domingo, 29 de abril de 2018

CABALLO CRIOLLO


LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 70 – 29/04/2018
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.

525 años atrás, con la llegada de Colón y los conquistadores a tierras de Centro América, también llegaba el caballo, ignorante él, que jugaría un papel importantísimo en estas nuevas tierras.
43 años después, en 1536, ‘cabrestiando’ a los intereses de Pedro de Mendoza, sus vasos hollarían las arenas y tierras de la costa occidental del Río de la Plata, dando inicio a un ciclo impensado: el origen del caballito criollo.
Si bien el sabio argentino Florentino Ameghino, en algún momento de sus estudios paleontológicos, anunció el hallazgo de esqueletos de caballos dando a entender que estos ya existían en América, estudios posteriores rebatieron sus informes, afirmando que hace unos 175000 años las especies “eqqus” de América del Norte se extinguieron, perdurando un tiempo más las que habitaban en América del Sur, y que según apunta el muy bien informado tradicionalista oriental, Don Fernando Assuncao, eran: el “eqqus andinum” (caballito enano de la cordillera, extendido desde Ecuador a Bolivia); el “eqqus curvidens” (caballito pequeño y cabezón disperso por Argentina, Uruguay y Chile), y en Brasil el “eqqus neogaeus”, similar pero de una talla algo mayor.
Por otro lado ha quedado registrado en las crónicas de la conquista, la sorpresa de los pueblos originarios ante su presencia, demostrativo de no conocerlo. Tampoco hay expresiones en sus lenguas nativas que se refieran al caballo, porque la expresión de los tehuelches “cahualo” y “cahual”, claramente es una deformación de “caballo”, y casualmente, en sentido inverso, de “cahual” deriva nuestra conocida “bagual”. Algo similar se da en todas las lenguas precolombinas.
Al año del primer asentamiento de lo que hoy es Buenos Airess, gravemente enfermo Mendoza inicia el retorno, y el resto de su gente comienza una dura travesía hacia el norte mesopotámico, mientras que los yeguarizos sobrevivientes, ganan la libertad.
Cuatro décadas después, cuando Garay baja de Asunción al Plata con la orden terminante de establecer una posesión española fija en la costa sur del “mar dulce”, se encuentra con manadas de yeguarizos cimarrones. La reproducción ha sido fantástica, las feraces llanuras de abundantes pastos, el buen clima y la falta de predadores naturales (solo el puma), lo han permitido. Al no haber intervenido el control del hombre, las cruzas de padres y madres han provocado unos pelajes que maravillan (aún hoy) al más exigente. Aunque es probable que bayos, gateados y lobunos hayan tenido cierto predominio por su posibilidad de disimularse en el paisaje de altos pastos.
Lo que muchos años después, el escocés agauchado, Don Roberto Cunninghame Graham, imaginara como “el cielo de los caballos: la trapalanda”, se había producido pero en las vastas llanuras pampeanas.
Y de aquellos caballitos berberiscos, de origen africano, que los moros llevaran a las tierras del centro y sur de España por el año 700 de nuestra era cristiana, que tan bien se adaptaran y fueran cuidados en su reproducción por aquellos árabes musulmanes, y que fueron la base de las caballerías que embarcó el conquistador para su aventura americana, devino, tras su retorno a la vida salvaje y cimarrona, y merced a la selección natural, “el caballito criollo” que a través de “Gato y Mancha” trascendería el mundo con su hazaña, y que hasta muy, muy entrada la centuria del 1800 resultó el caballo cotidiano del gaucho (ese ser que vivía más a caballo que caminando).
Lo evocamos ahora, con los versos de “Romance al Caballo Criollo”, del poeta puntano Teófilo Hiroux Funes, quien supo estar, allá por fin de los años 30 y principio de los 40, vinculado a la mítica “Agrupación Bases”, creadora del Día de la Tradición.
(El poema se puede leer en "Poesía Gauchesca y Nativista")

jueves, 26 de abril de 2018

ROBERTO COPPARI (Charla 5)


