El tiempo, que todo lo puede, suele en su incansable
andar, actuar como un esmeril que lentamente va gastando nombres y sucesos
hasta hacerlos casi desaparecer, sobre todo, cuando en el medio no han habido
otras personas abocadas a rescatar y resaltar esos nombre y virtudes.
Y algo de esto ha pasado con el escritor que hoy
pretendemos evocar, autor prolífico y hombre reconocido en las primeras décadas
del pasado siglo.
Nos referimos a Bartolomé Rodolfo Aprile, nacido
en el porteño barrio de Barracas, en un hogar de inmigrantes genoveses, el 23
de marzo de 1894.
No sabemos cuando comenzó a dedicarse a la
composición poética, pero despuntando la década de 1910 ya lo encontramos
participando de una publicación acreditada en la época, como lo era “La Pampa Argentina ”,
lo que induce a pensar que contaba con antecedentes en el género; en el decenio
siguiente escribe en “El Trovador de la pampa” (revista que dirigiera Julio
Díaz Usandivaras y que puede tomarse como un anticipo de su reconocida
“Nativa”), y también en “El Canta Claro”. Luego lo haría en “El Alma que Canta”
y en “Mundo Argentino”.
Vecino directo de Barracas -pago natal del poeta-, es
Avellaneda, lugar que fuera asiento de variadas instituciones cultoras del
criollismo, y entre ellas citamos “Los Leales” y “Los Pampeanos”, nacidas al
alborear el Siglo 20, y que en 1932 decidieron aunar esfuerzos para fortalecer
su trabajo, naciendo así el “Circulo Tradicional Leales y Pampeanos”, al que
este autor se vinculó desde un principio, recibiendo la categoría de “Socio
Especial”. Como esta institución era responsable de la publicación de la Revista “La Carreta ”, no solo escribió
frecuentemente para la misma, sino que también integró desde inicios de 1937, la Comisión de Prensa
respectiva.
Esa década del 30, es cuando lo encontramos más
activo, o bien es el momento en que encontró la coyuntura que le permitió
publicar lo que ya tenía preparado con anterioridad; lo cierto es que de su
profusa publicación, la gran mayoría tiene como data la referida década.
Y si Evaristo Barrios, poeta y payador de amplia
aceptación popular por el mismo tiempo, llega -según Víctor Di Santo- a
publicar “una veintena” de títulos, Aprile lo duplica, como que le hemos
identificado 38 libros según los catálogos que daba a conocer “Colecciones
Gauchas” del Editor M. Alfredo Angulo, o bien “Biblioteca Nueva-Colección
Gaucha”, de Publicidad Ateneo.
Aprile fue un poeta de rima fácil, que basó su
amplia obra de carácter popular, en poner en versos de tono gauchesco,
reconocidas novelas que ya habían ganado el afecto del público lector, como las
que había escrito, por ejemplo, Eduardo Gutiérrez.
De haber escrito todas esas obras en la década
citada, daría la impresión que fue ‘un escritor profesional’, o sea un escriba
de aquellos que debía presentar a su editorial, un trabajo cada quince días,
dada la gran demanda entonces de ese tipo de literatura.
Mayoritariamente los libros respondían a ediciones
económicas que se vendían por suscripción postal, a 20 o 30 centavos el
ejemplar, Así también difundían lo suyo: Martín Castro, Francisco N. Bianco,
Silverio Manco, Evaristo Barrios, entre muchos otros.
Al respecto nos contaba el poeta Coppari, que en su
niñez y preadolescencia de peón rural, en Teodelina, provincia de Santa Fe,
llenó una de aquellas viejas valijas de cartón con refuerzos de madera, con los
pequeños libros de estas “colecciones gauchas”, dando inicio así a lo que luego
sería “su” biblioteca personal. ¡Y cuántos otros como él habrán hecho lo mismo!
Estas ediciones casi de bolsillo, de papel económico
y rústico diseño, menospreciadas muchas veces por los estudiosos como que
generalmente se ignoran como fuente en los trabajos de investigación sobre el
género, fueron la posibilidad de expresión de muchos poetas que con su labor
mantuvieron vigente la existencia del gauchesco, sin pasar por las librerías y
las editoriales importantes.
Paralelamente a la practica “gauchesca”, Bartolomé
Aprile incursionó en la composición de temas de tono urbano, manifestando
allí el decir de un habla que venía abriéndose camino, hasta llegar con el
tiempo a tener su propia Academia de la Lengua : el lunfardo. Es considerado un pionero
junto a nombres como el de Carlos de la
Púa y “Yacaré” Felipe Fernandez, entre otros célebres; y a
tal punto llega el reconocimiento, que uno de los sillones que ocupan los
miembros oficiales de la
Academia Porteña del Lunfardo, lleva su nombre y apellido.
En este rubro recordamos su libro “Arrabal Salvaje –
versos de la suburbia”, del que hemos visto una edición de la década del 60,
por lo que de no ser una reedición, sería una publicación póstuma.
