurado en mayo de 1968.
El Museo, que fue habilitado al público un 11 de junio de hace 20 años -fecha instituida como “Día del Federalismo”-, custodia objetos personales, libros alusivos, medallas, estampillas evocativas, documentos y elementos de la época.
Todo el conjunto se encuentra emplazado en el sitio en que fuera fusilado el entonces gobernador, Cnel. Manuel Críspulo Bernabé Dorrego, el día 13/12/1828, por orden del Gral. Juan Galo de Lavalle.
A no mucha distancia se encuentra el casco de la Estancia “El Talar”, y gracias al conocimiento de Abel pudimos acercarnos hasta él, y recorrer en parte su contorno, y acceder -casi furtivamente- a darle un vistazo a través de la ventana enrejada, a la habitación en que, según la historia, Dorrego pasó sus últimas horas y escribió las esquelas de despedida.
Por entonces la construcción parecía deshabitada y dicho cuarto estaba completamente vacío, encontrándose, salvo el piso, tal cual era en aquel aciago año.
Agarrado a esa reja, y en el silencio campero de ese entorno, se sentía palpitar la historia y se crispaban las manos al reconstruir mentalmente aquellas horas.
Allí cerca, la laguna y el tupido monte de talas -alambrado en su contorno- nos remontaban a los lejanos años en que el conquistador llegó por vez primera a esas tierras, mientras González nos aseguraba que dentro de ese monte nativo, no profanado, “se siente una energía especial”.
Vueltos a la reunión, tras una genuina mesa criolla, se sucedieron los versos, las anécdotas y el canto criollo, agradeciendo aún hoy a la distancia, al amigazo Trezza el buen momento, y al sabedor Abel, el habernos guiado por “lugares con historia”.
La Plata, 3 de Agosto de 2009
(Publicado en Revista "El Tradicional" Nº 91)

CASA DE ALMAFUERTE - Actual Museo

Sabido que “el poeta del hombre”, Don Pedro Palacios, nació en San Justo, pero también es cierto que cuestiones laborales lo acercaron a La Plata más de una vez, teniendo distintas residencias, siendo la más recordada la casa donde pasó sus últimos diez años, que se encuentra sita en la Avda. 66 N° 530 entre las calles 5 y 6.
Tras su muerte, acaecida en 1917, la casa corría un destino incierto, lo que movilizó a un grupo de vecinos a peticionar incansablemente ante las autoridades municipales, con el fin de salvaguardar el bien y protegerlo, objetivo en parte cumplido cuando en 1921 fue adquirido en remate público por el municipio; pero su salvación total se alcanza cuando constituida la “Agrupación Bases” en 1928 -quizás como un ramalazo platense del Grupo de Boedo-, ésta obtiene la tenencia precaria de la casa (a partir de 5/1929), a cambio de constituir el museo y la biblioteca “Almafuerte”. Y así las cosas, cumpliendo con lo expuesto, es también su sede y el lugar donde realizan sus actos y reuniones.
La casa, una modesta construcción de barrio con frente de ladrillo a la vista, responde al modelo vulgarmente denominado “chorizo” y corresponde según datos de catastro, al año 1885, lo que la remonta a la época, casi fundacional de la ciudad.
En la década de 1980 se reconstruyó el interior volviendo a la distribución original, ya que la misma se había alterado en época de Bases para dar cabida a la biblioteca, reubicándose ésta en otro edificio. Solo faltan las puertas interiores que comunicaban cada ambiente.
Tras la cocina (ver ilustración con planta del edificio), se encuentra restaurado y bajo techo, el horno de barro en el que el poeta cocinaba el pan que compartía con su “chusma”.
Por Ley 4412/39 la casa fue declarada Monumento Provincial, y por Decreto 932/61 el Poder Ejecutivo Nacional la nominó Monumento Nacional.
…………………..

En el patio lateral, hace ya muchos años hice los primeros ensayos de una charla hablando sobre “Bases”, y más adelante (30/04/87), en el patio techado que en la ilustración está indicado como “Escuelita…”, tuve el honor de presentar el primer libro de Víctor Di Santo, “El Canto del Payador en el Circo Criollo”, ya que su autor así lo quiso.

También recuerdo la emoción que provocaban las marchas patrióticas ejecutadas por la Banda del Regimiento 7 -habitualmente, por entonces, invitada a los actos-, que en ese ámbito modesto y silencioso adquirían sones especiales.
(Publicado en Revista "El Tradicional" Nº 90)

sábado, 1 de febrero de 2014

Simplemente... Don LUIS DOMINGO BERHO !!!

El 26 de septiembre se cumplirán 20 años del paso al “cielo de los poetas” de quien en vida y en la tierra fuera nada más y nada menos que Don Luis Domingo Berho, por qué no?, uno de los más destacados nombres de “las letras gauchas” de la segunda mitad del Siglo 20.
(Decimos esto para que recapaciten aquellos que creen que el género murió poco después del nacimiento de “Martín Fierro”).

