martes, 10 de octubre de 2023

ALZAPRIMA

 

    Voz que deriva de la antigua ‘alzaprime’, según la Real Academia, y que está compuesta por la unión de los imperativos ‘alzar’ y ‘prime’, y que originalmente designaba a una ‘palanca’, o sea un elemento para transmitir fuerza.

Entre nosotros y en Uruguay, dicha Academia expresa que es “la cadenilla que sirve para levantar y fijar al  talón las espuelas pesadas”, y que es de uso en el medio rural.

Hablando claro, el maestro criollista Justo P. Sáenz (h), en su célebre “Equitación Gaucha”, define: “…guasca, cadenilla o eslabonado de plata de la espuela, que pasando por el empeine del pie, sirve para asegurar mejor está,  e impedir que al colgar excesivamente hacia abajo, se arrastre demasiado la rodaja al caminar”.

Viendo el fin que cumple, podemos inferir que, de alguna manera, ejerce una especie de palanca, sobre todo en los tiempos viejos cuando las grandes espuelas se usaban destalonadas. Esto nos remite al origen español de aquella ‘alzaprime’ ya citada al inicio. Sobre este punto, poéticamente dijo Nicolás Granada en las decimas de “El Recao”: “Estas espuelas coquetas,  / de ruidosas alabadas, / colgaban destalonadas / de la ‘alzaprima’ sujetas”.

Y si bien hoy en nuestra campaña el uso de la espuela ha decaído, se las usa mucho en las ensilladas ‘domingueras’ de los desfiles, y entonces suena la palabra “alzaprima”, como cuando Pedro Risso cuenta: “Y al lucir en mis talones / unas espuelas sin brillo / con nudo fuerte y sencillo / las ‘alzaprimas’ guapeaban, / y a mis botas las maneaban / del empeine y del tobillo”.

Hay otras “alzaprima”, como también se llama, que es la trencita o cadenilla que se prende a los ojales superiores del tirador, para que la rastra quede más suelta y con cierta caída.

Y aunque nada tiene que ver con nuestra campaña, en la gran región del ‘Chaco’, al rústico carruaje de dos ruedas que se usa para transportar troncos, también se lo denomina “alzaprima”.

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 Hay otra “alzaprima”, moderna y contemporánea y nada tiene de tradicional, que es la que se prende de la punta de la vaina del facón y se asegura al tirador con la finalidad de que aquel no se balanceé. Dicho implemento no existió en los tiempos del gaucho neto.

La Plata, 10/Octubre/2023

jueves, 5 de octubre de 2023

CARONERO

    Esta voz deriva de “caronas”, y señala al arma blanca de grandes dimensiones que se usaba en el recado de lomillo, entre las caronas, por lo general del lado de montar, salvo que el portador haya sido zurdo.

Su uso se dio durante el Siglo 19, cuando el campo pampeano era una planicie cubierta de pastizales, al que se conocía como ‘desierto’, y donde, para los que se aventuraban al borde de las fronteras interiores o las traspasaban (muchas veces por bolear), acechaban tanto el indio como ‘el lión’, como el gaucho llamaba al puma americano.

Los hombres de Carpio Caro, como los llamados “Junineros”, eran gente de portar ineludiblemente dicha arma, como tampoco debe haber faltado en los recados del Gaucho Molina y sus ‘Tragas’.

Nunca fue arma de cintura, pues su tamaño dificulta o imposibilita desenvainar con premura.

El tapalquenero Tito Saubidet aclara que el “caronero” era “fabricado a menudo de hoja de espada, sable, etc., de grandes dimensiones…”. Y así fue, ya que entre nosotros no existía industria metalúrgica para poder confeccionarlos.

A diferencia del facón, nunca se lo consideró herramienta, siempre fue un arma blanca.

Su cita no ha estado ausente en la poesía criolla, y así Don Pedro Risso, supo escribir en algún momento: “Un buen facón ‘caronero’ / no ha de faltarme jamás…”.

Con la llanura tranquilizada e incorporada a la civilización ‘huinca’ (criolla), el lomillo fue poco a poco reemplazado por el basto, luego éste recado se acortó, los campos se alambraron, y ya no había necesidad de andar portando “caroneros”.

La Plata, 26/Junio/2023

LA TRAPALANDA GAUCHA

 

   Comencemos por aclarar que no es una voz de nuestra campaña, no la usaron los gauchos, pero tiene tanto sentimiento su creación que bien vale recordarla.

La que pergeñó Don Roberto, la “trapalanda gaucha”, es única y celestial, y nada tiene que ver con la que se mistura con la búsqueda de la ‘ciudad del oro’ o ‘el dorado’. Era otro el pensamiento de ese ‘escoces gaucho’ que amaba al yeguarizo, llamado Robert Bontine Cunninghame Graham, o simplemente “Don Roberto”.

Por empezar él no habla de una ‘ciudad’ perdida, está por encima de eso, habla de: “El Cielo de Los Caballos”. ¡Maravilloso!

Casi podría afirmar que usa por primera vez la expresión tras la llegada de ‘Gato’ y ‘Mancha’ con Tschiffely a Nueva York. Para un enamorado del caballo, la hazaña lo maravilló, y cuando se enteró que los caballos, de regreso en la Patria, pastaban tranquilamente en el parque de “El Cardal”, la estancia de Solanet, escribió: “Más felices que los humanos, los dos caballos tienen ahora su ‘Trapalanda’ en la tierra, comen pastos dulces en sus llanos nativos, beben aguas blandas en algún arroyo barroso y, aunque ellos no lo saben, naturalmente <nunca más la cruel espuela los cansará>”.

Cuando en su libro “Rodeo”, escribe sobre “La Pampa” (la geográfica), comienza diciendo: “Todo es pasto y cielo, cielo y pasto, y más cielo y más pasto. La pampa se extendía desde los pajonales de las márgenes occidentales del Paraná hasta la mismísima planicie pétrea de Uspallata… Se extendía desde San Luis de la Punta hasta abajo a Bahía Blanca, y cruzando nuevamente el Uruguay, comprende toda la república de ese nombre…”.

Esa gran llanura es al decir de Alicia Jurado -su biógrafa- “inexplicable en su desnudez de bosque”, porque realmente carecía de árboles, los que solo señoreaban junto a los ríos y arroyos y en los márgenes de alguna laguna. El gran espacio era un inmenso pastizal que ondeaba con el viento, y todo indica que allí se inspira ‘su’ “Trapalanda”, pero quitándola del plano terrenal la eleva a un sitio celestial, un cielo paralelo pero sin religión: “El Cielo de los Caballo”, al que solo pueden acceder para observar aquellos que han sido gauchos de verdad. (Quizás esto lo esté agregando yo).

Puede que para el término o voz en cuestión, lo inspirara la palabra española “trápala”, onomatopeya del acompasado trote y galope del caballo. (Él hablaba correctamente ésta lengua habiéndola aprendido de su abuela).

La Plata, 5/Octubre/2023