Hablando de sus libros, solo “El Libro de los
Criollos” (Editorial El Canta Claro, aproximadamente 1932), y “El Hijo de
Martín Fierro” (Editorial Peuser Ltda., 1933, ilustrado por Jorge Daniel
Campos), parecen haber sido de mejor calidad editorial, aunque sin salir del
rubro de “rústica”. Este último fue pomposamente subtitulado “Continuación de
Martín Fierro”, objetivo que nosotros
calificamos, le quedó muy holgado a la pretensión del poeta; así mismo
dice que estuvo “inspirado en las gloriosas memorias de los grandes
difuntos”, y da una larga lista de poetas que inicia con la cita de
Hidalgo, y cierra diciendo que fueron “Puntales y horcones de las
tradiciones”, con un grandielocuente “Ante Dios y Ante la Patria ”.
En “El Ahijao de Don Segundo Sombra o Fabio Cáceres”,
obra inspirada en la novela de Güiraldes y aparecida con el sello de “Plus
Ultra” en 1935, imita la dedicatoria de aquél y también dice “Dedicado a mis
amigos reseros y domadores”, y desgrana una lista de diecisiete nombres.
Es de creer, que también éste como los dos
anteriores, los compuso como una creación superior al resto.
Como decíamos al principio, el tiempo, esmeril
inacabable, lo fue diluyendo, y de tantas y tantas composiciones publicadas en
libros y revistas, casi ninguna circula hoy por lo fogones en boca de cantores
criollos, salvo el caso de “Alborada”, composición integrada por seis
octavillas, poema que es en realidad un fragmento, ya que el original se
continúa con 34 décimas y un sextilla final. Este tema suele ser interpretado
como anónimo, como así también atribuido otros autores, aunque con su firma fue
publicado en libro en 1933.
Dice el inicio del verso en cuestión “Rasgando el
brumoso poncho / de una noche sin estrellas / clareando rastros y huellas / y
surcos del campo flor…”.
En su extensa obra dedicó páginas a poetas de su
tiempo, con quienes se intuye tenía trato y confraternidad: Julio Díaz
Usandivaras, Amadeo Desiderato, Raúl González Tuñón, Florentino Hernández
(Jesús María), Carlos Muñoz de la Púa. Apolinario Sierra, Yamandú Rodríguez,
Francisco Aníbal Ríú (a quien tilda de “el más valiente poeta gaucho”),
y la lista sigue.
Nos tienta la idea de publicar la nómina de sus libros
que tenemos identificados, pero esto se haría largo.
Su deceso acontece en el Hospital Rawson de la ciudad
de Buenos Aires, el 14 de septiembre de 1941, a los 47 años de edad, y las páginas de “La Carreta ” recogen la mala,
y dicen: “Rumbo a la eternidad se fue el alma del cantor criollo. Ha muerto
uno de los cultores de las letras gauchas, en una edad, aún prematura… Se fue
Aprile, para siempre. La fúnebre noticia ha cundido en el ambiente criollo,
como una olada penetrante y fría, hasta adentrarse en los corazones de todos
aquellos que pudieron apreciar, por encima de todas las condiciones que
decoraban su persona, al amigo.”
A 70 años del hecho, las páginas de De Mis
Pagos se abren para decirle que aún lo recordamos.
(Publicado en Revista De Mis Pagos digital Nº 42 - 12/2011)
(Publicado en Revista De Mis Pagos digital Nº 42 - 12/2011)
Gracias Carlos por esta información. Me regalaron un libro de poesía lunfarda y me encantó la escritura de Aprile. Mi blog no tiene tu temática y no soy tan prolífera como vos, pero sí tengo algunas cositas de poesía q me gustan. Si querés visitarlo sos bienvenido: www.daparasublimar.blogspot.com.ar
ResponderEliminarGracias por tu visita "siguiendo a Aprile".
EliminarYa me di una vuelta por tu "daparasublimar.
No vemos,
Carlos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buen articvulo. Acabo de encontrar un ejemplar incompleto de "HORMIGA NEGRA" de Bartolome R. Aprile....alguien sabe la editorial y el año? Muchas gracias.
ResponderEliminarEl ejemplar que yo tengo está sin tapa. La edición es de Publicidad Ateneo, y lleva el N* 26 en su Colección Gaucha.
ResponderEliminardesgraciadamente, por lo general no ponían la fecha de edición.
Carlos, ¿Cómo es que se puede llegar a saber tanto de cosas criollas como sabe usted?
EliminarSoy Manuel Vargas, pero no sé porqué dice Unknow.
ResponderEliminarHola Manuel, gracias por visitar el sitio.
ResponderEliminarSe aprende queriendo la Patria, sintiéndose identificado con las cosas que por desinterés o negligencia se ignoran, y nadie puede conocer y querer lo propio si lo ignora.
Sin querer o queriendo me he pasado la vida revisando libros, revistas, tomando apuntes...
Escribiendo cientos de cartas (en la época de las cartas) preguntando a distintas personas cosas que me interesaban saber.
Es fundamental llevar archivo y ser ordenado, eso hace que uno parezca más sabedor de lo que realmente es.