domingo, 9 de diciembre de 2018

FONDA


LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 96 – 09/12/2018
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.

Allá por la centuria del 1800, a medida que las poblaciones de nuestra campaña pampeana se iban consolidando y creciendo, lo mismo que en aquellas que aparecían a lo largo de los pujantes tendidos ferroviarios que en las últimas dos décadas de ese siglo comenzaron a crecer -por lo general en las inmediaciones de la estación del lugar o sobre la calle principal-, siempre se encontraba una “fonda”, que cumplía el doble rol de ‘casa de comida y casa de hospedaje’.
Que la voz “fonda” tenía difusión, lo deja entrever el “Martín Fierro”, ya que en su texto se cita, y aunque no en su función específica, sí como referencia de un lugar muy oloroso o maloliente. Dicen los versos: “…y una cosa tan jedionda / sentí yo, que ni en la fonda / he visto tal jedentina”. Esto alude que en dichas casa de comida, por una circunstancia de mala ventilación, flotaba permanentemente el aroma de las fritangas y guisados que se ofrecían a los comensales.
Para el Diccionario Español oficial, es un “establecimiento público, de categoría inferior a la del hotel, o de tipo más antiguo, donde se da hospedaje y se sirven comidas”. Puede agregarse que en aquellas latitudes, donde la utilización de dicha voz viene de muchos siglos atrás, se dice también que una “fonda” es similar a una posada.
Entre nosotros, Don Rafael Darío Capdevila la definió como la: “Casa donde se comía y muchas veces también se daba alojamiento. Existían en todos los pueblos de campaña, y muchas quedaron en el recuerdo”.
Yendo al origen del vocablo, hay quienes suponen que deriva de la voz árabe/hispana ‘fondac’, y que ésta proviene de la voz árabe ‘fundoq o fúndac”.
El levantamiento del ferrocarril en gran parte de la provincia de Buenos Aires, originó que muchos de aquellos pujantes pueblos nacidos en torno a la estación ferroviaria, se transformaran poco a poco, en pueblos fantasmas, del mismo modo que al dejar de llegar los viajantes de comercios,  los compradores de granos, los vendedores ambulantes, las “fondas” fueron perdiendo su necesidad de ser, y como el candil que se consume en su propia grasa, se les fue apagando la vida ataperando las edificaciones, viviendo más que nada hoy, en el recuerdo de quienes las conocieron en plena actividad.
Del poeta Darío Lemos, que supo cantarle, traemos las rimas de: “La Fonda”. (Se puede leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

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