El matrimonio de María Rochford (de ascendencia irlandesa) y Juan Berho (de ascendencia vasca), se prolongó en 12 hijos, de los cuales, el último en nacer, el 4/08/1925, a una legua de Lobería, prácticamente sobre el arroyo de Los Huesos, fue el futuro poeta. Casi inmediatamente fallece su padre, y la familia se traslada al paraje “Cerro la Guitarra”, vecindades de San Manuel, donde crece y vive hasta aproximadamente los 17 años en que abandona a los suyos iniciando una vida andadora que nunca lo retorna a Lobería.
De este temprano abandono del hogar, hay dos versiones. Una dice que muerto el padre, fue el hijo mayor quien tomó las riendas del grupo familiar (cosa usual entonces), y que no se avino al autoritarismo de éste. La otra cuenta que tenía deseos de estudiar pero… se priorizó el trabajo (también algo muy común por esa época).
Lo cierto es que un día que la familia o la parte principal de ésta se trasladó al pueblo, Luis Domingo “cuadró el mono”, y ganó la huella para siempre.
Es posible que de sus pagos llegara hasta Monte, y cierto es también que inicia ahora una etapa de su vida muy vinculada al mundo del linyera, en pleno auge en esos tiempos; personaje al que oportunamente sabrá cantarle con precisión.
El sorteo del servicio militar ha de llevarlo a Mar del Plata, y de allí a un Regimiento en Bariloche, su destino. Cumplido ese compromiso vuelve a Mar del Plata y allí hace públicas sus condiciones poéticas (despuntaba rimas desde los precoces 16 años), vinculándose al inquieto ambiente cultural de la misma. Por eso no es extraño que su primera publicación -“Cortando Campo” en 1954-, vea la luz en la ciudad atlántica, cuando tiene 28 años (este libro salió con el precio impreso en contratapa: $ 8.50 m/n).

