El 13 de diciembre de 1988 fallecía en General Rodríguez, Don Julio
Secundino Cabezas, “Cunino” para los amigos.
Los datos sobre la fecha de su nacimiento son inciertos, más allá de
saberse -según él decía- que nació en “el Chubut”, criándose en Esquel, su
“patria chica”, referencia que el muy respetado hombre las sogas, Don Luis
Alberto Flores, que lo entrevisto varias veces cuando residía en Villa
Insuperable, partido de La Matanza, amplía en una nota aparecida en agosto de
1963 en la Revista “El Caballo”, cuando informa que “nació en Gobernador Costa,
en el año 1909, hijo de padre porteño del Pago de la Magdalena y uno de los
primeros pobladores del oeste del entonces territorio nacional de Chubut”.
El cumplimiento del servicio militar lo trajo a Buenos Aires, de donde ya no regresaría; acá fue domador en el Regimiento 8 de Caballería, y con el mismo oficio después fue nombrado en el Mercado Nacional de Hacienda de Liniers, donde trabajó hasta su jubilación.
El cumplimiento del servicio militar lo trajo a Buenos Aires, de donde ya no regresaría; acá fue domador en el Regimiento 8 de Caballería, y con el mismo oficio después fue nombrado en el Mercado Nacional de Hacienda de Liniers, donde trabajó hasta su jubilación.
Sobre este último punto, el muy paisano Don José Yebré, quien lo trató
bastante como que también se jubiló en dicho mercado, nos contaba hace ya años,
que si bien tenía ese nombramiento, se desempeñaba en la sección “Marcas y Señales”,
y agregaba que se había casado con una lugareña, Emilia Gobi, con quien tenía
una hija.
Por 1931, aparentemente a poco de haber cumplido con el servicio
militar, integró el conjunto de paisanos que participó de un “campeonato
internacional de jineteada” llevado a cabo en Montevideo (R.O.U.), donde fueron
primeros, y siempre según sus referencias compitió en jineteada y también en
pruebas con el lazo, en 1940 con huasos chilenos y en 1950 con vaqueros de
EE.UU.
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En Montevideo, 1932 |
Pero a más del oficio de domador y jinete tenía Cabezas otras
dos condiciones que lo destacaban: artesano del cuero y poeta.
Como artesano se lo mentaba por la confección de botas de potro bien
sobadas y blanqueadas, y como poeta cobraba fama imponiendo el “floreo” para
animar jineteadas, décima dedicada al jinete y al reservado, que aplicaba
preciso en el momento de la prueba, y coronaba por lo general con un “¡Voy al hombre, nomás...!, frase que ganó popularidad en el ambiente de las gaucherías pasando
al uso del común hasta el presente.
En nuestros rastreos papeleros, hemos encontrado en 1945, una de sus
poesías incluida en la Revista “La Carreta”, publicación de la emblemática
agrupación criolla de Avellaneda “Leales y Pampeanos”, décimas que titula
“Gaucho Parejo” y que curiosamente nada tiene que ver con el “Gaucho Parejo”
que incluye en su primer libro, que casualmente lleva ese título.
Al respecto, si bien éste indica en su portada el año 1958, apareció en
realidad en enero de 1959, publicado por Editorial “Caymi” de Capital Federal,
editorial que tuvo en sus catálogos numerosos títulos de poesía gauchesca.
De este libro se conoce una segunda edición de 1967 publicada por
Editorial “Lumintón”, en la que aparece en tapa junto a un paisano joven, y al
pie de la foto la leyenda “El autor enseñando a Víctor Cabezas”.
El ya citado Flores me hizo conocer esta edición, y junto a ello me
preguntó: "-¿Sería un hijo suyo?". Siempre es posible que un lector informado nos
desasne.
A este libro primogénito siguieron otros opúsculos como: “Voy al
Hombre”, “Jinetes y Reservados” (1974), “Con Baguales y Milongas”, “Herencia de
Tata”, “Abarajando Chispas” y “Floreos”.
Sus letras sencillas, nada pretenciosas pero gauchonas, fueron llevadas
al registro grabado por intérpretes como suma Paz, Héctor Del Valle, Manuel
Rosa, Roberto Garayalde y Carlos Martínez Luna, entre otros.
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Don Julio junto a su esposa y ¿el hijo? |
Queda para el recuerdo su participación en el programa “Fortín Fiesta”
de principio de los años 60 por el viejo Canal 7, y su presencia habitual en
la recordada audición “Un Alto en la
Huella” de Miguelito Franco.
Si la memoria no me engaña, a los diez años de su fallecimiento se le
tributó un homenaje en Gral. Rodríguez donde se inauguró un monumento en su
honor, en cuyo pedestal se grabó una décima creación del poeta Agustín A. López
y no de quien allí figura como autor.
(Poner las cosas en su lugar es también cosa de gauchos)
Hace 20 años que Don Julio Secundino Cabezas falta de los campos
de jineteada y de los palcos de animación, pero vive en el recuerdo.
Una Anécdota
El domingo 23 de marzo de 1958 -tenía entonces 6
años-, en casa de mis mayores (“Los Ombúes” de Espinel), se realizaba una
jineteada organizada por la Cooperadora de la Escuela Nº 14 “Manuel Belgrano”,
sita ésta en Ruta 11 próxima a la “T” que forma con la Ruta 54, zona de Bavio,
partido de Magdalena.
“Aquel día, vestido yo de
bombacha, corralera y pañuelo colorado al cuello, en un momento que caminaba de
la tranquera del potrero de la jineteada hacia la casa, fui detenido por un
paisano (al que los recuerdos me lo traen
de camisa celeste, bombacha clara, sombrero gris y pañuelo colorado), el que me paró sobre un
tronco que tendría un metro de alto, y desatándome el pañuelo hizo en él, el
nudo espuela.
Aquel hombre era Julio
Secundino Cabezas... quien sin querer... supo prenderle al nudo de
mi pañuelo, la magia de un recuerdo que creció conmigo.”
Había llegado a la fiesta como un paisano más, y
tan solo pidió permiso para rifar un par de botas.
(Del
libro inédito “De Los Poetas Que Conocí”)
La
Plata, 14 de Noviembre de 2008
(Publicado en revista "De Mis Pagos" Nº 37)