AM 1520 Radio Chascomús – Audición “CAMPO AFUERA”
Micro Nº 40 – 25/04/2018
Antes de salir “campo afuera” pa’ poder tender la vista mirando lejos, dende’l banco chueco en el que estoy sentao, vamos a ver si le arrimamos unas “astillas” al “Fogón de los Poetas”.
Suelo decir que Roberto Coppari es el único patriota genuino que conocí, y reafirmo esto con dos breves anécdotas. Una, aquella que se remite a los convulsos días de la Guerra de Malvinas cuando él ya estaba cerca de los 60, y a pesar de algunos impedimentos físicos, pasó a verme y comentarme que se iba a anotar como voluntario para ir al archipiélago, dijo: “No serviré para pelear, pero puedo hacer de comer o cuidar y curar heridos…”. La otra, en uno de aquellos momentos en que me refería de lo magra de su jubilación, a pesar de haber aportado durante años como autónomo, y una buena cifra pensando en el mañana, a lo que le sugiero: “Hágale juicio al ANSES para que le reajusten los haberes…”, y se quedó mirándome, para retrucarme con mucha firmeza: “Yo no le puedo hacer juicio a mi Patria!”.
Cité antes sus problemas físicos, y estos eran específicamente en la vista, que la tenía muy disminuida. En su juventud se había animado a una intervención quirúrgica en uno de los ojos, para comprobar después de pasar varios días con el ojo tapado, que había sido peor el remedio que la enfermedad; esto lo llevó a tratar de preservar del quirófano el otro ojo, que también estaba disminuido.
Y esto fue así hasta que al despuntar la década del ’90, en que las circunstancias lo presionaron ante la cada vez más escasa visión, y en conocimiento de que yo tenía un familiar que hacía cirugía de la vista con técnicas muy avanzada si las comparamos con la de los años de su mala experiencia, nos juntamos a tomar una cerveza en un bar no muy alejado del consultorio y a hablar del tema, decidiendo ir a hacer la consulta, a la que inmediatamente lo acompañé y presenté al Dr. César Raúl Espinel Boffi, quien lo operó de forma tan exitosa, que después se lamentaba no haberlo hecho antes. Le insufló  las ganas de vivir!
Más allá de la poesía, fue un incansable luchador de la cultura, y así participó en 1948, de la primera juntada para conformar lo que a la postre resultaría la Escuela Provincial de Danzas Tradicionales “José Hernández” (que este año celebra su 70 aniversario), y el mismo año 1948 también estuvo -casi desde el primer día- en la creación de la Agrupación Nativista El Alero, cuya existencia se extendería por medio siglo. En 1980, en la platense localidad de Villa Elisa, a donde pertenecía su barrio semi rural de El Rincón, junto a vecinos y lugareños participa de la fundación de la Agrupación Tradicionalista “El Tala”, donde ocupó los dos primeros períodos como presidente.
Por último, el 25/03/1984, junto a otros poetas soñadores puso la piedra basal de la Asociación Argentina de Escritores Tradicionales,
Placa identificatoria en el frente de la ex sede social 
y el 26/05/1991 inauguró la Sede Social que construyó con sus propias manos y a su cargo, y donó públicamente a la institución, pero que se perdió tras su muerte por falta de papeles que acrediten fehacientemente todo lo que se había dicho.
Tras un tonto accidente doméstico -se resbaló de la cama al ir a levantarse-, una fractura de cadera lo llevó a la muerte, acaecida el domingo 26/08/2007, en la Clínica Mosconi de Ensenada, siendo sus restos cremados. Tenía 83 años.
Cosa rara, ese año también se cortaron las alas del vuelo de Carlos Adolfo “Cacho” Castello Luro, Víctor Abel ‘Vasco’ Giménez, José Adolfo Gaillardou “Indio Apachaca” y Julio Dominguez “El Bardino”.
Cerramos éste ciclo con las décimas de "Dos Concencias" (Se pueden leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

domingo, 22 de abril de 2018

LLUVIA


LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 69 – 22/04/2018
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.

