domingo, 16 de julio de 2017

TRANQUERA

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 35 – 16/07/2017
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
La palabra “tranquera”, es para el Diccionario Español, un "americanismo" que designa a una puerta rústica hecha generalmente con trancas; y de esta palabra, “trancas”, devino en la antigüedad la voz “taranquera” que en realidad designaba a una valla o pared de defensa, y de esta palabra, simplificando su pronunciación, apareció la voz “tranquera”, que entre nosotros designa a la puerta de un corral o un alambrado.
A pesar de que en la campaña pampeana al alambrado se lo conoce recién después de 1845, Don Juan Manuel de Rosas, en su reconocido “Instrucciones a los mayordomos de estancias”, que según parece corresponde a 1825 -20 años antes del suceso señalado-, en la sección “El Campo, Las Poblaciones y El Personal”, recomienda que “Las puertas de las tranqueras  deben cerrarse de noche donde puedan entrarse animales”.
A medida que el campo, ganado -dicho así, entre comillas- por la “civilización”, comenzó a alambrarse a partir de 1855, empezó a difundirse el uso de las “tranqueras”, pero entonces, con su respectivo candado y “a llave muerta”, como se denominaba a aquellas que permanecían cerradas y cuya llave solo portaban el mayordomo y/o el capataz. Esto originó la indisposición de los gauchos acostumbrados a rumbear a campo a su gusto, quienes en muchas ocasiones procedieron a cortar los alambrados para seguir el camino que llevaban. Evoca Martín Castro esta situación en su verso “Hachando Alambrados”.
El “Tata” Hernández, en su meticuloso y didáctico “Instrucciones del Estanciero”, nos da algunas particulares e interesantes referencias, en aquellos años que los alambrados comenzaban a tenderse aceleradamente. Nos dice: “Las puertas tranqueras para caminos vecinales son en general de cadenas y varía su anchura de 6 hasta 15 varas (o sea 5 hasta 13 mts.), y de 60 varas (o sea 52 mts.) las de los caminos reales ”, y explica que “El número de cadenas que se coloca es de 4 o 5”. Queda claro que al hablar de cadenas, Hernández no se refiere a las “tranqueras” de madera y grampas de fierro que han llegado hasta nosotros. Lástima que no nos da otra explicación.
Una cosa sí queda bien definida, y es que en esas aberturas de 13 mts., posteriormente fue común cubrirlas con dos tranqueras que se unían al centro, abriendo una a derecha y la otra a izquierda, y eran muy útiles para salir con tropas de hacienda, y más tarde lo serían para el paso de las maquinarias agrícolas.
A la “tranquera” que está próxima a la casa principal o que da acceso a la misma, la llamamos habitualmente “portón”, palabra que es aumentativo de “puerta”, y que para el caso funciona como sinónimo de “tranquera”.
Curiosamente cuando hablamos del corral nunca se nombra la “tranquera”, porque si hay yerra y se va a volcar el lazo, la costumbre señala que ha de ser “puerta ajuera del corral”.
 Artemio Arán, ese escritor al que siempre recurrimos por una impresión distinta, poéticamente sentenció: “Si está cerrada parece, que la calumnia ha llegado o que la huella uno ha errado y que nada la enternece. / En cambio si está entreabierta, es espera de un ausente, anuncia que está presente, y un mate lo aguaita alerta”.
Las “tranqueras” de mayor tamaño necesitan, para no vencerse, de  una rienda sujeta en la parte superior del lado que lleva el cierre, sujeta al poste alto al que está engrampada la misma.
Hay también “tranqueras” confeccionadas de alambre y varillas, conocidas como “tranquera de cimbra”, “chacareras” o simplemente "tranqueras de alambre".

Con una composición de Berho dedicada a una de éstas, ilustraremos sobre este tema.
(En el blog "Antología del Verso Campero", se encuentran las décimas de "Tranquera de Alambre" de don Luis D. Berho)

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