Había nacido 80 años atrás en “la Tacita de Plata”, Jujuy, y todos o casi todos lo identificaban con Abrapampa, pero nacer-nacer, había nacido en la propia capital provinciana. Claro que desde pocos días después y por espacio de tres lustros vivirá en Abrapampa, junto a su abuela materna que lo crió, lugar también en el que cursará los primeros grados escolares.
Sí, estamos hablando de José María Mercado, “El Kolla” Mercado o simplemente “El Kolla” como se lo conocía en La Plata y en los diversos ámbitos por los que paseó su rica expresión cultural.
Hace prácticamente un año (se cumplirá el próximo 5 de marzo), jugó con la inaudita ocurrencia de irse, y aún sufrimos la consecuencia de su ausencia física.
Eligió volver a “la querencia” y después de recargar “las vistas” a más no poder, se echó a dormir el sueño largo en el barrio “tilcareño” de Pueblo Nuevo, en casa de sus amigos Titina y el Indio Gaspar, donde había recalado junto a su familia, buscando el paisaje y el afecto de los suyos.
Se revolucionó Jujuy con su decisión postrera de volver al pago; se inspiraron los poetas y se iluminaron músicos y cantores, que en un desfile continuo e interminable, durante días, le pusieron a las expresiones nativas la emoción más pura para emponchar al maestro, con el sentimiento del aprecio, admiración y respeto, irremplazable abrigo para el viaje final; y del mismo modo lo acompañaron en el inicio del mismo, a quena y charango, guitarra y caja, con coplas y bailecitos… como a él le gustaba.
Por entonces los diarios lugareños El Pregón y El Tribuno -entre otros-, día a día informaron sobre el Kolla y las continuas y emocionadas -y emocionantes- expresiones artísticas de amigos y admiradores.
Por propia decisión fue “platense y tolosano”. A la ciudad llegó hacia 1955, después de dejarse seducir por un comprovinciano que había vuelto al pago de vacaciones y le pintó la vida y el ambiente universitario de entonces. Y él, que ejercía en la puna el difícil oficio de maestro de escuela, temiéndole a la soledad y …el alcohol, acarició la quimera de estudiar agronomía, en cuyos claustros comenzó a cursar. Pero… la vida no es solo sueños y para vivir entra a jugar la economía, y el obligado trabajo lo llevó a abandonar la carrera y retomar la docencia.
Humilde y silencioso, cauto y sentencioso, a fuerza de pureza fue ganándose un lugar en el ambiente local, compartiendo y aprendiendo con “Los Cumpas del Tafí”, Domingo Mercado, “Los Changos del Xibi-Xibi”, Sumacay, Francisco Chamorro y otros, todos cultores terruñeros en tiempo de sus inicios, y como él “forasteros” en la capital bonaerense.
A partir del 60, todos los años volvió a su pago, ya para el carnaval, al principio, ya para el Tantanakuy, después.
Poeta y compositor, de su pluma e instrumento brotaron temas que adoptó su pueblo y conoció el mundo, como “Clavelito tilcareño”, “El aguilareño”, “Linda pumamarqueñita”, “La zamba del Huancar”, “Por el camino a Pirquitas, y el que sus mismos comprovincianos y colegas consideran ‘un himno’: “Soy de la Puna”. Que por algo el músico y amigo Gustavo Patiño, dijo: “El Kolla es un pilar de la música de la región -y agregó- nunca fue un artista célebre, pero sí un músico querido y respetado…”.
A nivel local son incontables los jóvenes que de su mano conocieron y se iniciaron en el acervo musical, y para explicarlo baste decir de su fructífera carrera docente en la Escuela de Danzas Tradicionales “José Hernández”.
Casualmente, hacia 1997, por gestión de Marta Arrola y su espacio radial “La Gente y sus Duendes”, se le tributó un homenaje en el salón Bernardino Rivadavia, y allí, Roberto Lindon Colombo, su amigo y director de la Escuela citada, refirió: “De pícara mirada / y labios peligrosos, / de manos presurosas / pa’ la feliz gauchada. / No hay escuela, hospital, / peña o puerta que se abra / que no haya vibrado / con tu magia y palabra”, a decir verdad, una poética postal del Kolla.
Y como corolario, repetimos lo que Horacio Castillo escribió en su “Quien es Quien” de El Día en 1996, al expresar que era “el espíritu de la puna entre los tilos platenses”.
Mi Anécdota
El 19/12/2009, debía presentarme en un acto la Delegación Municipal de Tolosa, más el mismo se suspendió sin aviso, enterándome al llegar al lugar; a los pocos minutos, acompañado por su hijo Ernesto -ya estaba enfermo-, llegó el Kolla. Charlamos un rato, y viendo que allí no pasaba nada, me dice: “¿Tenés algo que hacer…? ¿Vamos a casa a tomar una cerveza?”. Y ese día, yo que nunca lo había visitado, viví dos maravillosas horas escuchándolo. Tenía como una imperiosa necesidad de contar y mostrar cosas. Nunca fue más oportuna la suspensión de un acto.
Testigo de este encuentro, además de sus hijos varones, es el músico Servando Giménez. Posteriormente, días antes de emprender el viaje a Jujuy, sabiendo que me encontraba preparando un Diccionario Biográfico, me llamó para brindarme alguna información de primera mano.
Gracias Kollita por tu rico aporte a la cultura!
(Publicado en el diario El Día, Suplemento Nuestra Zona)
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