Sin duda no podemos decir que “lluvia” sea una expresión de nuestra campaña ya que designa a un fenómeno de índole universal, que con mayor o menor intensidad se produce en todas las regiones del mundo, pero hablemos de la importancia y significación que tiene entre nosotros.
Comencemos por decir que la voz “lluvia” deviene de la palabra latina “pluvia”, que es a su vez el femenino de “pluvius” que eso significa: “lluvia”.
Define el diccionario “fenómeno atmosférico de tipo hidro meteorológico que se inicia con la condensación del vapor de agua contenido en las nubes”, y que luego se precipita sobre la tierra.
Su manifestación tiene distinta repercusión sobre el espíritu humano, ya que mientras cae mansamente suele generar una situación bucólica y un estado melancólico, propicio para -estando bien protegido-, entregarse a trabajos manuales, a disfrutar del mate, a sacarle acordes a la guitarra, a compartir y departir con los circundantes; en cambio cuando se descuelga torrencialmente y más si se da con viento, produce un estado de zozobra, de alerta, de preocupación, de calcular los daños y en qué lugares, y de empezar a desear que escampe lo antes posible.
En nuestro planeta el 75% de la superficie es agua; de ésta el 97,5% es salada y el restante 2,5% es agua dulce, útil para el consumo y permitir la vida. De ese porcentaje el 1% está en lagos, cursos de aguas y en el aire, el 30% bajo tierra, y el restante el 70% en glaciares y campos de hielo.
De la evaporación del agua por efectos del sol, se conforman las nubes, de las que después, como ya dijimos, provienen las “lluvias”.
Alguna vez traté de decir algo poéticamente sobre este fenómeno: “Sin apuro, mansamente / cae el agua bienhechora, / diríase: ‘San Pedro llora / en una forma indulgente’, / es su riego consecuente / para la bondad del suelo / y es el frescor del consuelo / que hará producir las mieses. / ¡Bendita lluvia, cien veces, / por empapar mi desvelo!”.
Dice Rafael Darío Capdevila en su obra “El Habla Paisana” que de estas lluvias serenas y finalmente productivas, proviene el antiguo dicho campero que reza: “Llueva mi Dios, que todo lo que llueva es plata”, expresado después de una larga sequía.
En estos casos, las duras sequías, suele rezársele a los santos implorando por su salvadora ayuda, suelen sacárselos al exterior de los recintos donde se los adora, y muchas veces se implora a San Isidro Labrador -el santo de la “lluvia”-, por el necesario elemento para el diario vivir.
Y cuando la “lluvia”, aunque a veces mansas, se extiende por días y días, también se les ruega a los santos para que cesen, y hasta se los pone cabeza abajo como sentenciándolos “hasta que no  hagas que esto pare, no te doy vuelta.”
Situación muchas veces inspiradora para los poetas, la “lluvia” es tema reiterado en la poesía criolla, que muestra entonces bellas composiciones que la reflejan, como ésta titulada “Lluvia” del recordado poeta ensenadense,  Coco García:
(Puede leerse en el blog "Antología del Verso Campero")

jueves, 19 de abril de 2018

RAÚL GONZÁLEZ, El Bastonero Mayor


Nació el 25 de Mayo de 1940.
En su niñez se inició en el aprendizaje de danzas nativas con un pionero local, Don Ángel Centeno.
Por años, acompañó al trió vocal “Los Ranquelinos”, como pareja de danza, malambista y presentador, viajando por distintas localidades de la provincia, enviados por la Secretaría de Cultura bonaerense. 
Joven se vincula a la Agrupación Tradicionalista “La Montonera” de Ensenada, donde por muchos años será un abocado secretario, acompañando las presidencias de su amigo Omar Cosme Lacay.
En 1981, al conformarse en la Capital de la provincia la Comisión Pro Festejos de la Tradición en La Plata, en previsión de lo que ocurriría al año siguiente con motivo del Centario de la Ciudad, integra la misma, en representación de “La Montonera”, permaneciendo en ese cargo por muchos años, conformando una eficiente dupla, nuevamente con Omar Lacay.
A su influjo, en la década del ’70, comenzaron a organizarse “pericones” que se bailaban en el campo de destrezas en el mes de noviembre, donde comenzó a erigirse como “el bastonero”, y lo que empezó tímidamente con los bailarines de la casa, empezó a crecer, y se sumaron parejas de Magdalena, Berisso, Ensenada, La Plata, Brandsen, Chascomús, Quilmes, etc. etc., y el escenario pasó a ser la Plaza Moreno (centro geográfico de La Plata), o el predio de la Colonia Municipal del Bosque platense, o el campo del Histórico Fuerte de Barragán de Ensenada (lindante con las costas del Río de la Plata, allí por donde desembarcaran los ingleses), donde “bastoneo” uno de los pericones más numerosos, con algo así como 300 parejas, para el 25 de Mayo de 2010, justo en el Bicentenario de la Patria.
Cuando en la década del ’80 Omar Lacay decidió armar una orquesta criolla que diera respaldo al sonido de su bandoneón, Raúl González se hizo cargo del bombo, puso su voz para el canto y también oficio de presentador, no quedando centro tradicionalista o Peña de la región, donde no se encargaran de animar el baile.
Cuando en la magdalenense localidad de Payró se conformo el Centro Tradicionalista “La Tropilla”, allí estuvo Raúl anotando y sorteando lo jinetes, preparando las planillas y también animando la jineteada.
La Guerra de Malvinas lo golpeó fuertemente al quedarse con la vida de su hijo Néstor, un par de días antes de la rendición de Puerto Argentino; y quizás ahora que se produjo la identificación de sus restos, pudo dormirse tranquilo, seguro ya de que sus cenizas irán a descansar dentro de poco, a aquel sur insular que sin duda nos pertenece.


