Diario El Día de La Plata, 22/02/1998
Al inicio del presente año (1998) más exactamente el 2 de enero, se cumplieron doscientos diez (210) años del fallecimiento de Juan Baltazar Maciel (o Maziel). Claro que los más de los lectores se preguntarán quién era, ya que su existencia es solo conocida entre quienes estudian letras, entre los curiosos de la literatura en general, y entre los gustadores de la literatura costumbrista, en particular.
Maciel, junto a Juan Gualberto Godoy, Luis Pérez y Bartolomé Hidalgo -entre otros-, están considerados los iniciadores del “género gauchesco”, aunque casi por unanimidad se otorga al último de los citados la paternidad del mismo.
Pero aclaremos sobre Maciel. Había nacido en Santa Fe el 8 de septiembre de 1727, en el hogar del “maestre de campo” D. Manuel Maciel (1).
Cursó estudios en Córdoba obteniendo los títulos de “maestro de arte y doctor en teología”. Ejerció como catedrático en la Universidad de San Felipe (Chile), como abogado ante la Audiencia de Charcas, como juez en el Cabildo Eclesiástico, y como Comisario del Santo Oficio, esto último entre 1771 y 1787, según referencia de Josefina Ludmer en su obra “El Género Gauchesco” (1988).
Se considera a la suya una vida influyente en las cuestiones educacionales de la Colonia , como que fue un hombre, no solo de formación eclesiástica, sino también docto y erudito en otros aspectos.
Según Jorge B. Rivera en “La Primitiva Literatura Gauchesca” -1968- (de donde extraemos los más de los datos que evocamos), su romance largamente titulado “Canta un guaso en estilo campestre los triunfos del Excmo. Señor Don Pedro de Cevallos”, escrito en 1777 con motivo de una expedición que al frente de diez mil hombres realizó el Virrey contra los portugueses que pretendían ocupar la Banda Oriental , recuperando -con dicha acción- la Colonia del Sacramento, sería uno de los más antiguos testimonios escritos (entonces los decires populares eran orales), que se vincula con la expresión rural, y que ese autor ubica dentro de las “formas precursoras” del futuro género.
Valga destacar que dicha composición arranca con la formula popular que haría con Hernández el punto cumbre de la expresión; dice Maciel:
“Aquí me pongo a cantar
debajo de aquestas talas
del mayor guaino del mundo
los triunfos y las gasañas.”
y agrega más adelante haciendo una importante referencia geográfica:
“Como obejas los ha arriado
y repartido en las pampas
donde con guampas y lazos
sean de nuestra lechigada.”
(La ortografía es la propia de la época)
Creemos que recordar hombres como Maciel, es colaborar con la búsqueda y el sustento de la propia identidad, como así también la excusa válida para hablar de la expresión que tanto nos gusta y que ya tiene una antigüedad de dos siglos.
(1) y Doña Rosa de Lacoizqueta, ambas, familias muy acomodadas de aquel tiempo.
Fue bautizado en la Iglesia Matriz de Santa Fe y realizó los primeros estudios, en la Escuela Primaria del Convento de San Francisco.
(Las ilustraciones, casa natal y escudo de familia, no corresponden al artículo del diario)
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