¡COMO CAMBIAN LAS COSTUMBRES CRIOLLAS!
El martillo en aquella liquidación estaba en las
manos de Don Pedro Alchourrón, de la acreditada firma porteña. Don Eusebio,
junto a sus amigos Santorufo y Dupero, salió de 25 hasta Bragado en auto; de
allí a Casares en tren, y de esta a la Estancia nuevamente en auto. Recordemos
que hablamos de 1921, y esto era todo una odisea, que en nada amedrentaba a
quien había sido mayoral de galera.
“Estaba
saliendo el sol cuando llegamos a ‘Fortín Luna’. Aquello era un hormiguero en
plena actividad. Campo, cielo y vacas nomás se veía hasta donde alcanzaba la
vista”.
Ese día “llegaron
más 50 hombres con tropillas; unos buscando conseguir algún arreo de tantos
lotes que habían de venderse, y otros, capataces de algunos compradores que ya
venían con el firme propósito de comprar”.
Hombre campero él, se arrimó a la ensenada donde
acampaban los paisanos con tropillas, lo que le permitió “observar aquel elemento tan
distinto de otros tiempos”. Y aunque parezca mentira se refería a solo
25 años atrás (1896).
Describe: “Caballos
de distintos tipos y pelos en cada una de las tropillas; hombres con
indumentarias diferentes y raras; algunos de blusa corta, corralera, tirador bien
recamado de chirolas, bota, bombacha y chambergo; muchos de jockey y breches y hasta con polainas y botín de elástico
alguno. ¡Qué ridículo y que desgracia!
Tres solos
de chiripá y uno solo de bota de potro; ese único que era el que estaba en su
papel, resultaba un pájaro raro. Lo único que no ha desmerecido son los
cencerros; al contrario; su eco es más sonoro y tan argentino como antes.”
Vale aclarar que don Eusebio Garayzabal publicó
sus memorias en 1935, en un pequeño opúsculo en el que reunió una serie de
artículos que previamente había publicado el periódico “El Imparcial” de 25 de
Mayo. Los compiló bajo el título de “Recuerdos Viejos del Tiempo Antiguo”, y
hoy 90 años después sirven para echar luz sobre esos tan interesantes tiempos idos.
La Plata, 30/septiembre/2024
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