sábado, 2 de abril de 2016

HORACIO OTERO

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
                                                              Micro Nº 86 – 08/12/2012

Con su licencia, paisano!
Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si hablamos de “Poetas Criollos… y otras yerbas”.

     Nació en Ranchos, General Paz, el 24/11/1946 -por lo que acaba de cumplir 66 años-, siendo hijo de Dionisia Auzoberría y José Rodolfo Otero, quienes conformaron un hogar que alumbró 11 hijos: 6 varones y 5 mujeres; por entonces la familia estaba en el paraje “El Aguila”, en la vieja Estancia “Valle de Santa Ana”, nombre éste que antaño, supo definir al “Pago de la Magdalena”.
Foto del 13/05/2012

     Cursó los estudios primarios en la Escuela Rural Nº 31 “Dean Gregorio Funes”, del paraje “El Aguila”, época de la que recuerda sus primeras improvisaciones en los actos escolares.
     Entusiasta de los payadores, a los que seguía a través de audiciones radiales como “La Cruzada Gaucha Uruguaya”, fue que de la afición a improvisar, hacia los 18 años, surgieron sus primeros versos, y de ahí en más corrieron juntas las inquietudes de poeta y payador. Al respecto ha contado que su primera “tenida” fue en Brandsen, con el recordado Fermín Villalba (el autor de "Los Parejeros Quemao") en una payada sin guitarra, y pulsando el instrumento, fue con su coterráneo Juan de Oar, quien ya tenía un poco más de experiencia.
     Antes, cuando tenía 17 años, había debutado en la animación de jineteadas en lo de Don Efraín Atienza, improvisando floreos a las montas. A partir de allí ya no abandonaría esa actividad, que lo ayudó en la ligereza en la improvisación.
     A diferencia de otros payadores contemporáneos incursionó en el libro antes que la grabación, así fue que en enero/1983, con el sello de Editorial del Lago, apareció su trabajo “De un Puestero Payador”, libro en el que cifró la esperanza, que andando el tiempo lo coronó buen poeta y afirmado payador.
     Hombre de campo, como que la mayor parte de su vida laboral transcurrió en estancias -habiendo sido puestero de “El Espartillar”, en Chascomús, durante 25 años-, ha sabido llevar al verso con fidelidad, ese paisaje y sus usos, por lo que podemos tildarlo de auténtico poeta campero, actividad en la que ha pesado más su saber empírico que el de la lectura y el estudio.
     Entre sus grabaciones como cantor y payador, podemos citar: “De Un Puestero Payador”, “Pa’ Quedarme con Ustedes”, “Marca Líquida”, “Flores de Cardo”, “Pastoreando Rimas”, “Badajos”, “Dos Troveros y Una Huella”, “Sangre ‘e Toro”…
     Muy joven, en 1970, se casó con Lidia Yohnston, con quien tuvo 3 hijos, que a la fecha le han dado varios nietos.


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