El 18/04/2018, a un mes de cumplir 78 años, Raúl Horacio González se ganó el descanso eterno, tranquilo de que los tradicionalistas lo seguiremos recordando.
La Plata, 19/04/2018

miércoles, 18 de abril de 2018

ROBERTO COPPARI (Charla 4)


AM 1520 Radio Chascomús – Audición “CAMPO AFUERA”
Micro Nº 39 – 18/04/2018
Antes de salir “campo afuera” pa’ poder tender la vista mirando lejos, dende’l banco chueco en el que estoy sentao, vamos a ver si le arrimamos unas “astillas” al “Fogón de los Poetas”.

Antes de su primer libro ya citado, “Rescoldo de Tradición”, aparecido en 1950, Roberto se había vinculado a la Asociación Interamericana de Escritores que se reunía en Buenos Aires, y si bien la misma no contaba -prácticamente- con cultores del gauchesco, supo usufructuar ese contacto que se transformó en habitual, con otros poetas y escritores, y eso siempre es bueno; y allí no solo trabó amistad con su presidente, Sebastián Datzira Copello, a quien siempre le agradeció sus consejos e indicaciones, sino que también supo ocupar cargos en la C.D.
El tiempo transcurre y sus años de muchachito de campo quedan cada vez más lejos, pero el paisaje, la vida rural, la idiosincrasia criolla ya se habían adentrado en él hasta formar parte de su ser y su “yo” poeta, por eso sentención: “La soledad y el campo, me enseñaron sus cantos, y aguijonearon dentro de mí retina, las figuras queridas de esos gauchos… mis gauchos desaparecidos”.
Igual que los puntos cardinales que señala la “Cruz del Sur”, cuatro han de ser las constantes en su obra: la Patria, el gaucho, el indio y la madre.
Si bien su aparición temprana en el mundo del libro (tenía 26 años cuando publica el primero), le abría un futuro prometedor, deberían pasar 22 años para que su obra se prolongara en libros; y eso recién ocurrió en 1972 cuando vio la luz “Sueños Cimarrones”, y unos mese después, 05/1973 (aunque en el pie de imprenta dice 1972), aparece “Por la Patria y por lo Nuestro”. Para concretar esta edición contó con un subsidio del Fondo Nacional de las Artes. Esa fue la única “aliviada” que tuvo en su larga vida de escritor.
Su obra publicada se completa con: “Patria Adentro” (1982), “Con los Pies Sobre mi Tierra” (1985), “¡Siempre mi Patria!” (1997), “El Pasquín de un Patriotero” (1997) -con tirada reducida-, “Sin Mudar los Sentimientos” (2000), “Juan Sin Tiempo – 1° Parte” (2001), “Sin Aflojar Todavía” (2003), “¡Güena Suerte! Patria Mía” (2005) y “Juan Sin Tiempo -2° Parte” (2007). Salvo “El Pasquín de un Patriotero” y “Sin Mudar los Sentimientos”, todos son de versos gauchescos, mientras que estos dos son en prosa, recopilando cartas, artículos, cuentos y relatos de sus años del campo.
Sus versos también fueron difundidos por los cantores, y así, en 1970, en su disco “Así Soy”, Francisco Chamorro le grabó “Huella’e la Patria” y el estilo “Pa’l Pozo’e Vargas”; en 1977 Argentino Luna registró para el disco las décimas de “El Día”, pero como “Cuando no cante”, por cuestiones de títulos en SADAIC; con Chamorro conformó un trabajo integral con todos temas de su autoría que titularon “Rastrilladas”, donde inclusive graba dos poesías. También le grabaron: Manuel Ocaña, Tarico Ghiglione y Cacho Alday. Por otro lado, Carlos Parisotti le musicalizó y cantó habitualmente, un par de temas, y con uno de esos ilustramos: "Temporal". (Se puede leer en el blog "Antología del Verso Campero")

domingo, 15 de abril de 2018

CHINGOLO


LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 68 – 15/04/2018
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.

