domingo, 7 de mayo de 2017

YARARÁ

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 26 – 07/05/2017

Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.

Es un ofidio venenoso de amplia dispersión en América del Sur que se encuentra también por casi todo el territorio de nuestro país, con la única diferencia que la que habita en el territorio patagónico es de menor tamaño. Por lo tanto está también en nuestra campaña pampeana.
Unos cinco años atrás, la Universidad Nacional de La Plata informaba a través de las páginas del diario El Día: “Las serpientes de la Provincia, bajo la lupa de científicos platenses”. Por esa nota nos enteramos que en la provincia, los sitios en que más abunda la “yarará”, se ubican en el noreste, y en el sur, fundamentalmente en los cordones serranos que la atraviesan de oeste a este hasta adentrarse en el mar, llámense Sistemas de Ventania (conformado por las sierras de Puan, Pigüé, Curamalal, Las Tunas y Pillanuincó), y de Tandilia (con las sierras de Azul, Bayas, Balcarce, Tandil, de los Padres, Quillalauquén).
“Yarará” es una palabra de origen guaraní, derivada de la voz “jarará”,  que debe significar: “víbora muy ponzoñosa”.
Se la conoce también como “yara” y “víbora de la cruz”, y en el Uruguay se la denomina “crucera”.
Es un ofidio de importante tamaño, habiéndose encontrado ejemplares de hasta 1.80 mts., pudiéndose decir que el tamaño promedio está en el 1.20 mts. La hembra siempre es de mayor tamaño, más larga.
Su color es castaño claro, y los dibujos del lomo y costados, con forma de ángulos y semicírculos, son de un castaño oscuro; la zona ventral es de un blanquecino manchado. La cabeza es de forma triangular con escamas pequeñas, y tiene allí el dibujo de una cruz.
Carece de buena vista y tiene poco oído; es un animal sensorial, que reconoce el terreno mediante la lengua, y reconoce otras presencias a través de las vibraciones que percibe su vientre apoyado en el suelo.
En realidad no es agresiva, pues más vale rehuye el contacto con los humanos, pero si descubierta por el hombre es molestada, o si sin querer se tropieza con ella, ataca y muerde. En este caso, al inmediato dolor se suma la sensación de calor y ardor, que se continúa con dolor de cabeza, vómitos, diarreas y convulsiones.
Actualmente, los sueros antiofídicos resultan muy efectivos, contando el herido con 12 horas a partir de la mordedura, para poder hacerse la aplicación.
Sus hábitos son casi nocturnos, pues al atardecer abandona su escondite para alimentarse con pequeños roedores, moviéndose hasta que las primeras claridades del día la llaman a sosiego.
(Los versos de "Yarará" de Héctor Pablo Robini se pueden leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

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