“Fue el primer
argentino que nos legó una obra de alto valor…”, “el primer artista argentino
documentado por su obra”, “…el primer pintor argentino de verdadera
significación”. Así definieron tres especialistas como Alejo González Garaño, José
León Pagano y José Luis Lanuza -respectivamente-, la obra de Carlos Morel, el artista que naciera en
Buenos Aires, en un hogar “gallego”, el 18 de febrero de 1813, el año del
célebre Congreso.
Fueron sus
padres, Doña Juliana Miró y Don José María Morel y Pérez, un fuerte comerciante
de la plaza porteña. Éste muere cuando tiene tan solo doce años, en 1825, situación
que lo obliga -junto a su hermano Estanislao-, a involucrarse en las
actividades mercantiles que desempeñaba su padre, permaneciendo ligadas a éstas
hasta 1834.
Paralelamente
cursa estudios en la Escuela de Dibujo dependiente de la Universidad, de donde
egresó en 1831 con conocimientos en dibujo, pintura al óleo y la acuarela, y
litografía (1), y así fue un
feliz retratista, y ganó prestigio con sus obras de tipo costumbrista, tales
“Cielito”, “Mercado de Carretas en la Plaza Monserrat”, “La Media Caña”, “La
Montonera”, “Payada en una Pulpería”, “La Calle Larga de Barracas”, entre
otras.
En épocas de la
colonia y los primeros años de la Patria, las artes plásticas estaban
prácticamente limitadas a los viajeros que nos visitaban y las realizaban, y
también a aquellos extranjeros que se radicaban en estos lares, tiempos en que
los “retratistas” ocupaban un lugar destacado, hasta que la imposición de la
fotografía los relegó. Y mientras que para aquellos lo importante era captar lo
exótico, lo curioso, lo llamativo a sus ojos no acostumbrados a esa realidad,
para Morel fue el desafío de
reflejar con certeza y veracidad, todos los aspectos de los suburbios porteños
y la vida de los campos entonces tan vecinos a “la Gran Aldea”.
Más allá de ser
miembro de lo que hoy llamaríamos una clase media acomodada, es indudable que
tuvo gran interés en retratar instantes y situaciones que tenían que ver con la
vida del pueblo común, y el mundo del gaucho en particular, y a pesar de tener
su pintura la influencia de lo que podría definirse como “renacimiento francés”
-fundamentalmente en la conformación de sus caballos-, supo detenerse con
precisión en plantas y ranchos, en el detalle de las pilchas, en las tareas
criollas o el acontecer de la pulpería, sin olvidar lo que en su tiempo también
era común: los combates de las luchas intestinas, las bravas gestas montoneras.
El Mercado de Carretas en la Plaza Monserrat |
Y resume la
opinión de Pagano: “Carlos Morel
representa el momento inicial de nuestro arte figurativo -pintado y grabado-, y
lo representa con personalidad propia, auténtica, inconfundible. No es poco.”(…)
“es un narrador sencillo y claro. Anota, describe, refiere. En este trance,
concede muy poco a la fantasía. El imaginativo ensayará en otro plano sus
condiciones compositivas. También será allí el gaucho quien suministre la
substancia viva de sus cuadros; y también entonces apoyará en la observación
directa los elementos de sus motivos combinados. Lo domina el medio popular,
sus modalidades, sus usos y costumbres. Lo mira y lo penetra para extraer de
todo él una expresión caracterizada”. “Por eso se sostiene su obra: por la
autenticidad”.
Tanto en el óleo
como en las acuarelas, los críticos han alabado el uso del color y el manejo de
las sombras, considerándolo notable, porque su formación académica fue muy elemental,
resultando un gran intuitivo en su formación decididamente autodidacta. “Morel sentía la composición, veía el color”,
interpreta Pagano.
Al decir de José
Luis Lanuza: “Morel poseyó una rara
habilidad para combinar en sus dibujos numerosas figuras humanas en actitudes
dinámicas y naturales. En ese sentido (aunque las comparaciones sean
odiosas) supera a Pellegrini. Y la prueba
de ello está en que una de las pocas láminas de Pellegrini en que aparece una
muchedumbre expresiva (“Fiestas
Mayas”,
incluida en los “Recuerdos del Río de la Plata”, 1841) fue dibujada en
colaboración con Carlos Morel.”