El “chingolito”, ese pájaro tan camperito visible en nuestra campaña, cubre un área geográfica de dispersión que va desde México a la Patagonia, incluso ¡Islas Malvinas!
Para referirme a esta avecilla, comienzo con éste recuerdo: para visitar a mis abuelos Doña Rosa y Don Santiago Risso, mi padre me inculcó hacerlo de a caballo, y así resultó que desde muy niño y hasta ya adolescente, de esa manera lo hice, llegando hasta la pequeña chacra en lo que habían sido “campos de Gómez” (no muy lejos de la cañada), en “La Ñata”, “El Indio”, “El Ciruja”, “El Yamador” o “El Mano Mora”, de los que elegía una yunta.
Después de las preguntas de rigor: cómo estaban por la estancia, cómo andaban los abuelos, mis padres…, Don Santiago me buscaba la lengua para que le diga algún verso, y por allí él se descolgaba con algo de lo que aún recuerdo un trocito: “Uteco uteco canta, o lluvia o viento, o tiempo bueno o tiempo malo…”, esto dicho en una jerigonza tipo ‘cocoliche’, una media lengua italiana, ya que era nieto de inmigrantes. Se reía, y decía que ese “uteco uteco” remedaba el canto del “chingolito”, al que se le atribuía -humorísticamente- anunciar todo tipo de cambio de clima.
Como se deduce, su origen es netamente americano, y su hábitat general es el campo con cardales o tupidas matas de pasto duro, a veces también en las maciegas vecinas a los bañados y lagunas. Como es un ave muy confianzuda, no es raro verla nidificar cerca de ‘las casas’. Su nidito se suele comparar con una pequeña tacita que construye con cerdas o finos pastos; a veces suele disimularlo tapándolo con yuyos o matitas de pasto suelto. En ese nido y en época de primavera la hembra deposita cuatro huevitos blancos con pintitas y manchas rosadas.
Más de una vez se le hizo un paralelismo con el “gorrión”, del cual amaga salir airoso el “chingolito”, porque aunque similares en su tamaño y plumaje, parece que su collarcito al cuello de color canela y su pintoresco copetito le dan cierto aire más vistoso.
Se dice que su canto difiere según la región del país, o de sudamerica, en que vive; y al “uteco uteco” ya descripto, podemos agregar el remedo que hace Leopoldo Lugones de “curí curí quí quíooo…”, o el “biti bío bío bío” que reproduce Silva Valdés (esto según nos lo recuerda Gloria Martínez desde “Rincón Gaucho” en La Nación), como se ve, todos muy dispares, por eso, repitiendo lo que describen los ornitólogos, decimos: “El canto que emite durante todo el día y aún en la noche está compuesto por cuatro notas. Las tres primeras son cortas y claras, y la última es la más alargada, a modo de gorjeo”. El especialista Juan M. Raggio describe: “…es un ave interesante, sobre todo por la diversidad de dialectos que tiene su canto”. Podemos agregar según opinión del notable escritor Eduardo Acevedo Díaz, que “es el único pájaro que no enmudece en los días de recio viento. Su modesto canto está formado por una escala cromática de cuartos de tono,…”. Digamos por último que su alimentación es diversificada, pues si bien es semillero, no escatima ingerir bichitos, sobre todo cuando está alimentando una nueva familia.
Ilustramos con estos versos de Ricardo Codesido: "Chingolito Cantor" (Los versos se pueden leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

jueves, 12 de abril de 2018

ROBERTO COPPARI (Charla 3)


AM 1520 Radio Chascomús – Audición “CAMPO AFUERA”
Micro Nº 38 – 11/04/2018
Antes de salir “campo afuera” pa’ poder tender la vista mirando lejos, dende’l banco chueco en el que estoy sentao, vamos a ver si le arrimamos unas “astillas” al “Fogón de los Poetas”.

