En los últimos años han aparecido en varios medios, comentarios ilustrativos sobre la vida y obra de Godofredo Daireaux, y ¡bienvenidos sean!, pero esto nos ha hecho pensar, que hace 27 años ya nos habíamos ocupado del tema. Algo similar ocurrió cuando en el 89 nos ocupamos de Florencio Molina Campos, artista que con posterioridad fue abordado desde muchos medios.
Mucho antes, por 1981 aproximadamente, cuando hacíamos las primeras piruetas en el quehacer periodístico, le dedicamos un artículo a Miguel Etchebarne, y más que el conocimientos nos guiaban las ganas de saber y difundir. Y pronto nos llegó un comentario: "¡Por fin alguien se acordó de Etchebarne!"
Sin falsa modestia, situaciones como las enumeradas, nos hacen sentir orgullos por hacer lo que hacemos, y que si Dios quiere, ¡seguiremos haciendo!
--------------------------------------
--------------------------------------
"UN GAUCHO GRINGO"
Cuando nos detenemos
a meditar en Las Letras Gauchas, es
indudable que pensamos en una persona vinculada a la cultura rural de nuestro
extenso país, o del Uruguay (mucho de común tenemos argentinos y uruguayos en
lo atinente al gaucho), y así es en el 98% de los casos -por decir unas cifra-
quedando un estrechísimo espacio ara inserción de las excepciones, esas que “por
h o por b”, siempre existen. Y para demostrar la regla, hemos de ocuparnos en
la ocasión, de un escritor francés, así como suena: “¡de la distinguida Francia!”.
Y si por
nacimiento ese es su origen, bien podemos decir que por identidad fue
argentino, y un argentino progresista. Se llamó Godofredo Francisco Daireaux (vale acotar que la pronunciación del
apellido es “Deró”).
Había nacido en
París en 1849, arribando a estas costas hacia 1868, cuando contaba con 18/19
años de edad, dedicándose a la enseñanza, por lo que fue profesor del Colegio
Nacional de Buenos Aires, y por un corto tiempo, Inspector de Enseñanza Secundaria
y Normal. También se dedicó al comercio y a las actividades rurales, tarea que
a poco de estar en nuestro suelo (aproximadamente 1872), lo llevaron a cruzar
una y otra vez, las llanuras dilatadas, donde a más de confraternizar con los
hijos del suelo, fue consustanciándose con las particularidades de un paisaje
único; y así, sin quererlo ni proponérselo, se transformó en un agudo
observador de la vida de la campaña (fundamentalmente porteña, como se llamaba
entonces a los llanos bonaerenses), acertando en volcar sus vivencias y
experiencias en sabroso cuentos, relatos y fábulas.
Al decir del
destacado Roberto J. Payró, Daireaux
“…no es un francés que pinta lo que ha
visto en tierras extrañas (como hicieron muchos viajeros del siglo 19, acotamos
nosotros); es un compatriota que, educado
lejos del país, ha podido hacer
comparaciones y ver mejor sus cualidades, sus defectos, su hermosura y su
fealdad, su originalidad en fin”.
Producto de su
educación europea y de su procedencia de una nación en muchos años adelantada -técnica
y culturalmente- a las tierras que él ahora pisaba y que recién por entonces se
comenzaban a poblar (no olvidar que corría la década del ’70), es que su trazo
literario encierra, casi siempre, un trasfondo moralista o una apreciación de
moraleja, como intentando corregir o mejor dicho, superar realidades que él,
por su experiencia europea sabía que eran factibles de mejorar.
Fruto de esa
concepción es que en casi todos sus cuentos hay una observación sobre
costumbres y modalidades de la gente de nuestra campaña, la que si bien podía
ir en desmedro de alguna expresión criolla, era exclusivamente guiada por su
afán de superación -ya habíamos dicho que era un progresista-, y no por
desprecio al gaucho.
A diferencia de
algunos connacionales nuestros que quisieron suprimir al gaucho y reemplazarlo con la inmigración, él pretendía
educarlo y prepararlo para un futuro mejor; al decir del ya citado Payró: “…en sus páginas vaga una sonrisa de crítica
benévola…”; y quizás allí residía la justa definición.
Su expresión,
carente de retórica artificial, fue a través de un fluido lenguaje
argentinista, mechado de expresiones “gauchas” al hacer hablar a sus
personajes. De allí que hay una anécdota que lo pinta fiel. Se dice que cierto
día al conversar con un amigo, éste le pregunta: “-¿Dónde ha aprendido Usted a emplear un lenguaje tan propio de nuestro
medio?-En el campo… con los gauchos” fue la sencilla respuesta.
Y es así, porque
la pampa lo había atrapado a primera vista, reconociéndole carta de ciudadanía
criolla.
Su pluma fecunda
ofrendó al lector abundantes títulos, a saber: “El Fortín”, “Las Dos
Patrias” (1908), “Los Milagros de la
Argentina” (1910), “Recuerdos de un
Hacendado” (1910), “Fábulas
Argentinas”, “Tipos y Paisajes
Criollos”, “Las 100 Hectáreas de Don
Pedro Villegas”, “Cada Mate… un
cuento”, “Los Dioses de la pampa”,
y “Las Veladas del Tropero”. Todos estos
títulos rondan las modalidad del cuento, con algún esbozo de novela, como en “Las
100 Hectáreas de…” (por otro lado, una insinuación a la explotación intensiva,
en lugar de la extensiva, tan apegada a la forma de la gran estancia), o la
expresión de la fábula, en las que hace hablar, mediante 163 breves relatos, a
todos los seres del reino animal que pueblan la pampa. (¡Qué importante sería llevar
este libro a los primeros grados de la escuela!).
Hay dos libros
más: “La cría del ganado en la estancia
moderna”, y “Manual de agricultura”,
ambos decididamente técnicos.
Dos últimas
acotaciones. La primera, que en la década del ’40, varias de sus obras fueron
publicadas en una cuidada colección ilustrada por Don Jorge Daniel Campo, por “Ediciones
Agro”. La segunda, que el partido bonaerense que hoy lleva por nombre su mismo
apellido, no es en su homenaje, sino, en el de Emilio Daireaux, escritor
también, pero de origen brasileño.
Don Godofredo Daireaux, falleció en
Buenos Aires el 18/03/1916.
Desde estas
páginas en varias oportunidades hemos publicado muestras de creación, como por ejemplo: “La tapera” (N°
11), “La Perdiz y la Gaviota” (N° 13), “Las Dos Platas”, y “El Recado” (N° 14),
y “El Chajá” (N° 17).
(Publicado en Revista de Temática Costumbrista “Pa’l
Gauchaje” N° 20, de 04/1987)
No hay comentarios:
Publicar un comentario