Si bien fue
longevo, como que falleció en Quilmes a la edad de 81 años, el 10/09/1894, su
vida artística fue muy breve (no mucho más de diez años), pues tras presenciar
en el Cuartel de Ciriaco Cuitiño, en Buenos Aires (2)
la
ejecución de Julián Dupuy, esposo de su hermana Indalecia, esperando a su
vez la hora de su propia ejecución (pena de la que fue absuelto y liberado) (3), se trastornó, y aunque posteriormente
insistió con la pintura de tema religioso, no lograría retornar a la
expresividad anterior; diría Lanuza, se “anuló
por el terror, convirtiéndolo en un sobreviviente, en un pobre fantasma de sí
mismo…”.
A estas últimas
líneas que aluden a su salud mental y hacen a “la leyenda” a su alrededor
tejida, se opone su sobrino-bisnieto Agustín Matienzo, autor de la obra “Carlos
Morel precursor del arte argentino”, quien dice que no fue el suyo un estado
demencial, sino que se limitó a un debilitamiento general de sus facultades
intelectuales con el correr de la vida. Y cuenta que en su larga residencia en
Quilmes, en casa de su hermana Indalecia, siempre fue para todos los miembros
de la familia -sobrinos o no-, el “tío Carlitos”, y anota: “nadie se sienta a la mesa
familiar, si no lo ha hecho él primeramente, en la cabecera que se le ha
destinado”. Lo que, intuimos, habla de respeto y consideración, y no de
un enfermo.
Tras el triste
suceso de su cuñado Dupuy ocurrido en 1842, se retira a Brasil, más precisamente
a Río de Janeiro, donde permanecerá dos años, compartiendo con Prilidiano
Pueyrredón y su familia, José María Gutiérrez y Juan Bautista Alberdi entre
otros argentinos exiliados, y he aquí un hecho que refuerza lo informado por su
pariente biógrafo: entre otras obras realiza -recurriendo a su memoria visual-,
dos retratos de su cuñado, y a juzgar por la composición, mantenía vigente el
trazo y su condición artística.
Retrato de Juan Manuel de Rosas (miniatura) |
En 1844, de regreso en Buenos Aires,
publica unos meses después su álbum “Usos y Costumbres del Río de la Plata”,
conteniendo 24 láminas repartidas en dos cuadernos de 12 cada uno. Esto también
habla a favor de que no debía estar enfermo o disminuido mentalmente, ya que
hay un claro afán de producir y publicar, pero… no deja Lanuza pasar por alto,
que “Ya no se aproximaría más a las
reuniones de paisanos, a los campamentos de carretas, a las payadas de las
pulperías, ni se atrevería a evocar el entrevero del combate y el galope de los
montados.”
También refiere
su sobrino-nieto que “Morel nunca dio un
sentido comercial a su arte…”, y de ser así, jamás podría comprender que
una obra suya, “La Calle Larga de Barracas”, se subastara en 1999 en la
friolera de ¡302.000 dólares! (A pesos de hoy: $ 3.600.000, según el dólar
“blue” -válgame la palabreja-).
El primer y
verdadero reconocimiento que se le brindó a Morel, quien pasó la segunda mitad del S.19 olvidado y desconocido
para sus contemporáneos, fue la exposición de su obra que se organizó en
10/1933 en los salones de los Amigos del Arte, reuniendo óleos y acuarelas
nunca antes ofrecidas a la vista del pueblo.
Tal Carlos Morel, “el primer pintor argentino
de verdadera significación.”, (4) del que en
septiembre se cumplirán 120 años de su fallecimiento.
Combate de Caballería en la Época de Rosas |
Notas
(1) Litografía:
técnica de reproducir mediante impresión, lo dibujado o gravado previamente en
una piedra caliza.
(2) Referencia de
Araceli Otamendi
(3) José León Pagano habla de “degüello”; otros
biógrafos dicen “fusilamiento”.
(4) Sentencia de
José Luis Lanuza.
BIBLIOGRAFÍA
“El
Pintor Argentino Carlos Morel”, por Alejo González Garaño – La Prensa,
24/05/1936
“Carlos
Morel en la transfiguración del mito”, por José León Pagano (El Arte de los
Argentinos, 1937)
“Carlos
Morel”, por José Luis Lanuza – La Prensa, 24/05/1959
“Carlos
Morel – Un precursor del arte argentino a través de un biógrafo de hoy” –
Anales, 8/1959
“La
Pintura de Morel” – Anales, 9/1959
“23
Pintores de la Argentina -1810/1900”, por Julio E. Payró – Ed. EUDEBA, 11/1962
“Exposición Carlos Morel” – Quilmes generando
cultura, 10/1994
“Record
para un paisajista precursor” – La Nación, 25/06/1999
“La
obra de Carlos Morel”, por Carlos R. Risso – El Día de La Plata, 27/02/2003
(carta de lectores)
(Publicado en Revista El Federal/El Tradicional N° 471)
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