Aquel del “El Mirador” en el que estaba al frente su cuñado, era un tambo de dos ordeñes: el primero a la 1 de la madrugada, el segundo a las 10 de la mañana, luego de lo cual Roberto debía cargar las chanchas de 50 lts. en un carro de lanza para hacer unas dos leguas hasta la Ruta 33, donde trasbordaría sus tarros al camión de una cremería de Casilda, el destino final.
Por septiembre de 1942, cuando ya tiene 18 años, su hermana Josefa recibe una carta procedente de la Ciudad de La Plata, enviada por la esposa de un hermano de su madre Cesira, por la que les comunicaba el casamiento de la prima Julia, a la que no conocían personalmente. A Roberto le gustó la idea de viajar, pero un poco por vergüenza, otro poco por respeto, no se animaba a pedirle premiso ni al patrón ni al cuñado; si se lo comentó a sus hermanas Josefa y Olga, a sus sobrinas, a las hijas del patrón… y el rumor comenzó a caminar al punto que en unos día todo el personal de “El Mirador” estaba enterado.
Cosas de chiquilines sin la rigidez ni los protocolos de los mayores, las hijas del patrón -Florentina y Margarita- le pasaron el dato que Antonio había estado con su padre en el escritorio y que habían arreglado las cuentas.
El 19/09/1942, llegado el momento de las despedidas, momento de abrazos, saludos y lágrimas, al enfrentar a su cuñado Antonio -un hombre recto, severo, hecho al rigor del trabajo rudo-, éste, levantando el ala de su sombrero y disimulando la emoción, antes de estrecharle fuertemente la mano, le alcanzó “las cuentas” al tiempo que le decía: “$63.30, no conseguí más... ¡Que te vaya bien!”.
En primera instancia había pensado: “Por lo menos por dos años no vuelvo a mis pagos”, pero al desembarcar en La Plata el día 20, se sintió subyugado por todo lo desconocido que veía y por el movimiento de la ciudad, y un rato después, al conocer a los parientes (aunque sobre esto nunca refirió nada), el conocer a Julia la prima casamentera… algo le hizo ruido en la sesera. Me animo a enunciar esta teoría, porque ya viuda Julia, en noviembre de 1991, Roberto se casa con su prima. Habían transcurrido casi 50 años de la vez primera en que la había visto.
Pero volvamos a 1942. Después del casamiento y cuando se agotaban los días de permiso, aconsejado por “los nuevos parientes”, echando mano a los elementales conocimientos que tenía de cuando su padrastro lo hizo trabajar en una panadería, se conchaba en una prestigiosa empresa platense del rubro, donde ser hará un experto y será bien aconsejado para que se independice.
A siete años de su llegada, 1949, empieza a cumplir uno de sus sueños al iniciar la escuela primaria en horario nocturno; cumplido este paso, se inscribe para cursar el secundario del que hace los dos primeros años, pero… el trabajo en la panadería y las ocupaciones de albañil para hacerse su propio rancho o haciéndoselo a algún familiar, lo obligan a abandonarlos.
 Durante todo este tiempo ha estado escribiendo, y más ahora que añora el pago!, y tanto es así, que en 1950 publica su primer libro: “Rescoldo de Tradición”, del cual en la primera charla leímos las décimas de “Imagen Gaucha”. Hoy ilustramos con uno de sus versos más sentido, que gustaba decir cuando la ocasión se presentaba: “El Día”:
(Se puede leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