Posteriormente, en la década del ’70 aparecerá también allí, “14 Sonetos ½”, con el Nº 1 dentro del proyecto “Cuadernos Marplatenses” (es un pequeño opúsculo de 12 páginas).
Comparte allí con colegas del medio gauchesco y folclórico, como Ñusta de Piorno, Roberto Cambaré, Víctor Abel Giménez y Andrés Gromaz, quedando casualmente reunido con los tres primeros, en el disco que en 1968, Víctor Velásquez grabara para Odeón, en el que le interpreta el tema “Las dos aves”.
Las décimas de “El Maceta” han ganado vida propia y son muchos los paisanos que las memorizan, ignorando a veces a su autor. Sabrá decir Don Domingo que este es su verso más querido.
La década del ’70 es la del despegue y su nombre comienza a sonar fuerte en fogones y escenarios de la mano de diversos cantores; Argentino Luna ya le ha grabado “Tambo” (en un fragmento) y también “La Primer Visita”, y el correntino -pero surero-, Francisco Chamorro le musicaliza algunos temas que cobrarán fama en la voz de Alberto Merlo, quien le grabó no menos de siete temas, entre ellos las celebradas milongas “La Chata de Lobería” y “Estación de Vía Muerta”.
Podemos afirmar que fue uno de los poetas más acreditados en la segunda mitad del siglo pasado, en cuanto al regionalismo bonaerense.
Con su decir, logró un lugar destacado dentro de “la gauchesca”, la visión de un campo distinto al tratado por los poetas clásicos del género, ganado éste por otras modalidades, tareas y  personajes: la chacra y su entorno. Sin proponérselo quizás, inició el rescate -para salvaguarda de la memoria-, de herramientas y tareas propias de ese medio, obteniendo resultados difíciles de igualar por otros hacedores de rimas. Al respecto, el periodista Rubén Benitez (de “La Nueva Provincia”, de Bahía Blanca), afirmó que para lograr ese cometido “…inventó una literatura marginal, que no era gauchesca ni clásica. Se le extrajo a la chacra”.
Casualmente, el día que se conoció con el autor de esta nota y conversaron un rato, apoyándole el índice de la mano derecha en el pecho, le dijo: Mire que yo no soy un poeta gauchesco…”, con lo que certifica que tenía muy claro que su poesía marcaba una sutil diferencia con todo lo producido hasta el momento referido al ámbito rural. Era él “el poeta de la chacra”; no hay en sus composiciones tropas, reseros, jinetes, tropillas, ranchos de puestos de estancia, piales o palenques, aunque es cierto también que nada de eso desconocía, pero entendió que eso ya tenía quienes le cantaran.
Autodidacta, fue un gran lector de todo tipo de obras literarias -clásicas y contemporáneas-, lo que le dio una formación amplia y heterogénea.
Su obsesión por la poesía y la palabra, lo llevó a ser un permanente corrector de sus composiciones, en una búsqueda incansable por un sonido mejor y un contenido más claro y preciso.
Fue Berho un escritor “de primera mano”, como que le escribió a todo lo que hizo y conoció en su andariega existencia, por eso, sin temor al equívoco podemos afirmar que temas como “Peón de Fierro”, “Malacate”, “Cocina ‘e Chacra”, “Mis Trebejos”, “La Chata de Lobería”, “Estación de Vía Muerta”, “Tranquera de Alambre”, “El Maceta Viejo” o “Historia de un Relincho”, entre otros varios, son dignos de integrar la mejor antología.
Aproximadamente año 1991
Su obra publicada se compone de: “Cortando Campo” (1954), “Puerta a Juera” (1972), “14 Sonetos y 1/2” (s/f), “La Milonga Macabra” (1972), “Antiprosas” (1975); los folletos “El Maceta”, “La Chata de Lobería” (1983), “Estación de Vía Muerta” (1984), “Milongas Tuercas” (1985), “Tranquera de Alambre” (1986); y las plaquetas -1 solo poema- “Molina Campos”, “Alpillera”, “Galleta ‘e Campo”, “Receta del Guiso Carrero” y “Sulki Viejo”.
Agregamos una curiosidad: Roberto Cambaré, quien fuera muy amigo y compañero en los años juveniles vividos en Mar del Plata, le contó al poeta y periodista Pedro Leguizamón en febrero de 2001, “…escribimos en la década del 50 el 'libro de versos monovocales'…”, pero es ésta la única noticia que tenemos; si se publicó, nunca vimos un ejemplar.
De sus publicaciones, solo “Cortando Campo” tuvo forma de libro, con 36 poemas en 80 páginas. El resto, los criollos y los que no lo son, siempre fueron folletos o plaquetas.
También llevó a la grabación sus temas, y así nacieron los cassetes “Cortando Campo”, “Tranquera de Alambre”, “Milonga Macabra”, “Galleta ‘e Campo” y “Alpillera”.
No es muy conocido que el cantor y amigo personal Beto Ruidiaz -marplatense también-, aproximadamente el año 2006, realizó una grabación titulada “Sentimientos del Corazón”, compuesta de 15 zambas, una canción y un carnaval cruceño, que oportunamente habían compuesto en conjunto, Don Luis las letras y Beto las músicas.
Producida su desaparición, la familia radicada en Balcarce, con su sobrina Dora Berho de Faberi a la cabeza, se abocó a cumplirle el último sueño: publicar un libro que compendie la mayor parte de su obra, tarea a la que estaba dedicado, seleccionando y reuniendo versos, al momento de su internación.
A esa carpeta la familia decidió agregar otras composiciones y así tomó su forma final: “De Mi Galpón”, libro póstumo aparecido en 1999, editado en la ciudad de La Plata, que se enriqueció con las ilustraciones de tapa y contratapa que gentil y desinteresÁdamente aportó el artista plástico Rodolfo Ramos, tras una gestión que encarara Agustín López, poeta éste muy vinculado a Berho.
En las 150 páginas este libro,  se reúne lo más conocido de su obra, totalizando más de 80 versos.
En su andadora existencia, Don Luis Domingo tuvo varias “residencias de prestado” o “familias adoptivas”, por eso sin duda alguna citamos dos de ellas, la de Nelfi Trimarchi, en San Justo, partido de la Matanza, donde tenía su propia habitación; la otra es la de Néstor Barbieri, en la ciudad de Bahía Blanca. Barbieri, hombre de radio y organizador de importantísimos encuentros criollos, tenía verdadera pasión por el poeta y su obra, y fue un entusiasta y desinteresado difusor de su quehacer literario.
En lo de Trimarchi, casi tenía radicación, y allí estaba cuando debió internarse, y allí quedaron todas sus pertenencias tras el deceso, muchas de las cuales, con la aprobación de sus sobrinas, fueron donadas a la Asociación Argentina de Escritores Tradicionalistas, la que le dedicó una vitrina para su permanente exhibición.
Libro de edición póstuma
Berho supo en vida del reconocimiento, y así fue que recibió el Premio “Payador” que otorgaba Radio Provincia de Buenos Aires, en el año 1986, como que también el escenario de la “Fiesta de las Tropillas y la Tradición” que organizaba la Agrupación Gauchos de Lobería, fue bautizado con su nombre.
Tras una breve internación, cuando nada parecía señalarlo, se ganó al “cielo de los poetas” cuando acusaba recién cumplidos 67 años; ocurrió en una clínica de San Justo, a las 11.40hs. del 26/09/1992, próximo ahora a cumplirse 20 años de su deceso.
Tal su deseo, sus restos descansan al pie de la sierra “La Barrosa” en el Cementerio de Balcarce, donde todos los años, para el 26/09 se realiza un homenaje junto a la tumba en la que una décima que le dedicara José Curbelo, lo evoca diciendo:


Fue Don Luis Domingo Berho
el descriptivo poeta
de la chata, del maceta
y del arado primero.
Del rastrojo, del potrero,
la cocina y los galpones.
En las sureñas regiones,
escribió su canto eterno,
con la chacra por cuaderno
y los surcos por renglones.

Con certeza decimos, que el homenaje en este vigésimo aniversario ha de reunir a muchos amigos y gente de la cultura criolla.

La Plata, 11 de agosto de 2012
(Publicado en Revista De Mis Pagos Nº 45)