domingo, 8 de abril de 2018

LA ORACIÓN


LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 67 – 08/04/2018
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
En nuestra campaña bonaerense -o porteña como se decía antiguamente-, se han usado y han perdurado unas cuantas voces que tienen que ver con el culto religioso católico, aunque desde mi punto de vista opino que el gaucho era pagano en sus creencias, en las que se mezclaban y acomodaba a su gusto, rituales religiosos.
Así, el saludo al llegar a un rancho, sin desmontar del caballo, era dar el grito de “¡Ave María!”, que si era respondido con un “¡Sin pecao es concebido!”, significaba que era bien recibido y podía apearse; o aquel otro, de pedir la bendición al más viejo de la casa, sobre todo por los más chicos: “¡La bendición, Tatita”, que era contestado a veces con un “¡Dios lo haga güeno, m’hijo!”.
Entre esos ritos está el de hablar de ese momento del día al que la gente grande aún hoy, llama “la oración” o “a la oración”, que es la hora del atardecer, el momento en que está cayendo “el alazán” al decir de los gauchos viejos llamando así al sol. O sea: a la entrada del sol.
A veces, según la altura del año, ese hora puede ser las 18 (invierno) y otras las 19 o 19.30 (verano).
Para la iglesia es la llamada “hora del angelus”, y ésto probablemente tuvo su origen en el primer tercio de la centuria del 1300, por la ordenanza del Papa Juan XXIII, que recomendaba que el rezo del Ave María fuese fielmente observado al oscurecer.
Con absoluta seguridad que el gaucho nada supo de esto, pero sí perduró en él, denominar “la oración” a ese momento del día.
Por lo que hace a nuestras cosas, es importante leer lo que dice Francisco Castro en su “Vocabulario de Martín Fierro”: es el “Crepúsculo vespertino. Espacio de tiempo que transcurre entre el momento de ponerse el sol y la oscuridad de la noche, denominado “oración” por tocarse en las iglesias las campanas para que los fieles recen la salutación del Ángel a la Virgen, cuando le anunció la concepción del verbo”.
Hurgando en la religión, antiguamente al día se los dividía en 8 períodos de 3 horas cada uno, llamados ‘horas canónicas’, que se dividían a su vez en dos grupos: horas mayores y menores, las primeras eran tres con obligación de acudir a la iglesia y rezar; una de esas era la octava o de las vísperas: tras la puesta del sol, habitualmente sobre las 18:00 después del Ángelus en tiempo ordinario”.
Nuestro siempre citado Artemio Arán, poetizó sobre esa hora: “Cómo cóndor mal herido, va aleteando lento el sol y se tiñe de arrebol el cielo semidormido. ¡Todo se torna agobiante cuando empieza a anochecer!”.
Recurrimos ahora a la inspiración del poeta de Lezama, Don Pedro Boloqui, y de él compartimos las cuatro décimas de “La Oración”:
(Los versos se pueden leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

miércoles, 4 de abril de 2018

ROBERTO COPPARI (Charla 2)


AM 1520 Radio Chascomús – Audición “CAMPO AFUERA”
Micro Nº 37 – 04/04/2018
Antes de salir “campo afuera” pa’ poder tender la vista mirando lejos, dende’l banco chueco en el que estoy sentao, vamos a ver si le arrimamos unas “astillas” al “Fogón de los Poetas”.

Tras algunas idas y vueltas ocasionadas por su padrastro Soto, en 1933, cuando tiene 8 años, su hermana Josefa y su esposo Antonio Lucente imponen la decisión de hacerse cargo de su tenencia y crianza, llevándolo a la Estancia “El Mirador”, establecida en el Departamento de Caseros, provincia de Santa Fe.
Allí su cuñado Lucente es responsable de un importante tambo, y como no podía ser de otra manera Roberto será “boyero” y “apoyador”.
Supo recordar en los últimos años de su vida, que tras los dolores sufridos en aquella niñez, tuvo una pre adolescencia de suma rebeldía, contestataria y molesta, que se irá aplacando poco a poco, al sentirse integrante de una familia.
Su deseo de ir a la escuela aún no se concretaba, pero tras la jornada de ardua tarea, a la luz del farol, guiado por Josefa y también por la hermana Olga que integraba el grupo familiar, irá conociendo las primeras letras, aprenderá a leer las palabras, hará sus primeras frases, sintiéndose que se le abría un mundo que iba mucho más allá de “boyerear” los animales del tambo, y escuchar las conversaciones de los mensuales de la estancia en la cocina de peones.
En cuanto puede leer de corrido, se hará un incansable lector, abocándose a comprar por correo postal, a razón de 15, 20 o 30 Ctvs. cada uno, cantidad de libritos de versos criollos, en ediciones económicas y populares, con los que llegará a llenar una de aquellas viejas valijas de cartón con rinconeras de metal, reflexionando muchos años después, que aquella, fue “su primera” biblioteca.
De aquellas lecturas deviene su admiración por el gaucho y el primer sentimiento de Patria.
Por entonces, un día que de a caballo “boyereaba” los animales del tambo, se le ocurre, le nace una cuarteta, y carente de papel y lápiz para escribirla y  no perderla, se apea frente a una tranquera, y consiguiendo un pedacito de alambre, la escribe como puede, sobre el verdín de una de las tablas de la misma. Al día siguiente, munido de papel y lápiz, la recogerá. Esa, fue su primera inspiración poética.
Los años pasan, y como ocurría entonces, se avecinaba el servicio militar, pero antes era necesario enrolarse, y allí se plantea un problema: no tienen su partida de nacimiento, y la edad -como él mismo recordó- “se la calculaban al boleo” suponiéndolo nacido el 12/03/1923, un año antes de la fecha real. Entonces, con el patrón de la estancia como testigo y otro vecino que se ofrece, se realizan los trámites para la libreta de enrolamiento, cuando tiene en realidad 17 años.
Años después, cuando ya no vive en “El Mirador”, gestionará ante un Registro Civil de Oncativo, su partida de nacimiento, de donde se desprende que nació el 1°/05/1924, habiendo sido asentado con los nombres de Roberto Gervasio.
Como aquellos dos oficiosos testigos vivían, temeroso de perjudicarlos, desistió de hacer un trámite para regularizar aquella confusa situación.
Compartimos ahora las décimas que le dedicara a la tranquera de su primera cuarteta, que titulara ¡Mi Compinche! (Los versos se pueden leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

domingo, 1 de abril de 2018

QUERENCIA


LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 66 – 01/04/2018
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.

Llamamos así al lugar donde uno ha nacido, se ha criado o donde se vive; esa querencia puede ser, p. ej., la estancia o el rancho paterno. A veces se puede extender tal denominación a la zona de su vecindario: “esa es mi querencia”.
No hay que confundir con “el pago”, ya que éste representa un espacio muy amplio y un tanto indefinido en sus límites. Por ejemplo: se puede ser “del pago’e la Madalena y tener la querencia por Atalaya”. ¿Quedó claro?
Para el diccionario de la Real Academia, en su segunda acepción, querencia resulta “la inclinación o tendencia de las personas y de ciertos animales a volver al sitio en que se han criado o tienen costumbre de acudir”.
La expresión querencia deriva de “la acción de querer o amar”, y esto se refleja en los decires de nuestro noroeste argentino donde “querenciar” significa “engualichar, enamorar mediante concesiones afectuosas o por efectos de filtros u otros poderes”, esto según lo que relata Diego Abad de Santillán.
Dicho decir, y con el mismo sentido, se usa y se usó en la “madre patria”, de allí que Capdevila nos recuerda que Cervantes, en su novela “Don Quijote”, cuenta: “Con este pensamiento guió a su Rocinante (el caballo del Quijote) hacia su aldea el cual casi conociendo su querencia con tanta gana comenzó a caminar, que parecía que no ponía los pies en el suelo”.
Pero volviendo a nuestra campaña, querencia tienen tanto los cristianos como los animales; en este punto se dice que “el animal que menos la olvida es el yeguarizo”, y esto nos hace recordar el verso de Berho, “Historia de un Relincho”, cuando el animal que va “misturao” en una caballada con destino de tacho, que al enfrentar el potrero donde ha estado viviendo suelta un relincho, y dice el verso: “como lo hace un yeguarizo / cuando vuelve a la querencia.
Esto me trae un recuerdo personal: tendría 8 o 10 años cuando mi abuelo Espinel entregó un potro gateado a un domador que estaba radicado en “el barrio de los estú”, en la zona del Hipódromo platense, pero… meses después, sumido y trajinado, el animal se le hizo humo, y vaya a saber uno cómo, costeó la ciudad hasta que tomó el viejo camino a Magdalena, y después recorrer más de cinco leguas, una mañana, comenzó a costear el alambrado de “Los Ombúes”, hasta que anoticiado de lo que pasaba se le abrió la tranquera, y de ahí en más la paciencia de mi padre lo hizo caballo de su silla, resultando un animal incansable, de un galopar airoso, eso sí: muy avispao siempre! Supo el pingo volver a su querencia.
Mucho se habló de la querencia en la época de la estancia vieja o cimarrona, aquella que iba ocupando las tierras donde ya no merodeaban los indios, la que  casi no tenía poblaciones, y donde había que andar rondando permanentemente la hacienda que se llevaba para que se acostumbraran a los nuevos campos, por eso, en el sitio que se elegía para parar rodeo, se solían enterrar uno o dos palos donde los animales se rascaban, y si se podía se ponía una gran piedra de sal, a las que los vacunos lamían; los dos fueron métodos para aquerenciar a la hacienda.
Ilustramos ahora con unos versos que nos cuentan de un paisano que vuelve a su rancho y sobre la huella lo va hablando con sus dos caballos. “A la Querencia”, se titula, y me pertenece:
(Se puede leer en el blog "Poeta Gaucho")